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Volver a los clásicos no cae para nada mal

Hoy como ayer, volví a escuchar la música de los Beatles. La tengo o mejor, la colecciono en diferentes formatos. La poseo en esos viejos acetatos prensados por Codiscos en los años sesenta del siglo pasado. Verdaderas joyas de colección hoy en día. Luego, cómo no, cuando salieron en formato Cd y luego, en ese mismo formato, volvieron a prensarse hace pocos años, con una presentación acorde a la importancia de los mismos. Con un sonido cuidado y remezclado, con textos al interior de sus empaques y fotografías que hablan de esas épocas de experimentación y con un vídeo que recoge algo de lo que hacían los músicos en su paso por el estudio, en algo cercano a los dos minutos.

Era otra época, definitivamente.

En la década de los años sesenta del siglo pasado, cuando no existían los teléfonos inteligentes, las tabletas, los computadores, televisores de plasma, Mp3, Internet, Netflix y muchas cosas más que hacen agradable nuestra existencia, un sinnúmero de buenos músicos se daban la pela por mostrar su arte y sus composiciones. Pues bien. En esta década del siglo XXI se están cumpliendo cincuenta años de lanzamientos de grabaciones que hoy en día son icónicas y que en aquel entonces dejaban escuchar y ver los cambios en los gustos musicales de las nuevas generaciones de ese entonces y la influencia y permanencia de estas obras hasta hoy. Hay mucha de esa música que hoy en día se oye con la misma frescura de ayer.

Y es que había calidad y el rock, que fue un invento gringo, había traspasado fronteras y barreras sociales y los solemnes británicos inundaban las listas internacionales con sus canciones y sus discos.

En ese entonces, Colombia no era ajena a ese fenómeno musical y aunque la música llegaba con tardanza, muchos de esos sonidos se colaban en los almacenes especializados que pululaban por todos los rincones de las ciudades, en vinilos que salían de las fábricas. Codiscos, una firma nacida en Medellín, era la que contaba en su catálogo con los Beatles, Animals y Gerry and the Peacemakers, entre otros. Pero también estaban Discos Daro con sus Rolling Stones y Phillips con The Who, Jimmi Hendrix o los Cream, por citar algunos pocos. Y uno salía de cacería y rebuscaba las novedades en los almacenes y los atesoraba (aún lo hago) y al cabo de pocos años, se contaba con una colección numerosa y respetable.

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En pocos días (5 de agosto) Revolver, el séptimo álbum de The Beatles cumple 50 años de su lanzamiento. La dupla Lennon & McCartney estaba disparada y Harrison también mostraba su genio a la hora de componer. Y es que para llegar a Revolver todo fue un proceso. Pocos meses antes, en diciembre de 1965, habían sacado su sexto álbum Rubber Soul, en el que los cuatro músicos firmaron todas las canciones. Antes lo habían hecho, pero compartían sus composiciones con covers de esos músicos a los que reverenciaban. Atrás quedaban las giras y conciertos para cuatro músicos hastiados del ruido ensordecedor que se gestaba en cada una de sus presentaciones. La llamada beatlemanía comenzaba a ser sepultada por las experiencias en estudio de los fab four.

En Revolver se encuentra un nuevo estilo que se iría perfeccionando en posteriores discos. Este álbum, que logró encaramarse a la posición número uno en la lista de éxitos del Reino Unido, marcó el comienzo también, de la carrera psicodélica del grupo. Revolver es citado de manera frecuente, como uno de los mejores álbumes de la historia del pop y “cuyos miembros alcanzaron su punto más alto a nivel musical en el tiempo exacto”, tal y como habla del mismo PopMatters.

Y es que no era para menos. Sin la presión de las presentaciones en vivo, los músicos tuvieron todo el tiempo del mundo para meterse de cabeza en los estudios de Abbey Road y experimentar. Revertieron cintas, mezclaron voces con sonidos, incluyeron efectos sonoros, efectos procesados y guitarras invertidas. De manera empírica, pero apoyados por una corte de ingenieros comandados por George Martin como en las anteriores grabaciones. Y ganaron. Ganaron en experimentación con Lennon desatado que aportó cinco de las canciones del álbum, otras seis con el inconfundible sello melodioso de McCartney y tres de Harrison, un gran avance para el caballero como compositor y que incluía Taxman, la canción con la que se abre el disco.

La portada del disco fue una creación del artista gráfico y bajista Klaus Voormann, amigo de los Beatles desde las épocas de Hamburgo y que incluía imágenes recortadas de fotografías de los miembros del grupo realizadas entre 1964 y 1966 en blanco y negro y la fotografía de la contraportada fue obra de Robert Whitaker, fotógrafo de cabecera de los cuatro de Liverpool entre agosto de 1964 y noviembre de 1966

Cuando salió Revolver, los Beatles llevaban como dueños del mundo tres años y medio y su música pasó de la simplicidad (Love Me Do) hasta el extremo de requerir el proceso de complicados sistemas de grabación. El álbum iba a ser testigo del uso del famoso ADT (Artificial Double Tracking) o doblaje artificial, por primera vez.

Luego de éste, vendría un periodo de 129 días en estudio de donde saldría en junio de 1967, la obra considerada como la cumbre de sus grabaciones: The Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band.

Dos vídeos para disfrutar de los Beatles y aquellos años locos de la década de los sesenta del siglo pasado.

https://www.youtube.com/watch?v=qV4TjZixq_8

@culturatotal

 

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