– desmayarse.
No es para tanto. Si se han dado cuenta, cada vez que un restaurante se pone bueno, comienzan a cobrar más caro y se pone un poquito más vacío, y así sucesivamente… lo mismo pasa con el transporte y con la demanda de viajes… Y no me vengan con el cuento de que la movilidad es un derecho que eso es fácilmente la peor interpretación de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos (la movilidad de la que se habla ahí es otra, no la de moverse en carro ni de moverse a su oficina).
Pero el tema del que quiero hablar no es de cómo ni por qué cobrarle a los carros, sino de la parte más sutil, de esa frase envalentonada que siempre empieza con «le voy a explicar» y que siempre termina con «no tenemos buen servicio de transporte público».
Antes de dar respuesta, hay que leer:
Esta semana estaba buscando algo en
el libro que más AMO sobre transporte y me acordé de que uno tiene que leer de vez en cuando para comprender el mundo, y a veces mirar a su alrededor y recordar cómo era la cosa hace 10, 15, 20 años. Hoy voy a tratar de explicar por qué nadie está satisfecho nunca con el transporte público de su ciudad (sea Ginebra, Delhi o Bogotá). Para esto se nos presta el maravilloso Zenón de Elea.
Aristóteles nunca paró de echar lora (bueno, cuando se murió de dolor de estómago, pero antes no se calló ni un segundo). Y en algún momento contó
una de las Paradojas de Zenón de Elea que, palabras más, palabras menos, quiere decir que uno en realidad no se mueve para ningún lado. Quienes andan en carro en Bogotá lo viven casi todos los días:
No, ahora sí en serio: Zenón decía que Aquiles no iba a poder nunca superar a una tortuga si le echaba una carrera, porque siempre iba a tener que llegar al punto donde estaba la tortuga y la tortuga ya no estaba ahí (estaba justo adelantico), y así sucesivamente… super raro, pero cierto.
Si Zenón de Elea viviera hoy… no, un momento, no funciona la cosa así…. Si en la Grecia Antigua hubieran construido un TransMilenio… no, tampoco… mejor dicho: Si ustedes se acordaran de la PORQUERÍA de transporte público que tenían en la década de 1985, pueden comenzar a comprender lo que voy a decir después. Para refrescarles la memoria (o para que vean cómo era la cosa), vean pues (véanse los 9 minutos, valen MUCHO la pena – en particular por las pintas de la gente, nada distinto a encontrarse con algunos hipsters por ahí en pleno año 2013):
¿Aaaaaah, entoooonceeeees? Ahora ¿qué tal les parece TransMilenio? Noooo, tranquilos, ¿saben qué? montémonos todos en el Delorean y espichemos «14 de Abril de 1985»:
Ahora, después de salir del shock tan increíble (véase la foto de Marty arriba), digamos «vámonos de la Calle 127 hasta la 45 en bus»… y ahora imáginense el mismo paseo en TransMilenio. Yo sé, espichados. Y sí, uno que otro ladrón de celulares. Pero ala, no me jodan que estamos igual que en 1985, ¿o sí? Si lo creen es porque o siguieron en shock o no vieron el video de arriba.
El argumento que estoy tratando de cerrar hace rato no es la defensa a TransMilenio, eso dejémoslo a otros. Yo lo que quiero es demostrarles que, como ya Zenón trató de explicarnos, nunca, pero N U N C A vamos a tener un transporte público perfecto y que si no cobramos por el uso del automóvil particular más duro, vamos a seguir en el círculo vicioso de sacar a todo el mundo del transporte público para montarlos en carros y en motos.
Nos lo han demostrado mil veces en muchas ciudades, pero seguimos creyendo que leer libros no nos sirve de nada, porque como aquí es Cundinamarca y no Dinamarca (y algún pendejo todavía se ríe), no tenemos solución. Perdón, pero leiga para que se instruiga.