Dado que Francia es el país invitado a la FILBO que ya se acerca, este es el momento preciso para exponer (de manera subjetiva, pero entusiasta) mis impresiones sobre la obra de los dos últimos premios Nobel que ha dado ese país. Mi intención, aparte de rendir homenaje a este par de genios de la literatura, es compartir mis lecturas para que otros también se enriquezcan con ellas.

Jean-Marie Gustave Le Clézio (Niza, 1940). Premio Nobel 2008:

El otorgamiento del Premio Nobel de literatura al autor que a los 23 años ya había obtenido el prestigioso “Renaudot” y por ahí derecho el “Paul Morand” de la Academia francesa, no suscita ningún reparo. Desde hace rato se le considera el más grande escritor vivo en lengua francesa, en razón a una vasta producción narrativa y ensayística que inicia en 1963 con El atestado, novela que ya deja ver su preocupación por las mentiras de la modernidad. Para acercarse a este genial escritor francés, hay que leer su libro El africano (2007), que es biografía por partida doble, porque delinea no sólo su propia etopeya sino también la de su padre, el médico llegado a África en 1928 tras dos años de servicio itinerante en la Guyana inglesa:

 “No existían los antibióticos ni la cortisona. Las sulfamidas eran raras y los polvos y ungüentos se parecían a pociones de brujo […] Al lado de lo que le esperaba a mi padre en África, las expediciones para remontar los ríos de Guyana debieron de parecerle paseos. Se quedará en África occidental 22 años, hasta el límite de sus fuerzas.”

Le Clézio nos enfrenta a una realidad cruda y violenta que comienza con el clima, los ejércitos de hormigas y cucarachas, el genocidio conocido como guerra de Biafra, y culmina con la miseria; para él la vida europea con su cosmética y sus desfiles de modas es una sarta de mentiras, mientras que la vida en Nigeria y Camerún es la verdad desnuda, y más bajo el azote del colonialismo. Las fotografías entreveradas en las páginas del libro son más que elocuentes.

Quienes conocimos a Le Clézio en la FILBO de 2013, advertimos su altura moral y la riqueza de su vida interior. Contó cómo hace tres décadas conoció a un príncipe, que lo llevó a recorrer el Tapón del Darién y convivir con los emberá. “Yo era un francés que quería ser un emberá”, dijo. En realidad había arrimado a estos lares buscando algo del espíritu de Gauguin en Panamá, pues el pintor trabajó en la construcción del canal. Casi todos los viajes de este escritor han sido para conocer comunidades que nada tienen que ver con el llamado mundo  globalizado ni con la sociedad consumista de hoy, que ni siquiera se entera de que en plena selva existe la Universidad del Baudó. Durante la charla, en la que derrochó sentido del humor, inusitada inteligencia, mucha paciencia y humildad a toda prueba, le escuchamos afirmaciones como estas: “La única diferencia entre un colegio francés y una cárcel, es el uniforme”; “un escritor es lo más inútil que hay, los escritores no servimos para nada”;  “uno siempre tiene que leer las obras que se escriben al otro lado del mundo”; “el aporte de la literatura francesa es incalculable”; “me mandaron a trabajar a una biblioteca, y lo que hice fue dedicarme a leer toda la literatura latinoamericana que encontré allí”; “me sentía avergonzado entre los emberá por ser alto, blanco y tener los ojos azules. Mi deformidad los asustaba, sobre todo a los niños”

Veamos de qué se tratan otros de sus libros:

 

La conquista divina de Michoacán (1985)

