Rao Pingru
Salamandra
Este libro, de hermosísima edición, cuenta la historia de uno de esos matrimonios que en la Modernidad Líquida ya casi no se ven en ninguna parte. Rao Pingru (el narrador y dibujante de la historia) y Mao Meitang, su esposa, vivieron juntos hasta que la muerte de ella los separó. Él vive en Shanghái, a sus 96 años, con su familia, y en memoria de todo lo que compartió con Meitang, escribió y dibujó el libro en 2013. En primera instancia el libro es una historia de amor y una biografía doble; pero en el fondo es la Historia de China en el siglo XX, con énfasis en la guerra con Japón, la Guerra civil, y, sobre todo, la hambruna que por cuenta de Mao Zedong (a quien nunca se le nombra) se vivió entre 1949 y 1953. Pingru sufrió mucho las consecuencias de haber sido oficial del ejército nacionalista, a pesar de que primero fue héroe en la guerra contra Japón. La novela es también un retablo de costumbres (sobre todo gastronómicas) que, salpimentado con poemas e ilustraciones, brinda toda una experiencia estética.
Enrique Santos Calderón
Debate
Un libro de memorias es por su naturaleza un híbrido entre Historia, autobiografía, ensayo, crónica y creación literaria, pero ninguno de estos géneros en particular. Los mejores libros de memorias (formato que la posmodernidad ha ido posicionando cada vez más), son los que ofrecen perfecto equilibrio en los géneros mencionados, y el presente volumen es ejemplo de ello. Impecablemente escrito (puedo señalar 3 o 4 gazapos insignificantes: “él nunca a iba reconocer”, “Jaramillo llamo ahí mismo”, “con lo todo que se ufanaba”) por cuanto detenta esa característica que alguna vez señaló Gabo, de que leída una frase no se pierde ni el impulso ni las ganas de leer la que sigue. Se nota la mano del buen periodista de medio escrito y la cultura de quien lee mucho y bien. La escritura de Santos es mesurada, reposada y con prurito de veracidad, así la carga subjetiva (inevitable porque se trata de memorias, y si no, entonces ¿qué gracia?). ¿Memorias de qué? Pues de todo lo que ha pasado en el país que a él le tocó, que es como decir, dos tercios del s. XX y lo que va del XXI, todo ello registrado por el diario El Tiempo. El valor documental del libro es invaluable, por cuanto da cuenta de, por ejemplo, el origen (y las causas) de la guerrilla, el Frente Nacional, la rebeldía de los sesenta, la caída de Allende; la larga oscura noche que le llegó a Colombia por cuenta del narcoterrorismo y paramilitarismo, el proceso 8000 y, finalmente, el colofón del conflicto armado.
Todo lo que Enrique Santos describe, también lo analiza, lo valora con sesgos dirán algunos lectores; pero yo diría que con honestidad). Es cierto que, haciendo sumas y restas, el Estado colombiano, en perspectiva histórica, sale muy mal parado por “inoperante y débil” y que cada presidente (incluido su hermano, a quien básicamente lo que más le reprocha es haber comprometido la libertad del diario El Tiempo) recibe, en su juicio, lo que le toca, y, es ahí donde el libro puede herir más susceptibilidades; pero, justamente su valor es el de no conchabarse con la idea de ser políticamente correcto (muy al contrario, toma posición y propone debate), por lo cual, el libro termina siendo en últimas, toda una lección de periodismo.
Arturo Pérez-Reverte
Alfaguara
Una lectura superficial de esta trepidante novela nos revela la singladura de Negro, un perro que busca a sus dos mejores amigos, que fueron secuestrados por humanos con perversos motivos. A uno, para utilizarlo como semental, y a otro, para explotarlo como perro de pelea. Negro se da maña para dar, no sólo con ellos, sino con una cantidad de congéneres que se encuentran en condición de esclavitud. El final es una rebelión al estilo de Espartaco.
Pero una lectura profunda de la novela, nos ofrece una evidente alegoría de la maldad del Hombre y de su degradación como especie, tal vez con la esperanza de que nos veamos desde el punto de vista de una de las especies a la que con diversos pretextos sometemos. La conclusión es que el Hombre, además de ser lobo para el Hombre, también lo es, para el perro.
Jorge Volpi
Salto de página
Escrita en once secuencias en versos libres, esta novela es una escalofriante alegoría del Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial.
