Con la finalización de la Vuelta a España el pasado domingo en Madrid, el año ciclístico 2015 empieza a cerrar el telón, a falta del campeonato mundial que se realizará dentro de unos pocos días en Richmond, Estados Unidos. Para el ciclismo colombiano el balance, una vez más, es más que positivo debido a la gran cantidad de triunfos obtenidos por nuestros ciclistas y al surgimiento de nuevos talentos para el futuro inmediato. Sin embargo, también resulta necesario hacer énfasis en una serie de lunares que indican cosas por mejorar e incluso, grietas estructurales que si no se revisan pronto pueden afectar a nuestro deporte insignia de manera permanente.

Para empezar, hay que meterle números a este análisis. Esta semana, cuando aún resta la cita orbital y algunas clásicas de otoño, Colombia aparece de segunda en el ranking de naciones del UCI-World Tour, sólo superada por la España de Contador, Valverde, Purito y Compañía. Esa posición tiene como principal sustento las sólidas actuaciones de Nairo Quintana, quien fue segundo en el Tour, cuarto en la Vuelta y vencedor de Tirreno-Adriático. Igualmente destacables son los resultados de Rigoberto Urán – ganador del GP Quebec y con buenos puestos en innumerables competencias World Tour –, Esteban Chaves – revelación de la Vuelta a España por su quinto puesto final y dos etapas ganadas –, Fernando Gaviria – primer colombiano con talento real para las llegadas masivas, acuñando ya varios triunfos en Europa – y Miguel Ángel López – para muchos, el sucesor de Nairo, luego de demostrar su poderío en la montaña de Suiza y Burgos. Esto sin desmeritar muchas otras buenas actuaciones de pedalistas colombianos a lo largo y ancho del planeta, lo que permite confirmar – una vez más – que si bien el ciclismo no es el deporte más popular del país, si es de lejos el que ha dado y seguirá dando los mejores resultados.

A nivel individual, hubo altos y bajos en el rendimiento de los nuestros. Empezando por Nairo, del cual podemos decir que sigue en su progresión hacia convertirse en el mejor ciclista de nuestra historia, y el mejor de una generación. Si bien este año no ganó una grande – segundo en el Tour y cuarto en la Vuelta –, demostró que no es flor de un día y que su consistencia está marcada por su clase y motor de largo aliento. Rigo Urán tuvo más penas que glorias, de otro lado, debido a que la salud no lo acompañó en sus participaciones en las carreras grandes, y tal vez su calendario no favoreció su realidad como ciclista maduro. Aun así, está en el top 15 de la clasificación del World Tour, ganó una competencia, y llega a un nuevo equipo donde seguramente recuperará el brillo momentáneamente perdido. Por su parte, “el chavito” nos dio una lección de vida, ya que de haber estado al borde del retiro por un terrible accidente que casi le hizo perder la movilidad de una de sus extremidades, hoy en día no sólo está en un equipo de élite sino que se puso de ruana la Vuelta a España, con dos triunfos de etapa y un quinto puesto final que sabe a victoria. Para terminar con este apretado resumen – y pidiéndoles perdón a los demás ciclistas colombianos cuya actuación debería ser recordada de forma minuciosa –, hay que reconocer lo que ha hecho Fernando Gaviria, un monstruo que viene pisando las tierras de los embalajes, la pista y las clásicas con pasos de animal grande. Tenemos ante nosotros un portento atípico respecto del biotipo normal del escarabajo nacional, y seguro nos va a dar enormes satisfacciones en el futuro inmediato.

Respecto de todos ellos, nuestros héroes, hay que decir que se trata de personas que han hecho su suerte en Europa. Desde muy jóvenes y frente a la falta de apoyo y oportunidades reales en Colombia, decidieron cruzar el Atlántico para desarrollar una carrera profesional en el mundo del ciclismo. Así pues, si bien su ADN ciclista se encuentra indiscutiblemente emparentado con las particulares condiciones de nuestra tierra, su desarrollo como ciclistas profesionales tuvo lugar, de forma principal, fuera del país. A excepción del serio programa que durante muchos años han adelantado los amigos de Pedaleamos por Colombia – Luis Fernando Saldarriaga, Ignacio Vélez,  Luisa Ríos, y Jenaro Leguízamo entre otros – y en menor medida el equipo Orgullo Antioqueño de la gobernación de dicho departamento, la formación de talentos en el deporte de las bielas no ha contado con un apoyo a largo plazo, sino que ha dependido del alineamiento de muchas coyunturas.

A propósito de lo anterior, no es posible tapar con un dedo la iniciativa que desde hace cuatro años ha impulsado Coldeportes; el famoso Team Colombia, escuadra manejada por el Italiano Claudio Corti pero que cuenta con una nómina 100% colombiana y que se financia en su totalidad con recursos públicos nacionales –alrededor de 3 millones de Euros por año. Es cierto que bajo este proceso el equipo ha sido invitado a dos Giros de Italia y una Vuelta a España. No se puede negar tampoco que ha ganado algunas etapas y títulos de montaña en carreras de menor envergadura. Incluso, que por él pasaron algunos ciclistas como Jarlinson Pantano y Darwin Atapuma, que hoy en día hacen parte de grandes escuadras Europeas. Sin embargo, el balance del equipo debe ser indefectiblemente catalogado como pobre: figuraciones grises, mala preparación de ciclistas que no hicieron sino prometer buenas actuaciones, e incluso líos a nivel de pago de salarios. El italiano dice que su equipo tiene como misión forjar talentos colombianos a futuro, pero la verdad es que cuando la escuadra se lanzó, lo que se buscaba era figurar como equipo y ganar. En esa medida, y teniendo en cuenta que se trata de dineros públicos, creo que valdría la pena replantear esta iniciativa, o al menos que se ejerza permanente intervención por parte de las autoridades públicas correspondientes.

Para terminar, hay que decir que estamos lejos de tener una competencia nacional de alto nivel. La Vuelta a Colombia es un pálido reflejo de lo que alguna vez fue, y el Clásico RCN ni siquiera se encuentra clasificada en el ámbito de la Unión Ciclística Internacional. Resulta paradójico que seamos la segunda nación a nivel mundial, pero que a nivel continental no tengamos siquiera una competencia que permita ver a los ciclistas colombianos que triunfan en los grandes equipos de marca. Mientras tanto, los dirigentes y un sector del periodismo – los de vieja data, que deambulan por el medio como vacas sagradas – mantienen una actividad negligente y un silencio cómplice.

Lunares que deben atenderse a tiempo, antes de que se transformen en tumores…¡y eso que no hablamos del doping a nivel nacional!