El espíritu de antropólogo e historiador que caracteriza al flamante Premio Nobel de 2008, lo llevó a investigar la formación, auge y caída de uno de los imperios más grandes de Mesoamérica. Descendientes de los chichimecas nómadas y probables antecesores de los actuales tarascos, los purépechas consolidaron su poder hace más de cinco siglos en un territorio del tamaño de varios países europeos. Su gesta, literariamente equiparable a la Iliada y al poema de Gilgamesh, está narrado en el que Le Clézio considera uno de los libros más bellos: Relación de Michoacán “la epopeya maravillosa del antiguo pueblo puré”. Es Pátzcuaro el bosque sombrío, salvaje y mágico, el centro del lugar de la fundación de su dios supremo Curicaueri; una puerta del cielo descubierta por Uápeani y Pauácume, los hermanos protagonistas de la singladura, traicionados y muertos después para dar paso al más grande de los reyes purépechas, Tariácuri: “como los héroes de todas las epopeyas, Tariácuri ha entrado en vida en la leyenda. Es el primer rey de Michoacán convertido en el igual de un dios, el que está en lugar de Curicaueri en la tierra”. Sus sobrinos Hiripan y Tangáxoan ensancharán el reino hasta ocupar más de cien mil kilómetros, merced a sus inigualables tácticas de guerra con las que sometieron a más de dos millones de súbditos. Pero como todo imperio cae cuando traga más de lo que puede digerir, una década después de la conquista de México–Tenochtitlan, el último cazonci, paralizado por la superstición y el fatalismo, es derrotado por los “teules” que en cabeza de Nuño Guzmán, vienen por su oro “estiércol del sol” y su plata “estiércol de la luna” ¡y se acabó la bulla!

La cuarentena (1998)

Obra épico-dramática, capital dentro de la narrativa de Le Clézio. Su argumento es más o menos así: Amenazados por la epidemia de cólera; con apenas unas cuantas raciones de arroz y pescado en salazón y un barrilito de aceite, los viajeros en tránsito a Isla Mauricio esperan el arribo del Ava, el barco que habrá de recogerlos, pero que, con el paso de los días se convierte en superstición. Para colmo, en la pequeña isla Plate cunde la enfermedad y la peste, por lo cual, la mitad de los habitantes se alojan en un remedo de hospital llamado La cuarentena. Pero al narrador lo que lo perturba es saber que allí mismo, diecinueve años atrás, padeció enfermo y baldado un genial poeta francés, borracho, harapiento y escandaloso que en medio de la fiebre insultaba a los médicos y gritaba, “Tengo que casarme en Francia, ¡Cómo voy a encontrar esposa con una sola pierna!” Era nadie más y nadie menos que Rimbaud.

El éxtasis material (2010)

Este libro del Nobel francés, es un ensayo hecho de ensayos que evidencian actitud metafísica, profundidad filosófica, saber lingüístico, talante poético, y, sobre todo laudable altura moral. Hay que ver no más cómo en las primeras páginas reflexiona sobre el no ser, es decir, sobre la extraña condición de no estar ni muerto ni vivo; sobre una idea como para un megalómano: la de que con o sin uno, al universo no le falta nada. Frases como las que cito a continuación son suficientes para columbrar la visión de mundo y el pensamiento de este entrañable escritor que engalanó un Hay Festival de Cartagena con su participación:

“La piedad es intolerable, el amor es dominador, la virtud es hipócrita y la caridad lujuriosa.” “Hubiera podido nacer en cualquier lugar. Nací aquí por azar. Pero este tipo de azar pronto se convierte en un destino”. “Cuando no había nacido, cuando nadie había nacido, estaba esa larga noche incognoscible: todos signos expresados juntos, sin ser percibidos, trazando el cuadro completo que no tiene sentido”.

No pocos capítulos del texto corresponden a un género híbrido; son mitad relato y mitad reflexión, pero con un mismo sustento en un lenguaje estético, no exento de lirismo. Baste con mencionar, Asesinato de una mosca, El porvenir, La trampa, Conciencia, El espejo, pero sobre todo, el que hace las veces de bello colofón, EL SILENCIO: “Cuando esté muerto, estos objetos que me han conocido dejarán de odiarme.” ¡Libro a todas luces pedagógico, que hace pensar!

Mondo y otras historias (2010)

Con la sensibilidad propia de quien sabe que no es lecho de rosas todo lo que llamamos modernidad, progreso y civilización, las historias que conforman este volumen son una reconciliación con un mundo, dijéramos rousseauniano; un mundo que oscila entre lo mítico y lo onírico; entre lo primitivo y lo fantástico, en el que Hölderlin estaría dichoso por aquello del protagonismo de la naturaleza. Así, al joven Juba, la rueda del tiempo lo lleva a Egipto y lo trae de nuevo a su aldea y Daniel abandona su mundo cotidiano y se va a descubrir el mar. Todos los protagonistas de estos relatos ricos en ritmo y sonoridad, como es común en Le Clézio, rompen con su mundo y buscan la aventura.