En un pueblo cercano al “oscuro bosque oscuro”. Son reclutados 500 hombres, casi todos ancianos, para conformar el batallón 303 de la policía de reserva, que jubilosos dejan sus oficios (panadero, herrero, comerciante, etc.) para servir a la patria matando insectos:
Cuando veas correr a un insecto, persíguelo, cuando descubras a un insecto en su escondite, denúncialo,
Cuando un insecto te implore demencia, aplástalo.
El libro nunca lo dice, pero es obvio que “insectos” son los judíos y los no arios. El estribillo es:
“Si un insecto te habla, aplástalo,
Si un insecto te mira, aplástalo,
Si un insecto te sonríe, aplástalo.”
Completamente entregado a su ideología fascista, el batallón irrumpe sucesivamente en Vosej (donde exterminan a “dos mil ochocientos doce niños”), Krapol de donde “Cada día parte un silencioso tren lleno de niños”; Trotigg, donde ejecutan en plaza pública a todos los niños (salvo una que le pidió clemencia al capitán) como represalia porque los habitantes se habían sublevado; finalmente en el oscuro bosque oscuro, más niños, que huyen, son cazados como conejos.
Lo inquietante de la novela, que incluye pasajes de cuentos de los hermanos Grimm, es que el lector hace parte del batallón genocida, “Cuantos insectos exterminados por tu cuenta, lector, cuántos”.
Es como si Volpi quisiera concienciarnos de nuestra culpabilidad social, de nuestra indiferencia (cuando no complicidad) ante lo que pasa en el mundo: “Comprendes ahora, lector, que ya nunca saldrás del oscuro bosque oscuro”. “Nadie supo lo que fue de ti, lector.”
Enrique Krauze
Debate
La primera idea destacable de este sesudo volumen, es la de que los latinoamericanos no pensamos América Latina en su conjunto, con excepción de los poetas y novelistas “cuya obra es no sólo latinoamericana sino universal”. Es decir, que no ha habido nada más viable que “pensar Latinoamérica desde la literatura” (el encomillado se debe a mi creación de un espacio académico con dicho nombre en una facultad de Filosofía y letras). En esa medida Krauze es ferviente seguidor de Richard M. Morse, en cuanto al método de “interrogar” la literatura para conocer la Historia. Una lectura de Benito Cereno, de Melville, “encierra muchas claves sobre las dos Américas, la injusticia extrema y la rebelión”, y una interpretación del Coriolano de Shakespeare nos da luces sobre Roma. Krauze (interpretando a Morse y pensando con él) explica la conformación de una episteme de la América española a partir de tres vertientes ideológicas: Santo Tomás, Maquiavelo y Max Weber. Por ejemplo, el exitoso caudillismo en nuestros países, es de inspiración maquiavélica. De importancia capital para Krauze, a la hora de abordar lo latinoamericano (en diálogo con Hobbes y Locke) son el padre jesuita Suárez y Francisco de Vitoria, quienes se anticiparon a Marx tres siglos.
Aurelio Arturo
Visor
¿Cuántos poemas necesitó escribir el bardo nariñense para quedar como uno de los grandes exponentes (a la altura quizás de Silva en suya casa vivió, o, cuando menos, en contienda con la de Barba y De Greiff) de la poesía colombiana? Una treintena y nada más. Catorce comportan el que con mucha probabilidad es el libro más importante de nuestra poesía, Morada al Sur. La presente edición se enriquece con, poemas no incluidos en libro, Yerba y poemas póstumos, Poemas rescatados por los lectores, Versiones de poetas ingleses contemporáneos, y Traducciones de Constantino Cavafis. Es decir, todo Aurelio Arturo está contenido en este volumen. Por el tono, lenguaje y recursos, la poesía de Arturo pertenece tanto a los Nuevos como a Piedra y cielo, y por las formas que maneja tiene un pie en la prosa y otra en el verso libre. En cualquier caso es una poesía libre de todo brillo y elocuencia y de fuerte acento lírico:
“No es para ti este canto que fulge de tus lagrimas/ no para ti este verso de melodías oscuras/ sino que entre mis manos tu temblor aún persiste/ y en él, el fuego eterno de nuestras horas mudas.”
