Jarlinson Pantano nos ha regalado esta mañana la que, hasta el momento, ha sido la mayor alegría para Colombia en el Tour de France 2016. Luego de una maratónica fuga que, poco a poco, se fue decantando hasta su mínima expresión, el vallecaucano supo aprovechar sus antecedentes pisteros y derrotó al polaco Majka en la línea de meta en la localidad de Culoz, muy cerca de la frontera entre Francia y Suiza.
No creo que sea una casualidad que Jarlinson se la haya jugado en esta etapa, teniendo en cuenta no sólo que su equipo -El IAM Cycling- tiene bandera helvética, sino porque hace tan sólo un mes había conseguido su primera victoria como profesional en una etapa con similares características. En aquella oportunidad, la última fracción de la Vuelta a Suiza, se mantuvo en un pequeño grupo luego de coronar varios premios de montaña, y habiendo concluido un técnico descenso logró atacar a sus compañeros de fuga y dejarlos clavados sobre el pavimento.
Era natural que el siguiente hito al cual Pantano debía apuntarle era el de un triunfo de etapa en una de las “tres grandes”. Ya en el Giro de Italia 2014, cuando corría por el desaparecido Team Colombia, se había quedado con el sabor de la victoria en la boca subiendo al santuario de Oropa. Aún más, el año pasado, en su estreno en el Tour de France, su cuerpo desistió de colaborar en el descenso que llevaba a la alpina Gap, cuando fue batido tanto por el veterano Rubén Plaza y el superpoderoso Sagan. Esta, sin duda, era la del desquite.
Y es que, desde muy joven, el nuestro mostró maneras de ciclista combativo. Fue pieza clave en el triunfo de Nairo Quintana en el Tour de L’Avenir 2010 -en donde fue tercero-, y en su incursión como profesional obtuvo destacados puestos en diversas competencias. Pero algo faltaba, porque Jarlinson no terminaba de explotar todo su talento. A buena hora salió el equipo dirigido por Claudio Corti, pues en el IAM encontró absoluto profesionalismo y, por ende, motivación extra.
En este proceso sucedieron varias cosas. Primero, Pantano ha descubierto que es un corredor cuya fisiología se adapta muy bien a carreras de una semana y clásicas, en donde se requieren pedalistas integrales -es decir, no sólo buenos escaladores o eximios pasistas. En contraste, parecería que la lucha por carreras de tres semanas debe dejársele a otros como Chaves o Quintana, quienes fueron compañeros suyos en el maravilloso “Colombia es Pasión” de Luis Fernando Saldarriaga, y que ya están dando resultados de este tipo.
Esto, contrario a ser un limitante, se constituye en una oportunidad. Colombia produce muy pocos ciclistas como Jarlinson, y por ende su valor es superlativo. Si él quiere, y cuenta con la dirección adecuada, podría transformarse en un corredor múltiple vencedor de etapas y pruebas de un día. Si sigue cultivando ese gusto por cruzar las rayas de meta en primer lugar, podría llegar a ser uno de los grandes del pelotón mundial en esa especialidad. Las credenciales ya las ha mostrado de sobra, y es por eso que muy pronto sabremos de su contratación en un gran equipo de marca para el próximo año, frente a la triste noticia de la cesación de su actual escuadra. Sin desmedro de los ciclistas seleccionados, ¡Qué falta va a hacer en la prueba olímpica de Río, el próximo 6 de agosto!
Reconfortante lo que ha hecho el “País”, que es como le llaman sus amigos y compañeros de equipo. Realmente Pantano ha dejado un país feliz en esta mañana de domingo de julio. Por su parte, Nairo Quintana salvó el día y llegó a la rueda del sólido Froome. Sigue 4 en la general a casi 3 minutos del líder. Nada que objetarle al boyacense, pero sí mucho a su equipo, el Movistar, que parece no tener idea qué hacer para mover la carrera y tratar de generar oportunidades para que el colombiano trate de descontar tiempo, en su carrera por el famoso #sueñoamarillo.
O puede ser que algo diferente esté ocurriendo. Puede ser que Nairo no esté en la forma de su vida, como decían hace dos semanas, y simplemente esté aguantando ruedas porque no tiene con qué atacar. Si esto llegase a ser así -creo que por lo menos hoy, este fue el caso-, sería lo más normal del mundo y nada tendríamos que reprocharle a nuestro compatriota. Estos tipos no son dioses sino seres humanos, que decidieron meterse en la locura y el sufrimiento que es el ciclismo de ruta. A Quintana y a todos los demás nuestro reconocimiento y devoción.
Mañana nos vemos con más Desmarcando la Ruta del Tour.
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