Molén: ¡Hola! el día de hoy, Norma nos va hablar de las personas que se hacen las víctimas.
Norma: ¡Hola! Todos conocemos a alguien que se pasa el día quejándose de lo mal que le van las cosas. Hasta ahí, podríamos pensar: «Bueno allá él o ella, cada cual con lo suyo, si no encuentra otra forma de desahogarse que quejándose, pues que se queje».
El problema viene cuando esa persona además de quejarse opina que el resto del mundo es culpable de sus desgracias y además nos utiliza constantemente como «cubo de basura» para lanzar toda su frustración. Todos necesitamos en un momento dado de alguien que nos preste su hombro, pero cuando ese «momento» se convierte en una constante, cuando cada vez que hablamos con esa persona el tema único de conversación son sus desgracias provocadas por todos aquellos que la/le rodean, cuando le intentamos contar alguna cosa que nos ha salido mal y esa persona siempre tiene algo peor, cuando intentamos no mostrar a esa persona que nos encontramos bien o nos ha salido algo bien porque automáticamente nos hará sentir culpables por nuestra felicidad y su tristeza… Entonces debemos estar alerta.
Este tipo de personas tienen el síndrome de la victima. Les encanta ser víctimas, dar lástima y que los demás se apiaden de ellos, se nutren de nuestra energía positiva y les encanta traspasar su aflicción y frustración a sus interlocutores.
Si tienes que tratar en numerosas ocasiones con una de estas personas protégete mentalmente, pues a largo plazo son capaces de hacer sentir mal y bajar la energía hasta al más positivo de los seres. Además, si aún sabiendo que las cosas no son como las cuenta, le das la razón no le estarás haciendo ningún favor. Estas personas necesitan de alguien que les haga conscientes de que el cambio está únicamente en su mano.
Ahora bien, todos tenemos un punto de victimismo, así que te propongo un reto. Escúchate bien cuando hables con otras personas, observa el lenguaje que utilizas, desde que punto de vista cuentas las cosas y si observas el más mínimo signo de victimismo, pregúntate después, a solas contigo mismo/a ¿Qué es lo que está ocurriendo realmente? ¿Quién tiene realmente la solución en su mano? Respóndete de forma sincera, y actúa.
¡Les deseo una linda semana!
Molén: Gracias Norma por tratar este tema y para cualquier duda o sugerencia los invito a que nos sigan en nuestras redes sociales.