Darío Jaramillo Agudelo
Lumen
Con cuatro poemas, Darío Jaramillo es uno de los tres poetas colombianos presentes en la Antología de poesía en lengua española (1950-2000), Las ínsulas extrañas, lo cual debe entrañar mucho mérito. El presente volumen, nos muestra a un Darío musical, devoto de los gatos, querendón de Bogotá, deudor de filósofos y poetas, y, sobre todo, muy amoroso. El presente esmerado volumen, recopila poemas de Historias (1974), Tratado de Retórica no de la necesidad de la poesía (1978), Poemas de amor (1986), Cuánto silencio debajo de esta luna (1992), Los poemas de Esteban (1995), Del ojo a la lengua (1995), Bogotá mía (1998), Aunque es de noche (1999), Cantar por cantar (2001), Gatos (2015), Sebastián Uribe Riley (2006), Cuadernos de música (2008), Sólo el azar (2011), Fantasmas (2013), Basta cerrar los ojos (2014), El cuerpo y otra cosa (2016), y Algunos inéditos.
Aunque, tal vez decir poesía amorosa sea pleonasmo, es posible que sus mejores poemas son los que tienen al amor por tema; los contenidos en Colección de máscaras son muy profundos (uno de ellos explica la teoría platónica y otro es una poética de la ensoñación), Leído en voz alta (por él mismo), “Razones del ausente” se torna más nostálgico y emotivo, “…díganle que hubo palabras que le hicieron creer en el amor/ y luego supo que el amor dura/ lo que dura una palabra.”
Carlos Uribe Celis
Debate
Dado que la posmodernidad generó a posibilidad de revisar, re-significar, cuestionar y hasta derribar grandes relatos y grandes verdades, el relato (para el caso, los relatos que son los evangelios) sobre Jesús, sin quitarle su áurea de sagrado, también se puede tocar. Es lo que hace Uribe Celis a partir de un método hermenéutico y de un minucioso trabajo lingüístico-filológico. Muestra los diversos errores de traducción que han facilitado cierto manoseo y favorecido sesgos. El libro es importantísimo pues es el mejor compendio de lo judío, comenzando por una muy bien contada Historia de Israel. El capítulo “Pasión y muerte de Jesús” demanda toda la atención del lector, por su carácter nuclear y por cómo está narrado. Con base en los evangelios, en especial el de Juan (que es el más confiable desde el punto de vista histórico) describe todo el periplo de Jesús desde la última cena hasta que lo bajaron de la cruz y apareció en diversos escenarios días después. Cada lector y cada creyente verán cómo toman las conclusiones a las que llega Uribe Celis con mucha precisión. Veamos algunas: Jesús fue crucificado (porque Pilatos no se lo quiso dejar a los sacerdotes judíos para que lo lapidaran) pero no murió en la cruz. Fue una crucifixión a la carrera porque estaba encima la celebración de la Pascua. No fue traicionado por Judas, sino entregado por encargo del propio Jesús. Barrabás no era otro que el mismo Jesús en su presentación de “Hijo del Padre” o “Bar-Abbas” que Pilato le hizo a los sacerdotes simultáneamente a la del “Rey te burlas” (es decir, ¿cómo quieren que se los muestre?) y, finalmente que Jesús salió de Jerusalén por el camino de Damasco.
Benjamín Prado
Visor
Feliz hallazgo (para mí) es la poesía de este madrileño nacido en 1961 y que se abstuvo e publicar poemas durante ocho años. Sus poemas, siempre en verso libre, muestran las contradicciones y paradojas de la vida, comenzando por las del amor, que define con originalidad cada tanto en sus versos: “el amor es cuidarnos; es no darse la espalda; /es querer algo igual que si no lo tuvieses; es que los sueños de otro te hagan realidad. /El amor es tener una sola bandera/ y dos razones para cada cosa.”
Sus poemas se avienen con algo muy de la tradición española, el carácter epigramático, sentencioso de los versos: “No existe mayor preso/ que el que duda entre dos puertas abiertas”. “Y el que abre una puerta/ detiene al que la quiera derribar”; “que hasta el día más triste se termina a las doce”; el dolor es lo que dijo Shakespeare. /La piedra en que se afila la venganza.”
La poesía de Prado es peregrina, una bitácora que deja ver cierto exotismo geográfico; nos lleva a lugares muy remotos (lejos tanto en el tiempo como en el espacio). Sin ánimo de competir con gustos, me quedo con “Las reglas del juego”, “No sé cómo decirlo”, “Libro de familia”, pero sobre todo con esa conmovedora elegía a su madre, al final del libro.