El buscador de oro (2008)

Novela de alta densidad literaria y de interés como libro de viajes, proveniente de la pluma del flamante Premio Nobel de 2008. Hacia Rodrígues en busca de un tesoro, se dirige el mauriciano Alexis L’Étang. Conoce la soledad y la anchura de mar; el amor y la aventura; el firmamento y la nada, a bordo del Zeta, el barco que más que conducirlo de isla en isla, lo hace viajar a través de sí mismo. La novela es un palimpsesto de La línea de sombra y La isla del tesoro, y, su personaje tiene mucho de Lord Jim, de Jim Hawkins, del Ahab de Melville y de Robinson Crusoe. Entre tanto, en Europa está a punto de estallar la Primera Guerra mundial.

Viaje a Rodrigues (2008)

Evidente continuación de El buscador de oro, este libro ya no está narrado en el tono épico de su antecesor, porque en éste, la aventura decae a favor de la reflexión y cierto patetismo. Ochenta años después de la búsqueda del improbable tesoro de un bucanero, el nieto de Alexis L´tang recorre sus pasos para entender por qué su abuelo agotó sus fuerzas y su vida excavando para  encontrar nada. Se siente el eco de la mejor literatura de viajes, desde la leyenda de Jasón y los argonautas hasta el mito de Robinson. Se siente la luz del silencio y el soplar del viento cargado de espuma de mar y polvo, se siente la fuerza lírica de uno de los mejores escritores vivos de Francia.

 El día que Beaumont conoció a su dolor (2009)

Razón tenía Kundera al decir que cuando Descartes expresó, “pienso, luego existo”, subestimó el dolor de muela. Este relato de Le Clézio trata de la pesadilla en la vigilia, ¡tan kafkiana!, de lo insoportable que es el dolor físico; de la hiperlucidez que produce, al punto de percibir “el sonido que provoca un gusano al avanzar por las capaz interiores de un trozo de madera”; pero sobre todo, de la sensación de total desamparo y soledad que un dolor trae aparejado.

 

Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945). Premio Nobel 2014

El “pedigrí” literario del premio Nobel francés de 2014 no se parece en nada al de su antecesor Le Clèzio, cuya obra es más exótica, diversa; de contacto con lo mítico y de más variedad de espacios narrativos, generalmente remotos. El ámbito de Modiano es enteramente urbano, casi exclusivamente parisino. Sus calles, bulevares, parques, museos, universidades, teatros, cinemas, estaciones, y, sobre todo cafés, son el espacio, no tanto de encuentro, sino  de desencuentro de sus personajes, casi anodinos que comparten sus acechanzas, temores y fracasos, agudizados por el tráfago y el ritmo de la urbe. Así lo vemos en El horizonte (2010), novela en la cual dos personajes que, como la Maga y Oliveira de Rayuela también se encuentran y se desencuentran en París. La inmigrante Margaret Le Coz, da con el autoexiliado escritor y librero Jean Bosmans, para unir la soledad del uno con la del otro. Aquélla huyendo de un pasado berlinés y de un acosador, y éste, huyendo de su madre y de un ex cura, que lo persiguen para sacarle dinero a las malas. El encuentro es ilusorio: No hay comunicación debido a la zozobra en la que viven. Pasan cuatro décadas y Modiano (o el narrador) busca que se encuentren de nuevo… pero el final es dudoso y abierto.

Buen complemento para esta novela, sería La hierba de las noches (2014), en la que un escritor fracasado reconstruye, a partir de anotaciones e hilachas de recuerdos, su vida  al lado de una mujer evasiva y ambigua, con carita de “yo no fui”, pero con antecedentes criminales. Modiano maneja elementos de trama policíaca, pero la novela no encajaría nunca en ese género; sostiene un ambiente de intriga, pero su resolución queda en el limbo, a la imaginación del lector.

Libro ineludible es Trilogía de la ocupación (2012). La primera parte, El lugar de la estrella, tiene como protagonista a Raphaël Schlemilovitch, un judío colaboracionista (es decir, sapo) que, aprovechando su condición de ricacho, penetra en las altas esferas nazis para que no lo toquen; amante de Eva Braun y confidente de Hitler, se autocalificó “el judío oficial del Tercer Reich”. Su cinismo y autoironía convierten esta novela en la más humorística y mordaz de Modiano.

