El teletrabajo es una solución a la movilidad que, ante la imposibilidad de teletransportarse o ganarse la lotería, resulta lo más cercano a trabajar de manera más cómoda y con menos estrés. También es una solución para personas -como yo- que no pueden oír un alfiler cayendo a su lado porque les parece que hay mucho ruido y por eso prefieren quedarse algunos días en la casa para avanzar más en la redacción de informes, propuestas, capítulos de libros, etc.
En el transporte, el tema del teletrabajo ha sido recibido con un amplio y largo abrazo (casi sospechoso), en particular porque reduce los kilómetros viajados, y más que todo porque los reduce en gente que seguramente habría ido en carro a su oficina. Lo último no es una afirmación suelta, es porque en realidad quienes tienen la oportunidad de trabajar desde otro lugar distinto a su oficina son quienes tienen un trabajo más «cerebral», con mejor pago y, en general, con carro.
El teletrabajo se trata de que aquellas personas que quisieran tener un poco más de tiempo libre y tienen un contexto favorable para trabajar desde sus casas, pueden hacerlo. Y no, nadie se va a dar cuenta si terminaron todo su trabajo del día en dos horas y de resto estuvieron bailando Zumba con el televisor a todo volumen, o si su acuerdo de teletrabajo era particularmente orientado a ganar más puntos en Farmville, Age of Nosequecosas o cualquier juego pendejo que, como el Sudoku, no deja nada al jugador más que tiempo perdido. Más allá de sus intenciones reales o soñadas, el teletrabajo puede ser bien utilizado y lograr muchas cosas útiles.
En cualquier caso, lo importante de aplicar el teletrabajo para el contexto que me interesa (el del transporte) es que por cada persona que teletrabaja un día se han dejado de realizar dos viajes que se habrían hecho para ir a jugar Farmville y chismear por Facebook en la oficina, y trabajar en el entretanto (no mientan, ustedes también lo hacen, y algunos seguramente llegaron a esta página por estar viendo Twitter o Facebook un rato).
Para explicarlo de manera más teórica: hasta hace unos años, había dos velocidades para moverse en una ciudad: rápido y despacio. Desde que la globalización tuvo momentum, comenzó a suceder un proceso de compresión de espacio-tiempo que, como dicen los marxistas famosos, aniquiló estas dos dimensiones y nos dejaron con un mundo chirriquitico y con distancias realmente más cortas. Esto fue debido inicialmente a los modos de transporte (cada vez más rápidos), pero luego fue posible gracias a los modos de comunicación cada vez más versátiles.
Para darles un ejemplo: cuando el teléfono se volvió de facil acceso, las fábricas comenzaron a desvincularse espacialmente de las oficinas centrales (el «headquarter») porque era posible comunicarse inmediatamente para regañar a la gente por hacer su trabajo mal (o bien, no importaba, lo importante era – y es – regañar). Posteriormente vinieron otras tecnologías más modernas para gritar a sus empleados y controlarlos: el fax (grito escrito), los sistemas de cámaras, los aparaticos de videoconferencias, e internet.
Las consecuencias prácticas de estos desarrollos tecnológicos tienen doble filo: podemos trabajar desde donde queramos, pero también… podemos trabajar desde donde queramos. No obstante, cuando uno aprende a ser más sensato con el uso de la tecnología, puede comenzar a gozar de sus ventajas sin caer en la adicción (estar todo el día conectado y trabajando) ni en la pereza (estar todo el día conectado y en Farmville). El buen uso del teletrabajo tiene sus ventajas, y aunque un empleador siempre va a sacar la excusa de «esque es mejor estar en la oficina siempre por eso del trabajo en equipo», es posible convencerlo de dejar que uno trabaje desde la casa de vez en cuando.
Ahora vienen las buenas noticias: En Colombia, el teletrabajo tiene incluso una ley del 2008 que lo regula. También tiene un librito lo más de inclusive respondiendo las dudas más frecuentes sobre cómo teletrabajar y bajo qué reglamento se rige esta modalidad de trabajo, pasos a seguir, pantuflas a comprar, etc. Lo pueden bajar de aquí (busque el botón de «descarga gratis» – no es un virus, aunque el estilo del botón parece indicarlo). Y, cómo no, un videillo con información útil para el ciudadano del común:
Fuente: http://www.mintrabajo.gov.co/teletrabajo.html
Como yo viajo tanto, es realmente raro es que esté en mi oficina trabajando. Incluso he tenido la oportunidad de dar una conferencia en Villavicencio estando en Sudáfrica:
(no caí en cuenta de que mi conferencia era a las 11pm de hora sudafricana)
Ahora vuelvo a lo que decía arriba: hay unos trabajos que sí pueden beneficiarse del mundo del teletrabajo, pero hay unos (varios, muchos de hecho) que no lo pueden hacer:
– Vendedor/a (a menos de que tuviera una cuenta en MercadoLibre, le toca salir a vender todos los días)
– Vigilantes (según entiendo, para ellos es simplemente imposible dormir toda la noche en su propia casa, les toca hacerlo en el edificio donde trabajan)
– Cantinflas (todos los papeles que hizo implicaban una presencia personal para la realización de su labor)
Fuente: http://mispeliculasenlinea.blogspot.com/2012/12/cantinflas-el-barrendero-1982.html
Entonces, si usted es una de esas personas que puede beneficiarse de El Mundo Visto Desde
Las Pantuflas, ¡HABLE HOY MISMO CON SU JEFE! ¡GOCE USTED DE ESTE MARAVILLOSO MUNDO QUE ES EL TELETRABAJO! ¡AHORRE TAMBIÉN AGUA, SI ES DE SU PARECER NO BAÑARSE! Pero, por favor, caiga en cuenta de que tiene que aprovechar su oportunidad, y si llega a poder generar una rutina de teletrabajo desde sus cobijas – perdón, desde su «home office» – va a encontrar una nueva dimensión tempo-espacial que le hará sentir como si viajara de su casa a su oficina sin moverse. Tal vez algún día lo logre de manera tan fluida que se sienta como si viviera en este video de Jamiroquai:
Las Pantuflas, ¡HABLE HOY MISMO CON SU JEFE! ¡GOCE USTED DE ESTE MARAVILLOSO MUNDO QUE ES EL TELETRABAJO! ¡AHORRE TAMBIÉN AGUA, SI ES DE SU PARECER NO BAÑARSE! Pero, por favor, caiga en cuenta de que tiene que aprovechar su oportunidad, y si llega a poder generar una rutina de teletrabajo desde sus cobijas – perdón, desde su «home office» – va a encontrar una nueva dimensión tempo-espacial que le hará sentir como si viajara de su casa a su oficina sin moverse. Tal vez algún día lo logre de manera tan fluida que se sienta como si viviera en este video de Jamiroquai:
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