Gabriel García Márquez
Literatura Random House
Los cincuenta textos para prensa y revistas recopilados en el presente libro, dan cuenta de la calidad de Gabo como cronista y reportero, y sustentan también lo que él pregonó toda su vida, que el reportaje es un género literario. Algunos como “La casa de los Buendía” y “El avión de la bella durmiente” son cuentos en el sentido más literario. “Los cubanos frente al bloqueo”, demuestra investigación y minuciosidad para no especular con los datos; “Literaturismo”, deja ver claro que, por reales que sean, algunos hechos no caben en una novela. En “¿Cómo se escribe una novela?” cuenta cómo Gaitán Durán salvó el cuento (que Gabo ya había botado a la basura) “Isabel viendo llover en Macondo”. De mucho interés pedagógico es “La poesía al alcance de los niños”, pues muestra las aberraciones a las que se puede llegar en el ámbito académico a la hora de interpretar un cuento, y las majaderías en que pueden incurrir profesores que no saben enseñar literatura. Recomendable es el prólogo de Jon Lee Anderson, por el recuento que hace de la vida de Gabo como periodista.
José Saramago
Alfaguara
El sexto de los “cuadernos de Lanzarote” que llevaba 20 años oculto, se había embolatado debido a los avatares que le trajo el Nóbel a Saramago. Pero Pilar del Río lo encontró ¡y aquí está! En él lleva una especie de diario en donde se refiere por ejemplo, a los fuertes vientos que azotan la isla volcánica en la que vivía, a su problema de cataratas tratadas en el Centro Barraquer; a sus lectores, sus hábitos y sus perros. Toca temas literarios y de política. En uno de estos, critica a los reyes españoles por no haber ido “al lugar donde García Lorca fue asesinado por los franquistas, en la carretera de Granada a Víznar” Ello a propósito de las conmemoraciones del centenario del nacimiento del poeta. Anécdotas hay también muy llamativas, como cuando un taxista al reconocerlo le atribuyó la autoría de Los versos satánicos. Lo más atractivo del cuaderno es tal vez la entrevista que le hicieron para Playboy. En ella habla de cómo y por qué se hizo escritor (lo sacaron de un periódico y juró que nunca volvería a buscar trabajo), y también la azarosa proveniencia de los títulos de sus libros. “Ensayo sobre la ceguera nace en un restaurante. Estoy sentado, esperando a que me atiendan, y en ese momento, sin venir a cuento pienso: “¿y si todos estuviésemos ciegos”.”
Sally Rooney
Literatura Random House
Muy en consonancia con Las afinidades electivas, de Goethe, y también con muchas similitudes con la narrativa de Zadie Smith, esta entretenida historia de quien fue elegida como la Escritora Joven de 2017, se recrea en Dublín. No la Dublín de Joyce, sino la más actual. Con cuatro personajes centrales, Frances (la narradora), Bobbi (su amiga de siempre), Melissa (joven buena vida) y Nick (su esposo, actor más presumido que famoso), Sally Rooney arma un retablo de la vida urbana-bohemia y pone en escena la complejidad de los sentimientos:
“Entonces me sentí todavía más hipócrita, y noté una sensación de calor subiéndome por las orejas. Quizá el hecho de saber que había traicionado la confianza de Melissa me hacía sentir como una mentirosa, o quizá esa imaginaria conexión entre nosotras sugiriera algo más. Había sido yo la que había besado a Nick y no al revés, pero estaba convencida de que él lo había deseado. Si Melissa veía en mí algo que le recordaba a sí misma, ¿era posible que Nick también viera en mí algo que le recordaba a Melissa?”
El tenor psicológico de la novela es evidente: culpas, remordimientos, deseos, frustraciones, envidias y temores, hay para dar y convidar, y, más allá del sesgo feminista, lo que la historia parece mostrar es que hoy día las parejas no son de dos, sino de tres y hasta de cuatro.
Simon Schama
Debate
Si hay actualmente un historiador que le compita en extensión, profundidad e impacto de obra a Sebag Montefiore es este catedrático de la Universidad de Columbia, cuyo primer volumen de la Historia de los judíos fue traducido a veinte idiomas. Ahora nos trae la continuación en 900 páginas que tienen como punto de partida la diáspora de 1492 y termina en las primeras décadas del siglo XX. El libro nos hace comprender que no haber pertenecido a ningún sitio en especial, condenó a los judíos a una interminable vida de exilios y a una constante exclusión (hay que ver cómo los caricaturizaban) que no paraba mientes en filósofos, músicos, escritores o artistas. Dos frases del autor, para tener en cuenta: “sí que me sorprende lo mucho que disfruta el ser humano con el odio”. “Cuando te echan del lugar donde vives, no puedes llevarte tu casa a cuestas, pero sí tus historias”.
Franklin Buitrago Rojas, O.P.