La segunda parte, La ronda nocturna, es la picaresca francesa en el siglo XX. Se trata de una cofradía de hampones que, amparados en su calidad de Gestapo francesa, roban, secuestran, extorsionan, torturan y se reúnen en un palacete para beber, desmadrarse y repartir botín. Allá llega el protagonista alias Lamballe, como espía del inspector más corrupto de París, quien lo envía a espiar a una banda que le hace competencia. Cuando la contacta, ésta lo contrata para lo mismo, de modo que, al quedar navegando en dos aguas, sella su destino. El final es tan inminente, que no requiere ser narrado. El tríptico se cierra con Los paseos de circunvalación, uno de sus relatos más autorreferenciales, sobre todo en lo que atañe a la relación con su padre.

Démosle un vistazo al tema de otras obras del autor, aclarando que (como las de Le Clézio) tienen la fecha de publicación de la edición española:

Dora Bruder (2014)

Una novela (la más afamada de Modiano) en la que el autor francés demuestra que una trama puede ser episódica, discontinua, estar hecha de fragmentos, como si se juntaran publicaciones de diversas noticias en periódicos y documentos de archivo encontrados aquí y allá (a guisa de como hace Rodrigo Rey rosa en El material humano, a propósito de las dictaduras en Guatemala). Modiano enseña también que, el pasado es brumoso y pantanoso; que se reconstruye como en Cervantes “por conjeturas verosímiles”. Por eso muchos párrafos referentes al destino de Dora (una hermana espiritual y literaria de Ana Frank) comienzan con pensamientos en voz alta del narrador, tales como: “Nunca sabré”, “Me pregunto qué pasó”, “¿La detuvieron en la calle porque no llevaba estrella?” “Ignoro si Dora Bruder se enteró enseguida de la detención de su padre. Supongo que no”, “Nunca se sabrá qué preguntas tuvo que responder Ernest Bruder”, “Es posible imaginar su angustia”, “Me pregunto qué hizo Dora Bruder el 14 de diciembre de 1941 en los primeros momentos de su fuga”, “Ignoro si…”, “¿En qué momento y por qué razones…?” tal cosa tal otra y así.

El tema de la novela es producto del zoom que la mirada de un autor aplica a un drama de miles para verlo en una situación concreta y así, sacarlo del mundo de las estadísticas o del relato histórico, para hacerlo patente, real. Es lo mismo que muestra la película de Rose Bosch, La redada (2010) protagonizada por Mélanie Laurent y Jean Reno. Los franceses entregan a los nazis a miles de judíos para que se los lleven a los campos de concentración. Dora es ella y mil más.

Más allá del olvido (2014)

Treinta años después del primer encuentro (que significó una furtiva relación amorosa de varios días) y a quince años del segundo (esta vez sólo para maltratarse con los recuerdos) un escritor evoca cómo se formaron, se alimentaron y se esfumaron sus ilusiones con una mujer que, como todas las creadas por el autor, no entiende nadie. El narrador protagonista, como siempre en las novelas de Modiano, deambula por París, abandonado a su suerte, y da con una fulana que también vive al día y engatusa a todo ingenuo que se acerca a ella tentado por su belleza y su carita de yo no fui, pero que sabe sus artimañas.

Libro de familia (2014)

Escrito en el mismo tono y recurriendo a los mismos motivos de sus otras novelas, este “libro de familia” confronta de nuevo a Modiano con su pasado, esta vez más con su adolescencia que con su pesarosa infancia. Cuenta cómo su madre, igual que aquella Evelyn de Joyce, tuvo la oportunidad de irse a EE.UU. para cambiar de vida, pero a última hora decidió quedarse; cuenta también, cómo él y su padre quedaron como mosco en leche en una espantable reunión de burgueses dedicados a la cacería y a hablar de esa afición con ostentación. Escarbando en su pasado, también reconstruye el momento de la inminente ocupación de París por los nazis.

