Incluso si se sienten a salvo aquí, queridos nerds, refundidos en el anonimato, su sentido arácnido debe haberles advertido ya que sus colegas están bajo fuego en Estados Unidos. El más reciente ataque se dio en un artículo de la revista de corte conservador National Review llamado “Smarter than thou”, o “más inteligente que usted”, en el que el autor denuncia la soberbia, la falsedad y la hipocresía de la nueva ola de nerds norteamericanos, todos ellos ahora estrellas brillantes en el universo de la opinión pública. Denuncia que muchos “nerds” son el producto de una moda, aparentando ser inteligentes para decirle a los americanos tradicionales que la ciencia, la evidencia y la matemática son el principio para entender el mundo y también gobernarlo.
Un ataque así era de esperarse, pues este mundo, el de la tecnología y la información, es hoy en día el mundo de los nerds. Steve Jobs y Bill Gates se convirtieron en los Charles Xavier y Magneto del mundo nerd, y entrenaron millones de jóvenes que con sus Facebooks, Googles, Twitters y miles de apps han dominado el mundo tecnológico y financiero. Pero el alcance va mucho más allá. La importancia de los nerds ha alcanzado también el terreno de la política, los medios y el entretenimiento. Está el “rey de los nerds” Neil deGrasse Tyson, astrofísico y presentador del show “Cosmos” – que todo nerd ha visto – ofendiendo a millones de personas que niegan la evolución y la cosmología. Nate Silver ha enfurecido a miles de columnistas que analizan con las tripas y no con datos, Paul Krugman luce su Nobel y analiza la política económica, y Stephen Colbert y John Oliver se han burlado con dureza en sus programas de humor político de aquellos que violan los principios básicos de la razón y el sentido común. Incluso series televisivas como The Big Bang Theory o Silicon Valley han explotado la popularidad del nerd moderno.
Pero lo que más molesta es que estos nuevos nerds ya no son esos seres extraños, introvertidos y torpes sino populares emprendedores, presentadores y figuras públicas que se han convertido en celebridades y líderes a la vez que derrumban los ídolos populares del pasado.
El problema es que esta era dorada de los nerds no se está viviendo en Colombia. Aquí siguen siendo los parias en una comunidad de chicos populares. Y eso es lo que debe cambiar si Colombia pretende elevar el discurso público, promover políticas públicas basadas en los datos y no en las alianzas, y promover al avance tecnológico y el desarrollo social. Nada más miremos el periodismo. Tenemos al rey del prom, Julito, dictando la agenda pública. Vicky Dávila parece esa sapa fastidiosa súper organizada del salón, pero no es ninguna nerd. Parece más el personaje de ‘Legalmente Rubia’. Gustavo Gómez es el bromista del curso que todos quieren pero pasa raspando, Néstor Morales es ese líder nato que pasa con la copialina de sus amigos y Fernando Londoño es el gótico tenebroso que los odia a todos, pero no hay ningún nerd que ponga la opinión superficial a un lado y los datos y la investigación donde corresponde. Daniel Coronell no puede sólo.
En la política el panorama es peor. Lejos está Antanas Mockus. En el gabinete tuvimos a Juan Carlos Echeverry y Alejandro Gaviria pero chocaron contra el establecimiento. En el congreso hay una, Claudia López, pero empezó mal, suponiendo su rol de paria y no de líder y estrella. En los presidentes ni se diga, lo más cercano fue Turbay Ayala pero sólo por la pinta. En la televisión no se asoma ningún nerd, ni en los creativos ni en los escritores ni en los personajes ni en los actores. Y en la Academia, donde deberían estar, vemos que la investigación pasó a un segundo plano y lo importante no es el liderazgo de los nerds en el avance de la ciencia sino la plata fácil para investigación que no produce nada.
Lo que le hace falta a Colombia es más nerds en la esfera pública, y eso es responsabilidad de todos. Necesitamos que los profesores dejen de mirar con desdén a esos nerds en clase que los retan cada día. Que los estudiantes sepan que besar a un nerd puede ser una inversión a futuro y un aporte al país. Que los padres sepan que no hay nada malo en que sus hijos se queden en la casa un viernes en la noche estudiando física o viendo Star Wars, porque esas son las señales tempranas de un nerd exitoso. Pero lo más importante es que nosotros los nerds debemos comprender y aceptar el papel que debemos adoptar en la sociedad moderna. Que es hora de quitarnos la pijama enteriza, ponernos el uniforme y salir a tomarnos el mundo. Aceptar que llegó nuestro momento de brillar y ser los héroes que tanto vemos en cómics y películas. Dudé durante todo el escrito si incluirme dentro de los nerds, porque siempre me he considerado uno de esos que tiene la pinta y los hobbies pero que no tiene la capacidad para hacer una diferencia. Tal vez ese es el problema.