Toca elecciones este domingo en España porque los políticos a cargo decidieron adelantar las que había programadas el próximo año. Yo no entiendo muy bien para qué hace uno esas movidas de citas electorales, pero sospecho que se trata de cosas de su propia conveniencia, mezcladas con presiones de empresarios, banqueros y especuladores. Eso que llaman política moderna.

El caso es que tienen Madrid inundada de publicidad por todas partes. Anuncios rojos del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) azules del PP (Partido Popular) nos muestran las caras de los sesentones que aspiran gobernar este país en crisis. Pero todo es una pantomima, un teatrillo barato porque ya se sabe quién va a ganar: el partido de azul.

No es que yo sepa leer el porvenir (ya me gustaría: no estaría haciendo predicciones políticas gratuitas en un blog, sino tomando cocteles tropicales en una playa de Bali). Es que el juego político español es tan obvio y predecible que no hace falta ser muy listo para adelantarse unos cuantos días al futuro.

Por un lado, hay dos grandes partidos políticos, el rojo y el azul. El rojo, un partido que en sus orígenes era socialista y obrero, ha estado gobernando los ocho últimos años, y le tocó manejar la maldita crisis económica. En vez de arriesgarse a buscar soluciones de izquierdas, como cabría pensar según su ideología, se puso a implementar ideas de derechas para salir de la crisis.

Obviamente, no sólo no ha conseguido su propósito, sino que ha desencantado a la mayor parte de sus votantes. Va a perder porque la gente de izquierdas es mucho más crítica, no acepta que la engañen de esa manera, y no va a consentir que vuelva al poder un partido que los engañó, haciendo lo contrario para lo que fue creado y para lo cual votaron sus seguidores. Hasta aquí, todo tiene mucha lógica.

El partido azul, por el contrario, no ha propuesto nada. Su candidato anunció que no va a dar ruedas de prensa, su programa de gobierno permanece oculto, y está dispuesto a decir lo menos posible porque sabe que de todas maneras va a ganar. ¿Y por qué pasa esto? Pues porque los votantes de azul son muy diferentes a los de rojo: ellos votan siempre, sin importar lo que diga o deje de decir su candidato o su partido. Realmente, más que votar, van a comulgar: es casi una obligación religiosa, con una fidelidad que escapa a cualquier escrutinio de la razón.

Hay otras opciones. Partidos pequeños y minoritarios como IU (Izquierda Unida) o UPyD (Unión Progreso y Democracia) hacen campaña como pueden, esperando arañar votantes a los grandes para conseguir más representación, en un sistema electoral que funciona por proporciones y que beneficia a los partidos grandes.

El negocio para los partidos pequeños es tan malo, que hasta los votos en blanco les perjudican: gracias a un esquema de reparto todavía muy cuestionado, llamado el Sistema de D’Hondt, muchos votos en blanco benefician a los partidos más votados. Votar en blanco no sirve ni para protestar.

Está todo organizado para que siempre ganen los mismos.

Así que desde ya me permito felicitar a Mariano Rajoy, líder del Partido Popular, y quien será el Presidente del Gobierno a partir del uno de enero de 2012, y quien tendrá que lidiar con esos banqueros, empresarios y especuladores que vienen alimentando la crisis. Será quien agrave la situación con más beneficios a los ricos, más impuestos a la clase media, y más recortes a los servicios sociales de los que se valen los pobres para sobrevivir (me gustaría equivocarme, pero viendo lo que hace el PP en los gobiernos regionales, creo que la cosa va por ahí). Lo siento por mí, y por el resto de españolitos sin dinero ni trabajo, que tendremos que sufrir la receta neoliberal por otros cuatro años. Pero sobre todo, lo siento por el pobre gallego al que le toca ser el malo del paseo.

No lo envidio nada, pero nada. Ni un poquito.

De cañas por Madrid


Suscríbete al blog
De cañas por Madrid



Sígueme en Twitter
camiloenmadrid

Entradas anteriores