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“La inocuidad alimentaria no es un lujo, sino un derecho moral que se construye desde el corazón de la agricultura responsable”
Norman E. Borlaug, premio Nobel y padre de la Revolución Verde.

Cada 7 de junio el mundo celebra el Día de la Inocuidad de los Alimentos. Y aunque se piensa en supermercados o cocinas, la verdad es que este compromiso empieza en las fincas. En Colombia, donde la agricultura es tropical y multifactorial, lograr alimentos seguros implica ciencia, esfuerzo y educación desde el primer eslabón de la cadena: nuestros agricultores.

La FAO y la OMS definen la inocuidad alimentaria como la garantía de que los alimentos no causen daño al ser consumidos. Para lograrlo se requieren prácticas basadas en evidencia científica y sostenidas por agrónomos, epidemiólogos, microbiólogos y productores que conocen la tierra. La inocuidad no es casual, es una ciencia que guía cada decisión desde la siembra hasta el plato.

En Procultivos ANDI lo sabemos, por eso trabajamos con programas que capacitan a los productores en Buenas Prácticas Agrícolas, promoviendo la correcta aplicación de tecnologías avaladas —tanto químicas como biológicas—. Como decía un agricultor beneficiario: “necesitamos agrónomos que amen la tierra y nos enseñen cómo producir sanamente”. Su voz representa a miles que piden acompañamiento, no limosna, porque la verdadera transformación está en la educación rural que emancipa y profesionaliza al agricultor.

Por ejemplo, Chile, con su agencia Agencia Chilena para la Calidad e Inocuidad Alimentaria (Achipia), es un ejemplo en América Latina, porque promueve la inocuidad desde el campo con políticas claras, formación y articulación interinstitucional. Colombia debe seguir ese camino, con más ciencia, con tecnologías para proteger y nutrir los cultivos, con más educación práctica con los productores y más trabajo colaborativo en la materia.

Celebrar la inocuidad de los alimentos es celebrar la vida. Es reconocer que detrás de cada comida segura hay un agricultor comprometido, un técnico que acompaña, tecnologías de protección y nutrición de cultivos y una sociedad que valora.

Que esta fecha no sea otra más para conmemorar, sino ese llamado a actuar, porque la inocuidad empieza en el campo, y su garantía depende de todos los que amemos y trabajamos con y por el campo agrícola.

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