EL CUENTO DE LA CRIADA: MARGARET ATWOOD (SALAMANDRA)

En Gilead, ciudad distópica creada por la genial escritora canadiense, las mujeres están, según su rol, clasificadas así: Econoesposas, que, a guisa de las mujeres que parieron en las cárceles de la dictadura argentina, tienen hijos que les quitan apenas crecen; las Esposas de los Comandantes, que son apenas un atributo de estos; las Criadas, que remplazan en todo a las Esposas (asegurando así supervivencia y privilegios); las Marthas, que hacen todos los oficios y sirven de informantes; las Tías, principales esbirros del régimen, y, por último, las No mujeres, que ya no son útiles y se les confina a “las Colonias”, es decir, el exilio definitivo, preámbulo de la muerte.

¿Por qué existe este lugar y cómo llegaron allá? Pues porque cualquier día un poder oculto así lo dispuso; porque el mundo es de inspiración kafkiana y orwelliana; porque Nietzsche no inventó nada al decir que el Estado es el más frío de los monstruos, y porque los humanos siempre estaremos fraguando utopías. La novela es inquietante porque muestra que el ser humano rápidamente se puede acostumbrar a todo: “ya estábamos perdiendo el gusto por la libertad, nos parecía que estas paredes eran seguras”.

Pero es inquietante también porque deja entrever un futuro (que ya se está viendo) en el que la ética y los sentimientos ya habrán cedido por completo ante las relaciones meramente transaccionales, ante el sentido práctico: “Nuestra misión es la de procrear: no somos concubinas, ni geishas, ni cortesanas. Al contrario, han hecho todo lo posible para apartarnos de esa categoría. No debe existir diversión con respecto a nosotras, no hay lugar para que florezcan deseos ocultos, los favores especiales están vedados tanto para ellos como para nosotras, no hay ninguna base en la que pueda asentarse el amor. Somos matrices con patas, eso es todo:”

El cuento de la criada es una ficción a la que no le ha faltado materia prima para tomar de la realidad; es una inteligente y filosófica alegoría de lo que ha ocurrido sobre todo en el siglo XX bajo las distintas formas del Gran Hermano. Al fin y al cabo la misma autora, como bien lo dice en el prólogo, “En determinadas circunstancias, puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar.”

SEPULCROS DE VAQUEROS: ROBERTO BOLAÑO (ALFAGUARA)

El escritor chileno más celebrado y comentado del siglo XXI, sigue escribiendo después de muerto, y, a juzgar por las tres novelas contenidas en este volumen, escribe cada vez mejor. La primera, Patria, está hecha de veinte fragmentos, al estilo de Dora Bruder, de Modiano. El personaje recurrente es Rigoberto Belano, plausible trasunto o alter ego de Bolaño, y, el “pinochetazo” es el evento histórico que discurre como una corriente subterránea a lo largo del texto. Buen ejercicio para iniciarse en la literatura de Bolaño, sería leer como relatos independientes algunos capítulos como “El imbécil de la familia”, “La joyita de la Luftwaffe”, o “Family Plot”. La segunda, es la que le da el título al libro, y narra la peripecia de Belano para salir de Chile hacia México y cómo el personaje-autor se fue mejicanizando. En esta novela, Bolaño explaya más el golpe militar de 1973.

La tercera, Comedia del horror de Francia, dedicada a sus hijos, acude a gran artilugio de muñeca rusa o caja china, que hace de André Bretón el protagonista de un cuento surrealista sobre los surrealistas, contado además por teléfono.

 

PUTAS ASESINAS: ROBERTO BOLAÑO (ALFAGUARA)
Esta nueva edición de uno de los más afortunados libros de cuentos de Bolaño, es una gran oportunidad para acercarse a su atrayente universo narrativo. En el cuento que le da el título al libro, una mujer escoge a su víctima mientras la ve en la televisión. Contacta al hombre, lo engatusa, lo lleva a su casa, lo tortura, y, presumiblemente, lo mata. «Fotos», es una sola oración (pues carece de párrafos y puntos) de diez páginas, en la que el narrador describe lo que ven los ojos de Belano en un álbum: un montón de fotos de poetas franceses que, sabrá dios quién los conoce. «Carnet de baile», ya no es una sola parrafada como «Fotos», sino que consta de 69 oraciones enumeradas, cuyo contenido es magnífico: la relación de Bolaño (o su trasunto, Belano) con la poesía chilena. La aversión hacia Neruda es más que evidente. El cuento parece una extensión de la novela póstuma Sepulcros de vaqueros (comentada arriba). En «Gómez Palacio», Bolaño da cuenta de cómo se iba muriendo de aburrimiento cuando se fue a enseñar letras a una horrible (como su nombre) ciudad del norte de México. Y en el último cuento de los trece que trae el libro, relata cómo se encuentra en un sueño con el poeta chileno Enrique Lihn (quien es el protagonista de una novela de Jorge Edwards).
LA SANGRE DEL CORDERO: PETER DE VRIES (JUS)

