Por: A. Moñino

Dejémosle el tema científico a los que saben, o al menos a los que lo investigan con rigor, algo tan básico y obvio pero tan difícil por estos tiempos en los que todos podemos escupir cualquier opinión que no necesariamente tiene que pasar por el cerebro, mientras que otros tantos terminan creyendo lo que el azar o la viralidad determine como cierto y relevante.

Yo, como simple observador de algunas noticias y redes sociales, provisto de los Crocs que solo me atrevo a usar en un encierro de cuarentena y privilegiado como pocos en este difícil e inesperado momento que vive el mundo, quisiera señalar algunas cosas que me han llamado la atención por estos días.

Creo que la pandemia solo nos ha estampado en la cara, sin ninguna sutileza o las máscaras habituales, cosas que posiblemente en el recorrido de la casa al trabajo y del trabajo a la casa muchos no perciben o sencillamente se han negado a ver. Aún hoy, varios siguen mirando para otro lado a lo que se revela con mayor agudeza por estos días. Esta ha sido la historia de Colombia.

1. La desigualdad aterra

Sí, en pleno siglo XXI en Colombia hay gente que se puede morir de hambre. La realidad es tan frágil que un par de días sin posibilidad de trabajar ya pone en aprietos a un amplio sector de la población más vulnerable, esa que vive del rebusque o los trabajadores independientes, por no llamarlos eufemísticamente emprendedores de la economía naranja, o algo así. Tal vez varios hemos escuchado ya a personas que pasan por las calles gritando para pedir algo de comer. Incluso sin coronavirus esto nos muestra una pobreza aterradora.


2. Una élite que se pasa la ley por la faja

Sin coronavirus ya teníamos el popular «usted no sabe quién soy yo» y, ahora con pandemia, obviamente la situación no cambia mucho. Se denunció un matrimonio en el Country Club de Barranquilla al que, al parecer, asistieron más de 500 personas, con invitados de la tercera edad, niños y hasta asistentes de España, donde ya sabemos cuál fue el impacto del virus. El club desmintió la acusación, asegurando que solo fueron 427 asistentes…menos mal.

El alcalde de Popayán hizo un interesante periplo por Marruecos, con escala en España, para luego venir entusiasmado a Bogotá, Cali y, obviamente, Popayán a repartir sus mejores anécdotas y de paso el virus. Tal vez pensó que por ser alcalde estaba exento del contagio.

3. Un liderazgo invisible: como no se ejerce se tiene que enunciar

Como en prekinder, «el que lo dice lo es y nunca lo dejará de ser». El presidente tiene que salir cada tanto a recordarle al país que él es el presidente. No basta con la frase: «por órdenes del señor presidente…» que repite estratégicamente cada funcionario en declaración pública; al parecer, como el liderazgo es tan cuestionable, se enuncia mucho para convencer a algunos, y esto desde antes de la pandemia, que por cierto no es lo peor que le ha salido al presidente, óigase bien PRE SI DEN TE.

4. El Congreso de la República es como un gorgojo en un riel

Desde hace rato sabemos que esta gente de trabajo, no mucho. Y el coronavirus evidenció su poco afán por aportar algo en medio de una crisis tan complicada, excusas van, excusas vienen, y el país, que se joda. A la entrada del sagrado recinto debería estar tallada en mármol la frase «trabaja poco y gana mucho».

5. Muchas tierras del olvido

Desde antes del covid, se sabe hay regiones olvidadas y el video de la alcaldesa de Tumaco es muy elocuente al respecto. Tal es la situación, que lo más fácil parece ser prepararse para morir de una vez. Una tragedia.

6. Precaria situación del sector de la salud

Que en la salud se sobreponga el negocio a la calidad del servicio nos afecta a todos y, por supuesto, quienes más lo saben y lo sufren son quienes trabajan en el sector. Desde antes del coronavirus la situación era difícil, ahora se espera que los médicos y demás profesionales le pongan la cara a la crisis sin condiciones mínimas, no muy distinto a como era antes del covid.

7. Para muchas mujeres es más peligroso quedarse en su propia casa

La violencia de género no llegó con el coronavirus, y seguramente no se irá con él. La cuarentena solo ha agudizado para muchas mujeres, quienes son las principales víctimas, la situación de violencia doméstica que viven cotidianamente. El machismo seguramente es más difícil de erradicar que el covid-19.

 


Eventualmente, en casos de conflicto, una opción que nunca está de más es una terapia de pareja con un profesional especializado.

8. Vecinos preocupados, poco ocupados y descerebrados

Ya en noviembre pasado, antes de la pandemia, vimos cómo el vecino preocupado fue capaz de armarse hasta con el pelapapas ante una dudosa cadena de Whatsapp, miedo generado desde los medios masivos y voceros del pánico, que mostraban cómo delincuentes podrían ingresar a nuestras viviendas aprovechando las protestas en varias ciudades. Ahora, también con el cuchillo entre los dientes, otros vecinos preocupados están dispuestos a ahuyentar al covid-19, como sea, incluso «alejando» a sus «posibles portadores»: los médicos. Quién sabe cuando ese vecino preocupado se enferme quién podrá atenderlo…


 


 

9. La corrupción como bandera

En alguno de los corredores o encrucijadas del eterno laberinto de la burocracia que es Colombia, siempre es posible que se desaparezca como por arte de magia algún recurso. Al parecer, con las ayudas para atender esta emergencia las costumbres no han cambiado. Si algo de la ayuda logra llegar a quien más la necesita, en el camino se queda algo. La corrupción no nace con este virus, ni se acabará con él.

Corrupción, siempre corrupción.