Ediciones USTA
Producto de una investigación desarrollada en Lovaina, este sesudo libro es de un inmenso valor social y moral. Por supuesto que su base epistemológica es filosófica y teológica, amén de no pocos pasajes de calidad literaria. Reflexionar acerca del mal y sus orígenes, es ardua tarea de rastreo, que lleva al Padre Buitrago a predios de Platón, Aristóteles, Séneca, San Agustín y Guillermo de Ockham. Y en ello se consume el primer capítulo. En el segundo pone a Dios delante de las víctimas (o al contrario, según se mire): “Esta noción bíblica de un Dios que se aflige por causa de la infidelidad del ser humano es desarrollada, por ejemplo, en la traducción de la Cábala. En la tradición mística asociada a la Cábala se habla explícitamente de la existencia de pasiones en Dios, tales como el sufrimiento, la alegría y la solidaridad hacia todos aquellos que sufren”. Lo que más dota al libro de interés, actualidad y compromiso, son las entrevistas a las víctimas de la violencia en Colombia. Sólo conociendo estos conmovedores testimonios comprendemos, qué es, por ejemplo el desplazamiento forzado. Sólo “escuchando” estas voces, entendemos por que Shakespeare dijo que “quien no ha sufrido heridas no entiende las cicatrices de los demás”.
Roberto Bolaño
Alfaguara
Por fin una edición que recoge las cuatro colecciones de cuentos de quien facilito podría ser el narrador chileno más universal. Ya en la primera de ellas, Llamadas telefónicas (1997) dejó sembrados sus temas y motivos más recurrentes (que lo fueron también en las novelas), a saber, personajes enfrentados en contiendas de diversa índole; escritores perdularios, y, en general, mujeres y hombres condenados al fracaso. Esto último, tan arraigado en él, que ni a trueque de su propia vida pudo terminar 2666, y nos regaló esta perla como para disipar dudas: «No creo en el triunfo. Nadie con dos dedos de frente puede creer en eso. En el campo de los triunfadores uno puede encontrar a los seres más miserables de la tierra y hasta allí yo no he llegado ni me creo con estómago para llegar.»
Leyendo esa primera colección, encontramos que en «Henry Simon Leprince», un escritor malísimo, pero noble, durante la ocupación de París por los nazis, salva la vida de muchos escritores presumiblemente buenos, que aun así continúan desconociéndolo…despreciándolo. En «Otro cuento ruso» nos da una pequeña historia de la Segunda Guerra, en la que un sevillano al servicio de los nazis se salvó de los rusos sólo porque, por pura casualidad pronunció en alemán la palabra kunst (arte). El cuento que le da el título a la colección es magistral (y triste); deja ver la diferencia entre comunicarse con alguien (sobre todo si se le ama) por teléfono, a comunicarse en persona: «Ya no soporto estas llamadas telefónicas, quiero verte la cara cuando hablo.» Y eso que el cuento fue escrito cuando aún no existía el grotesco celular.
Con perdón de quienes prefieren los cuentos de El gaucho insufrible, quizá los mejores sean los de Putas asesinas (2001). Por ejemplo, «Gómez Palacio» da cuenta de cómo el protagonista (que más Bolaño no puede ser) casi se muere de aburrimiento cuando se fue a enseñar letras en una espantable ciudad del norte de México; «Fotos», es una oración de diez páginas (no hay párrafos ni puntos) en las que el narrador describe lo que ven los ojos de Belano (personaje emblemático) en un álbum, y, a guisa de Borges, nos deja duda de si la ristra de poetas franceses que protagonizan el cuento son reales o inventados. El cuento que le sigue, «Carnet de baile»(muy relacionable con 2666), consta de 69 oraciones, cuyo contenido es la relación de Bolaño (o su trasunto) con la poesía chilena (hay que ver la muenda que le da a Neruda). Otro cuento es un encuentro en sueños, entre Bolaño y el poeta Enrique Lihn redivivo, y el cuento «Putas asesinas», trata sobre una mujer que escoge a su víctima mientras la ve en T.V.; la engatusa, la lleva a su casa, la tortura, y presumiblemente, la mata.
Los cuentos Póstumos de Bolaño, titulados El secreto del mal, son de diversa pelambre, al punto de que algunos como «No sé leer», son apenas esbozos de relato encontrados en el computador del autor. Otros como «El secreto del mal» son un comienzo que deja al lector en ascuas, por su eficacia, solidez y economía narrativa.
Quince años después de su muerte prematura a causa de una insuficiencia hepática, este chileno, que literalmente dio su vida por la escritura, regresa completo, es decir, con el medio centenar de cuentos y esbozos de cuento que pergeñó, y como que cada día escribe mejor.