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“La cooperación no es una utopía, es una necesidad.”
José María Arizmendiarrieta, fundador de Mondragón.

En el Día Nacional del Campesino, que se conmemora el primer domingo de junio, celebramos el incansable trabajo de quienes labran la tierra. Desde que abrimos los ojos hasta que cerramos la jornada, un campesino está presente: en el café que bebemos, en el pan que partimos, en la fruta que compartimos… todo lo que disfrutamos es fruto de su esfuerzo. Pero ¿realmente lo reconocemos? Que este homenaje no sea solo una felicitación, sino un compromiso firme de trabajar con ellos y por ellos.

Como bien señalan los expertos, la raíz de los problemas económicos de nuestros agricultores reside en la ineficiencia causada por una educación rural inadecuada y un individualismo que les impide competir como empresarios en un mundo globalizado. Es inaceptable que sigan recibiendo apenas el 15 % del precio final que pagamos por sus productos. Y si consideramos que la edad promedio supera los 50 años, y que los jóvenes rehúyen el campo porque aún rima con pobreza, debemos reaccionar antes de quedarnos sin agricultura y, por ende, sin alimentos.

Ni ayudas ni subsidios cambiarán esta realidad. Si no transformamos la educación rural para que enseñe a producir y a generar empresa, no romperemos el ciclo de pobreza en los pequeños y medianos agricultores.

El mundo ya lo ha demostrado. Países como Israel, Vietnam y Corea del Sur empoderaron a sus agricultores con conocimiento, tecnología y organización. Israel, incluso, convirtió el desierto en una potencia agrícola gracias a su modelo de ‘empresarización solidaria’.

Es hora de una ‘economía agrícola con alma’, en la que el valor compartido sea el motor del cambio. Esto significa ir más allá de la finca y ver a cada agricultor como un empresario en potencia. Desde Procultivos ANDI, nuestro modelo de Manejo Integrado de Cultivos (MIC) ya demuestra que es posible cambiar esta realidad, con un trabajo de formación diferente y efectivo en núcleos productivos, porque, como dijo un campesino que hoy también es empresario: «la cura para la agricultura es más agricultura”. Pero una agricultura empresarial con conocimiento y propósito.

La clave serán los programas de educación y formación que cambien la forma de trabajar con los agricultores, porque definitivamente la cura para la agricultura es la basada en la cooperación, la equidad y el protagonismo de las personas. Un país que no trabaja por sus campesinos, simplemente no está trabajando en sí mismo.

El Día Nacional del Campesino no es solo una fecha, es un llamado a construir, juntos, una economía agrícola con alma. Es hora de cosechar empresarios rurales.

¡Feliz día, productores del campo! Colombia no se construye sin ustedes.

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