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Freud dice (palabras más, palabras menos, ni que fuera yo Ernest Jones) en alguna parte de El Malestar en la Cultura que el peor invento de la humanidad fue el tren, porque sin esa invención no se habrían ido sus hijos combatir en la guerra. Esa frase es una de las que más me ha servido para pensar en transporte desde que la leí hace más de diez años (y nunca la volví a encontrar, se le agradece al que me cuente dónde está). Con esa frase resumió todo Schivelbusch y gran parte de algunos capítulos de uno de los maravillosos libros de Lewis Mumford
Todo esto lo digo para tratar de aplicar el psicoanálisis en transporte (ya otros lo han hecho con alguna suerte, espero que yo no fallezca en el intento), con un ejemplo puntual de algo que presencié el viernes pasado. El lugar fue el cruce de la Calle 72 con Carrera 7ma, yendo hacia el oriente (“hacia arriba”), con el semáforo en rojo, en la siguiente configuración espacial (visto desde arriba):
setting-alrederecho.png
Yo voy en una bicicleta a la pura derecha, y a mi izquierda hay dos tipos en una moto cada una (el más cercano a mí lleva a una chica, suertudo él). El hombre de la izquierda (a quien llamaré “El Flaco”) le comienza a hablar al de la derecha (al que llamaré “El Gordo”), de tal suerte que a veces pareciera que me habla a mí. Después de una que otra frase breve de “si, viejo, es 600” o “claaro” y ese tipo de cosas, El Flaco le pregunta a El Gordo la pregunta de rigor: “oiga, ¿y cuánto?” (nótese que ahí hizo un gesto rápido de subir y bajar su cabeza de manera cuasi-retante). El Gordo, con gran orgullo, hace así:
2-5.png
(para quienes no comprenden mi impecable dibujo, el man hizo el signo de “dos” seguido del de “cinco”, lo cual interpreté como “veinticinco” – también porque hacer “diez-diez-cinco” es como de niño chiquito y pues se habría caído por sacar las dos manos del manubrio).
“Veo…”, dijo el Flaco – eso, en términos de “mero macho”, quiere decir “esta es más barata, qué piedra no poder dármelas un rato más”.
Justo ahí, dada mi perfecta ubicación espacial, me daban ganas de hacer así:
tres.png
y decirle a grito herido “TRES millones, ¿puede creer que una bicicleta cuesta eso? Muy basto, ¿no? ¿Y su nave qué? ¿Cinco, mi viejo?” Pero no, muy malo el chiste, ya se había volteado El Flaco, y El Gordo volvía a lo suyo (suertudo, él).
Ahí, en ese milisegundo tras la escena, yo predije algo: no es sino que ese semáforo pase a amarillo para ver a estos tipos acelerando, y no es sino que pase a verde para ver a esos manes pero lo que es en pura HP por esa 72 hasta la quinta. Uy, pille, pille…
Mi predicción (como la de Los Mayas del jueves que viene o la de Nostradamus para ese mismo día) no salió igualitica pero casi: uno de ellos (El Flaco) salió en pura HP, El Gordo por su lado arrancó, cruzó la 7ma y dejó a su chica en la oficina- suertudo, él.
Todo este cuento para sentarse un rato y preguntarse “¿y como para qué tanta cosa, ala?” y especificar la pregunta:
– ¿por qué se le da tanta importancia al precio de un pedazo de lata?
– ¿Por qué, Dios Santo, se le da tanta importancia a la velocidad?
– ¿Por qué, imploro, será que los aparatos son el vehículo que se juzga más apropiado para tratar de mostrar que son machos?
…y una pregunta poco relacionada, pero igual se cuela en la cabeza al pensar en todo esto: ¿por qué es tanta la lora con el cuero? ¡Si ya estamos en los dosmiles!
Obviando la última pregunta, trato de responder las otras tres (las del precio, las de la velocidad, la de los aparatos) con el concepto de compensación, uno de los mecanismos de defensa que planteó un psicoanalista (Adler).
La definición que dan de la compensación en Wikipedia es “una estrategia por medio de la cual uno encubre, consciente o inconscientemente, debilidades, frustraciones, deseos, sentimientos de inadecuacidad o incompetencia en un área vital por medio de gratificaciones o (afán de) excelencia en otra área” (sic). Mejor dicho, si uno no tiene alguna cosa, muestra que tiene otra como para que no le dé tanta vergüenza.
(la pereza que me da pararme a sacar los libros de psicoanálisis en la biblioteca de mi casa hasta encontrar esa definición no tiene nombre, y es mucho más grande la de ir a la Biblioteca de la Javeriana a sacar el Diccionario de Psicoanálisis, igual esto es un blog y no una tesis entonces ahí lo dejo)
En resumen, El Flaco estaba intentando mostrarle a El Gordo que no tenía ni hembra ni moto cara ni cuero ni Suerte como El Gordo, pero lo que sí tenía era una cabrilla la HP. Y con eso logró compensar (encubrir) su sentimiento de incompetencia con excelencia en otra área… y sí, como ustedes ya iban a completar la frase, quedó como un pendejo.
Y así comienza todo en las decisiones individuales del transporte: comprar un carro, comprar una moto, andar rápido, andar con hembra, tener convertible y destapar la capota (con todos los riesgos que esto tiene, alguien se acuerda de la escena de Naken Gun 33 1/3? – Dónde está el policía 3). 
A mí a veces me advierten que no debería ir a reuniones en bicicleta porque no voy a dar una buena impresión, incluso me han dicho que saque el carro (y “el reloj ese fino que tiene ahí guardado”) cuando vaya a conocer a un cliente, y en realidad no me importa. Si voy a conseguir un cliente porque tengo carro o reloj, pues que contraten mejor al carro o al reloj. Creo que las “debilidades, frustraciones, deseos, y sentimientos de incompetencia” se pueden compensar con los productos del cerebro y preparándose bien (tener una buena barba también sirve a veces).
Fixie panda shot!
Por lo pronto, cuando pienso en el episodio del viernes me trato de reconfortar con otro episodio, que no tengo que dibujar porque esa vez sí pude tomar una foto: el encuentro de otros dos extraños en medio de una calle de Londres, esta vez en bicicleta y sin pretensiones:
encounter
(Yo sé, yo había prometido lo de Bután pero todavía no lo tengo listo… como no se va a acabar el mundo, el otro martes lo publico). @carlosfpardo
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PERFIL
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Carlos Felipe Pardo es un colombiano con maestría en urbanismo de la London School of Economics que trabaja en temas de transporte sostenible, desarrollo urbano y calidad de vida. Le ha tocado ir a más de 60 ciudades en Europa, América Latina, Asia y África a dar asesorías, presentaciones y cursos sobre esos temas. Ha escrito libros y capítulos (unos más buenos que otros), varios de los cuales están en la página de su organización Despacio.org

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2 Comentarios
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  1. Muy buena reflexiôn, que poca gente se atreve a comentar. En Colombia donde es tan importante aparentar, los sistemas de transporte no solo sufren de mala gestiôn y falta de tecnologîa, sino tambiên porque a la gente le gusta salir a la calle a exhibirse… cuântas muertes nos ha costado esto especialmente con motociclistas?
    PD: Detallitos, “psicoanalísta”, “no le de” “frustraciónes”, estân mal escritas. Y mal por wikipedia porque la palabra “inadecuacidad” no existe. Por ûltimo, ir donde un cliente en bicicleta es un ejemplo! le aseguro que lo deja pensando.

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