«Al revisar los resultados de este estudio hasta este punto, se puede concluir que todo el tema de la movilidad debe redefinirse«. Jacov Zahavi, 1974, p. 36 (Travel Time Budgets and Mobility in Urban Areas).
Se acuerdan de los hombres grises de Momo? ¿Los que vivían por el tiempo, y morían por no tenerlo, y que caminaban rápido pero terminaban yendo más despacio? No voy a hablarles de ellos, para eso está la película y el libro (como ya Betatonio cerró, no sé si puedan conseguir la película, pero el libro es bien barato en cualquier librería). En cualquier caso, los hombres grises sirven de advertencia de nuestra estupidez, y aquí nos van a servir sólo hasta el final de lo que les voy a contar.
Yacov Zahavi fue un genio, sin duda. Y uno menos celebrado que Tesla, con la diferencia de que Tesla era muy creído y mamón, pero Zahavi era más bien un nerdo amable. El tipo nació en 1926 en Petach Tikvah (yo sé… ni idea) y antes de morir por problemas cardiacos en 1983 de tanta viajadera, había dado pasos gigantes, monstruosos, en la redefinición de la planeación del transporte. Pero los dio solito, o por lo menos nadie los oyó («si un árbol cae…«).
Zahavi hizo varios estudios maravillosos que encontraron que los viajes en varias ciudades tenían una constante de duración (lo que él llamó «presupuesto de viaje»). Esto de por sí ya es un súper descubrimiento. Pero lo que más interesa aquí es que descubrió también que, ante la reducción de tiempo de viaje, las personas no reducían sino que volvían a su tiempo de viaje original mediante más viajes. Es decir, el ser humano es un glotón de tiempo, por lo menos en viajes. Para explicarlo más simplemente: si yo me demoro 15 minutos menos en llegar a mi casa, trato de encontrar una forma de viajar esos 15 minutos para otro propósito. Olvidé contarles: esto, invariablemente, pasaba con viajes motorizados…
Esto es por lo que Zahavi sugirió que más bien botáramos todos los libros de planificación de transporte a la basura y comenzáramos de nuevo a pensar en el tema. No se trata de incrementar las autopistas, de generar espacios para ir más rápido, sino de buscar lo contrario: reducir las velocidades de viaje y de mejorar el diseño urbano / planificación urbana para poder generar menos distancias de viaje con la misma duración. Estas dos cosas son labores titánicas que, incluso si le hubiesen prestado atención a este consultor del Banco Mundial y del DOT de Estados Unidos, todavía no habríamos logrado mucho.

(pocos lugares la logran tan basto como Thimphu, Bután – y la foto sí es mía).
Después de Zahavi hubo otros que pensaron cosas parecidas, como Newman y Kenworthy (que extendieron de manera interesante el cuento) y David Metz (que encontró cosas parecidas pero nunca había leído a Zahavi y tuvo que retractarse de su «descubrimiento» cuando supo que hacía 30 años ya lo habían dicho todo). Y Zahavi hasta hizo un estudio con Gabriel Roth en 1981que contenía estudios de caso de 4 ciudades… entre ellas… Bogotá! Tristemente, se dieron cuenta que los bogotanos con más plata duraban la mitad del tiempo viajando que quienes no tenían con qué… triste, pero cierto (y casi invariable hasta el día de hoy).
¿Y qué tiene todo esto que ver con los susodichos hombres grises? Que somos igualiticos, y tal vez por eso no le hemos querido prestar atención a Zahavi: vivimos por el tiempo, morimos por no tenerlo, y caminamos rápido pero terminamos yendo más despacio… con una diferencia: los hombres grises eran peatones, nosotros nos desesperamos aún más consiguiendo vehículos para recorrer una  distancia imposible.
@carlosfpardo