La última semana el mundo ha estado conmocionado con las noticias sobre la FIFA: se descubrió lo que desde hace años se rumoraba, que esos viejos que organizan los torneos de fútbol lo único que hacían era robar como dios –no- manda y más que propender por el desarrollo de un deporte lo que hacían eran olimpiadas para llenar sus bolsillos como si no hubiera mañana.
Lo curioso del caso es que el excabecilla de esa mafia cuyo slogan es “Por el juego. Por el mundo”, seguramente por el juego de los millones de dólares y por el mundo de plata que consignan en sus cuentas personales, se declaró sorprendido por la corrupción denunciada y aseguró que él nunca supo de nada de ella. Todo a su alrededor estaba podrido, su hábitat era una cloaca y él ni se dio cuenta.
Algo así como lo que dijo el expresidente colombiano que llegó al poder con la plata del narcotráfico: “todo fue a mis espaldas”, aunque con la gran diferencia de que Blatter sí se fue, renunció. El colombiano sólo atinó a decir “aquí estoy y aquí me quedo”, como muestra clara de que acá nos roban en la cara y no hacemos mayor cosa para impedirlo, por el contrario, hasta ayudamos al hampón.
Pero eso no es todo, pues otro de los expresidentes se asemeja mucho a Blatter, me refiero a Uribe. Él, muy tieso y muy majo, sigue con altísimos niveles de popularidad (si pudiera sería reelegido, como el de la FIFA), ocupando una curul en el Senado con la complicidad de millones de votos que lo avalaron, a pesar de que todo su círculo alrededor está preso o fugado y él, al parecer, tampoco se dio cuente nunca. Aunque, haciendo algo de memoria, tal vez sí supo, pues cuando era presidente le sugirió, con gran cinismo y sin sonrojarse, a varios criminales hoy presos “votar rápido antes de que los metieran a la cárcel”.
Y para cerrar este grupo de ciegos-sordos-inocentes, está una de las más fuertes candidatas a la alcaldía de Bogotá: Clara López. Ella fue, nada más y nada menos, que la secretaria de gobierno de la alcaldía más corrupta de los años recientes que ha tenido la capital, y, como era de esperarse, nunca vio nada, nunca supo nada y cuando se le pregunta por el tema, palabras más, palabras menos, señala cualquier cuestionamiento como “calumnias de la oposición”, así como responden todos los políticos a cualquier cosa. No sería raro que, siguiendo el orden de las cosas, la eligieran como alcaldesa.
De todo lo anterior lo que se podría inferir es que, en el peor de los casos, estos personajes son unos corruptos cómplices iguales a los capturados, pero con mejor suerte o impunidad. En el menos peor de los casos, una de las conclusiones podría ser que son unos incapaces de ver el fango en el que estaban hundidos y, en ese caso, lo único que queda claro es que son unos incompetentes a los que sería muy peligroso darles cualquier responsabilidad. No es mi labor decir cuál de los dos casos aplica para cada quién, ya usted dará su propia opinión, entre la imbecilidad y la criminalidad no castigada.
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