El personaje protagonista de esta magnífica novela, bien puede considerarse hermano espiritual del salvaje de la reciente novela de Guillermo Arriaga. Al judío holandés instalado en Chicago, Don Wanderhope, le pasa de todo, como si su destino fuera ser depositario de tragedias que un dios perverso fabrica: “¿Quién querría crear una flor perfecta para pisotearla luego? En este edificio mueren niños y en el de al lado, ratones. Para Él, a quien no se le escapa ni el pajarillo que cae a tierra, no hay distinción”.Primero fue su hermano, que se supone era el más sano de los dos; pero al que le tocó la balota que decía: pulmonía. Después siguieron, la novia, víctima de la tuberculosis; el padre, atacado por la locura; la esposa, que se suicidó, y por último, su hija apenas adolescente, víctima de la leucemia. Los últimos capítulos hacen aún más conmovedora la novela, de lo que ya es, porque plantean la desigual lucha entre ciencia, es decir medicina, y destino.

Nada más inquietante que esta certeza expresada por un mismo médico: Eso es la medicina: el arte de prolongar la enfermedad. Y nada más conmovedor e impactante que la profunda y dolorosa exclamación de Carol a su padre después de meses y meses de inútil tratamiento: “Ay, papi, no puedo más”.

La novela es de irrefragable hondura metafísica y de mucho cuestionamiento a la ciencia y a la religión. Don es el personaje que más nos puede poner a pensar sobre la vida, sobre la existencia, sobre el sufrimiento, con reflexiones como esta: “Pero la hora llega en que la vida, después de colmarnos de joyas sin pedir nada a cambio, comienza a chuparnos la sangre a cambio de bisutería. Y esa hora había llegado.”

 

 

