La nueva aventura musical de la Sinfónica
Para un país que necesita siempre de noticias agradables, de aquellas que nos hacen olvidar los sinsabores del día a día, el viernes 10 de junio se llevó a cabo en el foyer del Teatro Colón, el lanzamiento de Pazcífico Sinfónico de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, que reunió, además de los músicos de la orquesta, artistas destacados del Pacífico como “Markitos” Micolta, Clarisol Martínez, Nidia Góngora y William Angulo y la participación de 5 arreglistas: Hardinson Castrillón, Carlos Andrés Bonilla, Juan Andrés Otálora, Juan Camilo Arboleda y Nicolás Sorín ,que le metieron la mano a los 17 temas que integran el trabajo y que recogen esos ritmos propios de nuestra costa pacífica y que recorren los departamentos que integran ese hilo de sabor que baja desde el Chocó hasta Nariño.
Fotografía tomada en la presentación en el Teatro Colón. (V. Ogliastri)
La dirección del proyecto estuvo a cargo de Paul Dury, director colombo belga de amplia trayectoria en nuestro país al que arribó en 1993 y se fue encarretando con nuestra cultura y su música y de Hugo Candelario González, especialista en la música del Pacífico y marimbero y director del Grupo Bahía.
Ya el país había tenido noticias de este proyecto, cuando la Sinfónica llegó al malecón de Buenaventura el 20 de diciembre del año pasado y prendió la fiesta en el puerto que además, disfrutaba por primera vez de una orquesta sinfónica. La experiencia se había sentido días antes en el Jorge Eliécer Gaitán donde también puso a bailar a los bogotanos a ritmo de currulaos, arrullos, cantos de boga, jugas y alabaos entre otros pero que en la costa pacífica no solamente cumplen con esta función social, sino que también acompañan actividades como pueden ser las de comer, beber, jugar y narrar historias en medio de la fiesta y que junto a otros representaciones que organizadas por las mujeres para rendirle culto a los santos, forman parte del día a día de las comunidades y manifiestan ese sentir y significado que para ellas representan la vida y la muerte.
Algo de lo grabado el 10 de junio en el Teatro Colón
Y es que no siempre las noticias tienen que ser sobre la violencia. Esa violencia burda y ruin que se ha ensañado con nosotros los colombianos desde tiempos inmemoriales. Duro camino por el que ha de transitar la paz, si es que alguna vez nos llegamos a sentar alrededor de una mesa simplemente a dialogar y a reírnos de nuestras desgracias o virtudes sin dejar un reguero de sangre al levantarnos de los asientos. A propósito: Pazcífico Sinfónico se consigue ya en las pocas discotiendas que aún quedan en pie en nuestro país en versión CD y en más de 30 tiendas virtuales, la tendencia que le ha marcado el giro a la manera de comprar música en estos tiempos.
Nostalgia por las discotiendas
Y hablando de estas, valga la pena para volver a darle un sentido adiós a esas viejas tiendas de discos que hicieron parte del paisaje citadino. Sin ser las grandes superficies en las que todo el mundo piensa y antes de Tower Records, las tiendas de discos en nuestro país, eran una maravilla. Con estanterías colmadas de acetatos, uno podía pasar horas y horas entrando y saliendo de las mismas, buscando la última novedad, la promoción, o simplemente mirando. Me acuerdo de la cadena Discos Bambuco que no solamente disponía de locales sino que también a través de su sello discográfico, los ‘héroes locales’ se dieron a conocer. Por ahí pasaron The Speakers, Young Beats, la Banda Nueva y hasta Gonzalo Arango, amén de Los Tolimenses, Coros Armónia de Colombia, Pentagrama Llanero y Los Internacionales, entre otros, cuando producir y vender música era beneficioso en nuestro país. También estaba Discos Daro que en su local de la carrera Séptima con 22, en pleno centro de la capital y que como la otra, con sello propio y sus importaciones exclusivas y reservadas de acetatos, le hacían agradable la vida al melómano.
También existieron Discos La Rumbita y el Mercado Mundial del Disco ¿Y los piratas qué? Bien gracias. Siguen en lo suyo y montan locales en los que ofrecen su mercancía. Se han extendido a lo largo y ancho del país. Se han tomado San Andresitos y tienen una amplia variedad en un destartalado local ubicado en un segundo piso de la carrera séptima con 18 donde las películas, los juegos y la música atiborran anaqueles, sin hablar de la calle 18 entre carreras 8ª y 9ª de esta misma ciudad. ¿Y las autoridades? Bien gracias. Dirán que tienen otros problemas más complejos que perseguir vendedores y expendios piratas en estas ciudades sitiadas por el hampa y que como en Bogotá, a pocas cuadras del centro del poder político del país, tenían montado su propio reino del terror.
Hoy, quedan algunas tiendas o cadenas como Tango o La Música, que se debaten por volver a cautivarnos a los antiguos coleccionistas, de esos que aún creemos en las carátulas y el ejercicio de colocar la música en esos equipos con lectores de CD y tornamesas. Claro que a los precios en que se empecinan en vender, muchos de los pocos clientes que quedan migrarán hacia otras plataformas o terminarán llenando sus repisas con el producto que venden en las calles y sin derecho a reclamar.
Todo esto para contarles y hablando de Tower Records, que Colin Hanks, el mismísimo hijo de Tom Hanks, luego de conocer detalles y entrevistar a Russell Solomon, el dueño y creador de la firma, se dijo que ahí había una gran historia y ha contado en un documental la historia de Tower, la cadena que llegó a tener algo así como 200 locales en todo el planeta. Eran establecimientos que ofrecían una amplia gama de posibilidades en su stock amplísimo y que abrían los 365 días del año y con un personal tan agradable en el trato, que en un abrir y cerrar de ojos ya eran amigos. El documental termina con una visita de Russell Solomon a su hijuelo oriental, un edificio de nueve pisos en el distrito de Shibuya, en Tokio, única tienda que aún funciona luego de comprarle el nombre, no sin antes pasar un buen rato con entrevistas incluidas con Bruce Springteen como siempre muy elocuente y David Grohl quien trabajó en alguna de esas tiendas antes de ser un Nirvana. Aquí les dejo el avance del documental que se llama All Thing Must Pass y a esperar a que lo traigan en algún festival de documentales, lo pasen en salas de cine comerciales o lo programen en algún canal, antes de recurrir en última instancia, a los piratas.
@culturatotal