Siento salirme un poco de los tópicos que he venido tratando en este blog, pero me encuentro profundamente decepcionado. Esta situación se sigue prolongando, y en vez de detenerse se extiende cada vez más. Así que he decidido suicidarme para intentar terminar con todo. Sé que no es la solución, pero espero que este gesto sirva para que mucha gente recapacite al menos un poco sobre los errores que están cometiendo. El próximo sábado yo, y otros muchos en todo el mundo, intentaremos terminar con nuestras vidas bebiendo una cantidad letal de productos homeopáticos para crear conciencia sobre la mentira de la homeopatía.

¿Por qué nos vamos a suicidar? Primero, queremos demostrar que los remedios homeopáticos no sirven para nada. Por eso vamos a tomar una sobredosis, y luego nos iremos a tomar unas cañas. Segundo, queremos llamar la atención sobre esta pseudiociencia engañosa de la que mucha gente saca provecho, y que incluso recibe ayudas públicas. Tercero, queremos evitar que mucha gente enferme por abandonar tratamientos médicos reales, al reemplazarlos por la homeopatía.

Desde aquí, con mis poderes cienciológicos, puedo ver cómo muchos lectores acaban de dar un respingo sobre su silla. «¿Este tipo no cree en la homeopatía?» «¡A mí me sirvió, yo soy prueba de que funciona!» «A mi padre/hermana/primo/novia/esposo/abuela le curó su resfriado/depresión/gastritis/dermatitis/asma». Es como las estafas piramidales, tipo DMG. Por cada uno que saca plata de ahí, hay diez que no consiguen nada. Pero la propaganda de cualquiera que se beneficie sirve para atraer más gente. No importa que sea un fraude, y que la gente que se cura lo haga por razones que no tienen nada que ver con este engaño.

Para el que no lo sepa, los remedios homeopáticos se preparan de la siguiente manera: se coge una cantidad mínima de una sustancia química y se disuelve en cantidades enormes de agua. Y luego se embotella eso y se vende. Si hubiera un whisky homeopático, con eso no se emborracharían ni los bebés de pecho.
Un señor del siglo XIX que se llamaba Amadeo Avogadro descubrió matemáticamente una verdad que cualquier señora que cocine sabe a la perfección: si se diluyen mucho los ingredientes, éstos pierden su efecto. El que se haya tomado un caldo aguado que no sabe a nada entiende lo que estoy diciendo.

Esto refleja dos de las bases fundamentales de la homeopatía: «el agua guarda memoria de lo que un día contuvo» y «diluir una sustancia hace que su efecto sea más fuerte». Algo que el más básico sentido común diría que es absurdo. La tercera premisa de la homeopatía es más estúpida aún: «aquello que causa los síntomas también puede curarlos». Es como quitar el insomnio con café.

Por éstas y muchas otras razones explicadas en estudios científicos se sabe que la homeopatía es un engaño. Pero cuando uno llega a esta parte de la historia siempre hay alguien que dice, con muchísima indignación: «¡es que las grandes farmacéuticas ocultan lo que está pasando!», «es que al lobby de las grandes compañías no le interesa que se sepa». ¡Como si los remedios homeopáticos los regalaran! A esa gente le cuento yo que la homeopatía mueve miles de millones de dólares al año en todo el mundo, de la mano de empresas como Boiron o DHU. Aquí también hay negocio y mucho.

Por no hablar de la cantidad de ‘médicos homeópatas’ que hay por ahí. Un título que cualquiera se puede sacar hasta por internet. Conozco personajes estirados del jet set que se burlan de la gente que visita al indio amazónico, va donde las brujas o tiene un Ekeko en su casa. Pero esos mismos no dudan en ir a visitar a un señor de corbata con un consultorio para que les venda pastillitas de almidón y agua embotellada después de charlar con ellos un rato.

Y muchos se curan. Con el indio amazónico, las brujas o la homeopatía. Porque el único efecto probado científicamente de estas supersticiones es el ‘efecto placebo’. Es decir, cuando la gente tiene mejorías en su enfermedad al recibir tratamientos que no tienen nada que ver con el problema. Es un efecto sicológico muy conocido, y que se usa en la ciencia para saber cuándo un medicamento funciona realmente.

Pero la gente que vive de esto y gana dinero prefiere hablar de armonía, fuerzas vitales, energías cósmicas, espíritus, equilibrios. Siempre hay alguien dispuesto a utilizar el argumento de que «la ciencia no lo sabe todo» para venderte una pulsera magnética, un cuarzo milagroso o una cruz de cuernavaca.

Por eso me indigna que las cosas sean así. Y me veo obligado a acabar mi vida con un frasco de SedatifPC, un potente sedante homeopático que tiene una cien mil millonésima parte de la sustancia calmante por pastilla, y la venden por siete euros, unos 18 mil pesos. Si fuera un sedante verdadero, hecho científicamente, esa cantidad me obligaría a pasar la noche del sábado en un hospital. Pero como es homeopático, será más sano que comerse una bolsa de caramelos.

Todavía habrá quien dude de esto y vea peligrar nuestras vidas. Sinceramente, le tengo más miedo a que me caiga un maletín del cielo con millones de dólares. Es más probable que eso pase a que muera tomando productos homeopáticos, pero seguro que tanto dinero me mete en problemas.

«Suicidio» homeopático internacional en 2011

The 10:23 Challenge 2011


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