Empezó el verdadero Tour de France 2016.
Tan pronto se cruzó el premio de montaña de Peyresourde, y como dictan los cánones del ciclismo, Nairo Quintana se aprestaba a recibir una caramañola para hidratarse antes de iniciar el descenso hacia Bagneres-de-Luchon. Creo que jamás se imaginó que su archirrival, el menudo Chris Froome, aprovecharía un segundo de descuido para atacar de la forma en que lo hizo.
Por su parte, el británico de pasaporte sacó a relucir el plan que seguramente tuvo en su cabeza desde el mismo momento el que se reveló la ruta del Tour de France 2016. Si los organizadores de la carrera se la querían poner más difícil al no incluir una primera etapa de montaña terminada en subida -como aquellas en las que ganó en 2013 y 2015 – sino dos que concluían con largos y técnicos descensos, él tenía que hacer algo al respecto.
No podemos asegurarlo, pero por lo que vimos hoy podemos inferir que Froome entrenó como endemoniado sus habilidades para bajar sobre la bicicleta, y que en el pasado habían sido cuestionadas por parte de la prensa especializada. Y es que tiene todo el sentido del mundo: la mejor forma de golpear a tu rival es atacándolo por el flanco que menos se espera. El resultado fue increíble: 15 kilómetros de descenso suicida, montado casi que permanentemente sobre el cuadro de la bicicleta, y sin importar el dolor insoportable de las articulaciones frente a la ausencia de amortiguación.
Seguramente mañana los ánimos estarán recuperados, pero esta noche la cena del Movistar Team no será un mar de alegría y optimismo. No se trata del tiempo perdido, pues 23 segundos pueden recuperarse en un suspiro. La pesadumbre proviene del engaño propinado por el británico, que esta vez ha sacado a relucir su verdadero origen -nació en Kenia- y la malicia que, en estas latitudes del sur global, se adquieren del entorno salvaje para poder sobrevivir.
Subestimar a un rival como Froome es una condena a muerte. Es claro que su fortaleza como ciclista se basa en una mezcla de físico privilegiado y espíritu combativo. Sabe que Nairo Quintana va en progresión segura hacia su plenitud como ciclista, mientras él ya se encuentra en el tope de sus facultades. Por lo tanto, tiene que explorar aquellos aspectos técnicos y tácticos con los que se podrían obtener ventajas marginales sobre el colombiano.
Lo que sucedió hoy es evidencia prístina de la “malicia keniata” de Froomey, y si Movistar quiere ganar el Tour este año debe cuidar este tipo de cosas. La forma física y espíritu están en Nairo, pero esto no es suficiente para vestirse de amarillo en los Campos Elíseos. Si Eusebio Unzué, manager del equipo español, no es capaz de entender esto y corregir en consecuencia, nos vamos a quedar viendo un chispero. Las posibilidades de victoria siguen estando intactas, pero el campanazo de alerta sonó fuerte y claro.
Tema aparte es Sergio Luis Henao. ¡Qué corredor, qué empuje para apoyar a su líder en la labor previa al descenso! Después de Froome, es de lejos el mejor corredor del Sky. Desde ya es mi candidato a ser el líder del equipo colombiano en la prueba de ruta de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
La etapa de mañana, el último acto de la obra de los Pirineos, tiene elementos suficientes para que el asalto de Quintana por el Tour se inicie. Una seguidilla de 3 exigentes premios de montaña que terminan en la famosa estación invernal Arcalis, en el principado de Andorra, se antojan como terreno propicio para lanzar un ataque de lejos. Con el primer día de descanso a la vuelta de la esquina, pareciera justo intentarlo.
Mañana nos “vemos” con más Desmarcando la Ruta del Tour.
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