UN LUGAR TRANQUILO: FEDERICO VÉLEZ (TRAGALUZ)
Novela ganadora del reciente Concurso de Novela y Cuento Cámara de Comercio de Medellín, cuyo autor bien podría ser un hallazgo de la novelística colombiana.
La novela acude al pastiche, al lenguaje del comic, y, en general a una escritura de género híbrido. Sus personajes, Nora, Luisa, Jorge, Martín, Charles y Rebecca (la más compleja de todos) gozan de la vida en Canadá, como en un permanente carpe diem. Los congrega la amistad, la música, el vino, y, por supuesto, el sexo. Por ello, la novela, si no se emparenta con Castillos de cartón, de Almudena Grandes, si nos la recuerda mucho. La trama de la novela, de estructura musical, pues está hecha de movimientos, se enriquece con epígrafes citas literarias, letras de canciones y anécdotas de autores ( como por ejemplo, la relación de Hemingway, Colette, Twain, Dickens, Eliot, Fitzgerald, Cortázar y Borges, con los gatos) y, asimismo con los dibujos.
EL MATERIAL HUMANO: RODRIGO REY ROSA (ALFAGUARA)
Este libro que se puede catalogar como novela–documento; novela–testimonio, o novela –archivo, es en todo caso un esfuerzo de su autor–narrador por hacer hablar a los muertos; por no dejar que sus voces ahogadas por la represión y la intolerancia de sucesivas dictaduras en Guatemala, se pierdan del todo en el fárrago de la Historia oficial. Y para conseguirlo, Rey Rosa apela a diversos formatos que harán creíble su narración: fichas policiales (121 en total), cuadernos, libretas, documentos, y una historia fragmentada en forma de diario, que demuestra que la realidad puede llegar a ser más absurda que la ficción. No en vano Rodrigo nos advierte al inicio que “Aunque no lo parezca, aunque no quiera parecerlo, ésta es una obra de ficción”. El narrador, un poco a la manera de ese don José de Todos los nombres, de Saramago, casi se pasa a vivir al Archivo en donde reposan miles de fichas que revelan la terrorífica verdad de lo ocurrido en Guatemala desde el festín de su primer dictador del siglo XX, el general Manuel Estrada Cabrera. El siniestro desfile de dictadores incluye a Ubico, Castillo de Armas, Ydígoras Fuentes, y a todo el muestrario rocambolesco bajo cuyos gobiernos desapareció medio país, siguiendo el principio simple y cínico, pero efectivo de “fusilen que después se averiguará”.
CONJUROS: FELIPE GARRIDO (MALPASO)
Este autor mexicano desarrolla un género consolidado (si no inventado) por los españoles Luis Mateo Díez y  José María Merino: Cuentines, llamados así por su extensión. Como máximo una página. Los de Garrido ( muchas veces sorprendentes)  son ejemplo de prosa precisa, elegante y no pocas veces poética, y se diría que están envueltos en una atmósfera de nostalgia.Explayar el comentario sería inútil, lo mejor es ofrecer una muestra:
«Nocturno
– Hace tanto tiempo -me dijo al oído, jadeante todavía, y se acodó a mi lado desnuda como el viento.
    Sombras sobre sombras; una línea de luz en las caderas. Sus ojos brillaban en secreto. Comencé a besarle las axilas; bajé a mordiscos por el perfil de luna; me detuve en las corvas; la escuché respirar.
   -Sígueme soñando -le supliqué-. No vayas a despertar.»
VIAJES CON UN MAPA EN BLANCO: JUAN GABRIEL VÁSQUEZ (ALFAGUARA)
Lo primero que se puede decir del nuevo libro de Váquez, es que es muy útil. ¿Para quién? Para lectores de novela, pero sobre todo, para profesores y estudiantes de literatura. Se basa más que nada en las teorías de la Novela de Kundera y de Steiner, pero también en su experiencia como lector consumado. Si bien los ensayos carecen (por fortuna) de jerga académica, no por ello carecen de rigor. Maneja con gran profundidad y apasionamiento sus tres grandes referentes: Cervantes, Konrad y Vargas Llosa, de quien, por cierto, da las claves para leerlo bien. Vásquez argumenta porqué la Novela es el mejor invento del Hombre par indagar precisamente en lo humano, y porqué la Novela le lleva ventaja a la Historia y al periodismo: «La historiografía y el periodismo nos informan sobre lo que ocurrió; solo la novela puede contarnos lo que existe detrás de lo ocurrido, lo que está oculto o  es invisible, e incluso lo que no ocurrió pero hubiera podido ocurrir
Bastante plausible es su idea de que las obras de Shakespeare  tenían argumento de novelas y les quedó pequeño el teatro. El libro del autor de La forma de las ruinas, es un llamativo  curso de teoría literaria,  necesario, pero también dispensable, puesto que una de las mejores ideas que desarrolla y que muchos críticos no entienden, es la de que cada novela (desde Don Quijote) trae implícita su propia teoría de la Novela.
TRATADO DE LA INFIDELIDAD: JULIÁN HERBERT, LEÓN PLASCENCIA ÑOL (MALPASO)
Los relatos de este autor mexicano que tiene entre sus antecedentes haber sido miembro de bandas de rock, son en su estructura  fragmentarios y versátiles ( incluyen, por ejemplo, el diario, el informe y la descripción fotográfica), y, en su contenido, desenfadados. Las aventuras amorosas que narran, están salpicadas de ironía y humor. Por supuesto, la afición del autor hacia la música, se cuela en sus páginas:
LUNES
Todo un fin de semana recuperando las fuerzas. No hicimos nada. Solo escuchar música. Mahler, Bach, Coltraine, Monk y Dylan.
Herbert narra con economía de medios, con una sintaxis austera, para decir exactamente lo que quiere decir:
MARTES
Los pezones de Shino adquieren un aura mágica. Quisiera arrancarlos a mordidas. Creo que empiezo a recuperarme. He dejado de sangrar. Aumenté de peso. El mundo no se acaba, Nita sí.