Accidente nocturno (2014)

A raíz de un accidente debido a que una noche se le atravesó a un auto, el narrador (que no es otro que el mismo Modiano) se obsesiona por conocer a la mujer que iba dentro del coche y que también fue a parar al hospital. Es una constante en las novelas del Nobel, buscar a una mujer que, conforme (por pura casualidad) se le aparece en su vida, así mismo se le pierde. La historia en este libro (como en casi todos los de Patrick) consiste en compartir recuerdos superpuestos; unos son de hace quince años y otros de hace treinta. Unos y otros no son más que el pretexto para habitar mentalmente en el pasado y sacarle el cuerpo a la vejez que ya se le viene encima.

Tan buenos chicos (2015)

Esta entretenida obra del Nobel, se lee como novela o como relatos independientes conectados por la misma voz narrativa y los lugares y época en que ocurre la narración. En general son historias de adolescentes burgueses en un internado, evocadas por quien los conoció. Por ejemplo, un hijo de Daddy y Mammy, que ya casado, aún tiene tutor para que lo cuide; un vividor que le saca todo al padre de su novia; otro que vive en el mismo apartamento con su esposa y su querida (a la que aquélla le da ropa); pero el mejor relato es el del que deseaba a la mamá de su mejor amigo, y el tiempo se la puso en bandeja.

Ropero de la infancia (2015)

En una ciudad imprecisa de la costa norte de África, un guionista de radio (con trazas de Modiano, como siempre ocurre con su personaje principal) conoce a una mujer que vive al día, y a la que él, haciéndose pasar por un tío, le paga cada nada la deuda del hotel para que no la echen a la calle. Lo hace porque cree que ella es la hija de una actriz de baja estofa (como lo fue la madre de Modiano) de la que se enamoró sin réditos hacía 20 años en París. Así pues, la narración entrecruza dos espacios y dos tiempos, pero el protagonista vive simultáneamente en los dos, y en los dos le pasa lo mismo, es decir, la mujer lo ilusiona, lo caramelea y al final se le pierde.

Discurso en la Academia Sueca (2015)

Pronunciado el 7 de diciembre de 2014, este discurso de Modiano es una sucinta autobiografía expresada de forma emotiva y poética. Confiesa que terminó escribiendo porque, cuando hablaba, los adultos lo callaban. Explica que su infancia es la materia prima de todos sus libros y lo que significó haber nacido en 1945. De que su arcilla primordial fueron los internados y el abandono de sus padres, no cabe duda. Deja claro que un novelista es el peor lector de sus propios escritos y es categórico al afirmar que el lector sabe más de un libro que el propio autor. Y ahora entendemos mejor, por qué sus personajes siempre cargan unas libretas llenas de notas.

Catalina Seguridad (2014)

Historia amena y sencilla, sobre una niña aprendiz de bailarina, que crece al lado de su padre comerciante, porque su madre se ha ido a vivir a Estados Unidos. Desde este país, muchísimo tiempo después, Catalina recordará con nostalgia esa vida parisina de su infancia, en la que aprendió que no vale la pena vivir de apariencias. Ubérrimo en valores, este relato viene acompañado de magníficas ilustraciones, que apreciará sólo quien se fije en los detalles. Por supuesto, el libro está dirigido más que todo a un público infantil.

Un pedigrí (2007)

 Por su carácter autobiográfico,  esta es la obra esencial de Modiano. Relato íntimo, sincero y conmovedor sobre su infancia y adolescencia en los internados de régimen militar en los que sus desprendidos  e irresponsables padres lo abandonaron una y otra vez. Eran un par de aventureros que andaban cada uno por su lado: Su madre, bailarina de tercera, era cínica; le enviaba mensajes como: “Muchacho, no creas que me olvido de ti, pero tengo tan poco tiempo para mandarte paquetes” y su padre esperó seis años para hacerle una visita y darle ánimo. Con su madre recurrió al robo para salir de afanes, y eso los unió un poco; con el padre las “relaciones” se redujeron a un cruce de cartas llenas de odio, hasta que nunca más volvió a saber de él. Sólo la narrativa testimonial del austriaco Bernhard podría superar estas memorias. 

Así que, si Modiano, socialmente nunca tuvo ningún “pedigrí”, literariamente le sobra. ¡El resto es silencio!

A estas dos figuras señeras de las letras francesas, ¡Gracias por su literatura!