Lo que nos regala en esta extensa novela la célebre escritora francesa, es la Historia de Argelia; el antes y el después de su independencia de los franceses. Para ello monta una historia de una familia cuyo patriarca, el empecinado Ali, se las tiene que ver con tres poderes a los que están sometidos los cabileños, sin que se sepa cuál de ellos representa el mal menor: por un lado, el FLN, un movimiento guerrillero que así como le ofrece resistencia armada al colonialismo francés, también persigue y ejecuta a los argelinos que no lo apoyan. Por otro lado, los invasores franceses que se quieren vender como buenos, pero que son lobos con piel de oveja, también perpetran masacres en represalia por lo que reciben del FLN. Para completar la triada que atosiga a los cabileños que no saben para dónde coger ni a qué amo servir, está el mismo gobierno, representado en la ostentosa y caricaturesca figura del caíd, a quien no respetan ni los niños.
Entreverada con toda la trama política, aparece en la novela la descripción de la sociedad con sus costumbres y supersticiones; la narración sin ambages de episodios violentos que causan horror, y una clara toma de posición frente al colonialismo. Todo lo que la magnífica escritora nos pone al frente en estas páginas, está salpimentado con un lenguaje robusto y pleno de recursos, en el que se evidencia gran aliento poético.
Tuve la fortuna de conversar con Alice, en torno a su novela, gracias a que la editorial me concertó una cita en el Hotel Santa Clara durante el Hay Festival. No necesité que me la presentaran para poder abordarla. La distinguí enseguida, no sólo por su porte, sino por lo actual de su fotografía en la solapa del libro. Ella mostró total disposición apenas nos vio llegar (a mí y a mi hijo, traductor del francés) con mi ejemplar de su novela en la mano. Esa disposición se tornó en amabilidad absoluta y en actitud de agradecimiento cuando le obsequié un artículo sobre ella que publiqué en el periódico.
—¿Cómo se ha sentido en Cartagena? —le pregunté en inglés, asumiendo que lo habla.
Después de expresarle mi admiración por la novela y, al mismo tiempo mi frustración por no haber podido conseguir la otra ‘Domingo sombrío’ entré en materia:
Alice: Efectivamente, ella tiene mucho de mí, yo siento que soy ella.
—Es que no es solo por cuestión generacional, sino por el hecho de que, al final, cuando usted da los agradecimientos, expresa lo que sintió al ver Argelia en el horizonte desde la cubierta del ferry, y es igual a lo que sintió Naïma cuando vio la costa desde el barco.
Alice: Sí, es que la sensación de ella fue la mía.
—¿Por qué su interés por la situación de los inmigrantes argelinos?
Porque en Francia es un problema bastante sensible y quise llamar la atención sobre ello en mi libro, contando una historia que puede ser la de muchos.
—¿Qué autores latinoamericanos ha leído?
—Percibo que tiene un cuidado particular con la elección de palabras. Da la impresión de que ninguna palabra que está en el libro podría ser remplazada por una más apropiada.
Alice: Sí, me gusta escribir de la mejor manera posible.
Fue un diálogo breve, pero, teniendo en cuenta que muchos medios andaban detrás de la autora, no se podía pedir más, y por ello le expresé toda mi gratitud.
Registro fotográfico y traducción: Alejandro Parra G.