Es, en definitiva una rareza de libro y de autor, que bien vale la pena asumir como una alternativa en literatura.
DOMINGO: IRÉNE NÉMIROVSKY (SALAMANDRA)
Cada regreso de esta genial narradora (una de las mejores del siglo XX), es un feliz regreso, y Domingo no es la excepción. Lo excepcional es que el nuevo libro no contenga una novela sino quince cuentos en los que no abandonó su prurito de mirar críticamente la sociedad burguesa de su tiempo. Es así como en “La Ogresa”, una madre a la que bien le cabe el adjetivo, quiere hacer de sus hijas la artista que ella no fue, así no tengan talento. La ambición, la necedad y la falta de principio de realidad, la hacen persistir, a un costo demasiado alto. ¿Quién mejor que Iréne para dar testimonio de lo que es una mala madre?
“No hay nada más peligroso que el deseo insatisfecho de una mujer. Se las arreglará para que sus hijos se harten de la fruta que a ella le negaron, aunque esa fruta les siente mal: les hará tragar la piel, la carne, el hueso, todo, hasta que se ahoguen.”
En ese sentido, el canto de cisne del libro es el cuento que le da el título. “Domingo” muestra cómo dentro de un hogar, madre e hija ocultan sus verdaderos sentimientos; la feroz envidia de la frustrada mamá hacia la probable felicidad de su hija:
“¡la madre, la eterna enemiga, la vejez chocha que no comprende nada, que no ve nada, que se encierra en su concha y sólo piensa en impedir que la juventud viva!” ¡Qué cachetada tan fuerte, Iréne!, ¡A cuántas no les caerá el guante!
Todo es extraordinario en la autora de El baile: la perfección de los diálogos, la inquietante intensidad de los monólogos, las comparaciones y descripciones, el magistral desarrollo de las tramas, la manera de presentar sus personajes, y la implacable mirada sobre la sociedad y el género humano.
Esta escritora francesa, que fue gaseada por los nazis a la edad de 39 años, es no sólo una escrutadora de los sentimientos, como queda visto, sino una examinadora de las consecuencias de la guerra. Esto último se hace evidente en dos relatos. El primero, “Aíno”, en el que, en el contexto de la guerra ruso – finlandesa, una casa habitada por burgueses, termina siendo habitada por fantasmas. El segundo, “El desconocido”, que bien podría haberse desgajado de Suite francesa, muestra cómo la guerra mueve sus fichas de la forma más impredecible, irónica, y, por supuesto, trágica: Un soldado francés mata a un alemán, y después descubre que era su hermano.
Son quince cuentos en los que Némirovsky nos toca, porque toca la vida; quince cuentos como para leer sin pestañear todo un “domingo”.
CUENTOS DE AMOR: JUNICHIRO TANIZAKI (ALFAGUARA)
Junichiro Tanizaki es uno de los autores más prolíficos que ha dado el Japón, sus treinta volúmenes que incluyen Novela, Cuento, Teatro y Ensayo, así lo confirman. Los cuentos de amor, son once joyas que se caracterizan por sus inquietantes atmósferas, misteriosos personajes, finales abiertos, y por estar conectados con la tradición literaria japonesa. Por ejemplo, en “Tatuaje”, hay una clara reminiscencia de La casa de las bellas durmientes, de Kawabata, pues el tatuador se hunde en la contemplación de la niña cuya piel se dispone a tatuar: “Seikichi cerró las puertas exteriores de papel translúcido, y tras recoger los instrumentos de tatuar se sentó delante de la joven. Transformó su ocio en embeleso y permaneció un buen rato absorto. Por primera vez gozaba de su belleza.”
En “El secreto”, el misterio corre por cuenta del travestismo (auspiciado por un kimono, un sofisticado maquillaje) y por la presencia de un templo budista en el ámbito urbano. Y en “Los pies de Fumiko” (posiblemente el mejor cuento), no sólo se trata el clásico fetiche oriental del pie femenino, sino que se comprueba que Oscar Wilde tenía razón en eso de que la vida imita al arte: “Más bien daba la impresión de que Fumiko no reproducía a la mujer del grabado, sino que era esta quien imitaba a Fumiko; que Kunisada había retratado a la propia Fumiko.”
Todos los cuentos de este escritor que murió en 1965, parten de los motivos más sencillos, cosa que se evidencia desde los títulos: “La flor azul”, “El mechón”, “El guapo”, “El fulgor de un trapo viejo”. Y toda su escritura parece sugerir que escribir puede llegar a ser algo muy fácil.
LOS AMORES DE NISHINO: HIROMI KAWAKAMI (ALFAGUARA)
Del talento de Hiromi Kawakami, ya teníamos noticia por su exitosa obra El señor Nakano y las mujeres. La nueva novela de la escritora de Tokio, bien podría haberse titulado, Nishino y las mujeres. El personaje es una especie de don Juan o de soletero del año, que a pesar del cinismo, el despotismo y el descaro con que trata a mujeres de distintas edades, condición social y estado civil, las atrae a todas como si se untara miel, “como las polillas a un foco de luz, apenas sin ser conscientes de estar dando el primer paso.”
Aparte del logro narrativo de hacer que cada capítulo de la novela pueda leerse como un relato autónomo, el gran hallazgo de Hiromi en Los amores de Nishino, es mostrar lo ambiguos y contradictorios que son los sentimientos, y que no hay nada más obsoleto que el romanticismo, pues todos los personajes saben cuándo comenzar un amor y cuándo terminarlo, no importa si se está verdaderamente enamorado o no; que hay amores largos y hay amores cortos, pero todos son eternos mientras duran. Se les da cierre como quien cierra una ventana, sin preguntas, sin quejas…sin llanto.