Molén: ¡Hola! Gracias por sus correos y por sus mensajes y quiero agradecer a la Psicóloga Norma Lujan que ha estado al pendiente y ha contestado muchas dudas de nuestros lectores. Y cómo todos saben es sábado de Psicología y le damos la bienvenida a Norma.
Norma: ¡Hola! Gracias por invitarme de nuevo. Nunca nos detenemos a pensar la relación que tiene nuestra alimentación con nuestras emociones; sin embargo, esto no significa que no exista. No solo comemos para cubrir nuestras necesidades fisiológicas y nutricionales, sino que nuestro estado de animo afecta directamente nuestra forma de comer.
La comida se asocia con el placer, por eso cuando estamos tristes, enojados, estresados o cansados muchas veces recurrimos a ella para intentar modificar estas sensaciones. Y es que determinados alimentos poseen algunos componentes como el triptófano que beneficia la liberación del neurotransmisor serotonina que controla el estrés, la ansiedad, la tristeza y el insomnio. Entre estos alimentos se encuentran el chocolate, los huevos, la leche o la avena, entre otros y es por eso, que en la depresión muchos corren, incluyéndome a mí, al congelador por un bote enorme de helado, y si tiene chocolate mejor.
Cada grupo de alimentos posee unas características concretas que actúan de manera diferente sobre nuestras emociones. Así, los alimentos salados se relacionan con la ansiedad y los deseos compulsivos, mientras que la comida dulce se asocia con las preocupaciones y está demostrado que calma las inquietudes y las excitaciones en el humor.
Por su parte, la comida picante es un estimulante físico que controla la sensación de melancolía, mientras que los sabores ácidos y agrios estimulan el ingenio y el intelecto, y los alimentos amargos benefician al corazón y al intestino delgado provocando una sensación de alegría.
La mejor forma de asimilar esta capacidad de los alimentos de influir en nuestras emociones es pensar que la comida sólo es una solución temporal y no eliminará nuestras preocupaciones de forma definitiva, ya que esta sensaciones de alivio sólo son temporales y al final, siempre vuelen.
Asimismo, no sólo el chocolate y la leche produce serotonina, sino también los carbohidratos simples como las frutas y las verduras, estarían perfecto para aliviar la tristeza y la melancolía.
Comer de forma compulsiva para sentirnos mejor a la larga puede traernos muchos problemas, por lo que debemos buscar un equilibrio y encontrar otras actividades que ocupen nuestro tiempo, nos relajen y nos permitan evadirnos en momentos complicados.
Controlar la alimentación por emociones resulta fundamental para evitar caer en una dependencia, y si se quieren consentir un poco, está perfecto, pero con más conciencia de lo que esta ocurriendo en su cuerpo y en sus emociones.
Molén: Gracias Norma, y les extiendo la invitación para que sigan mandando sus twitts a @PsicologaLujan y a @mousi con sus dudas y sugerencias. Bonito fin de semana.
Foto cortesía de Norma Luján
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