Lo más cercano de Bogotá donde podría tomar una foto como esta sería en Sasaima…si ustedes ven esta foto solita, dirán que la tomé en un río o quebrada digna de llevar olla y pelota (o sus equivalentes coreanos), o no? Vean otra foto que tiene una pista más:
Como se imaginarán, NO ES EN SASAIMA. Esto es en pleno centro de Seúl. Es el mismo sitio donde hasta hace unos diez años tenían una autopista en superficie de ocho carriles Y encima una autopista de segundo piso Sí, ese sitio era antes este horrible muladar:
Yo llevo repitiendo cual lora mojada el cuento de este río hace mucho tiempo. Mostrando foticos, incluso ayudando a escribir un libro completo con varios ejemplos y dando presentaciones. hasta ya puse un poquito de eso en un post de este blog. Pero para entender la magnitud del proyecto que hicieron tenía que irme para Seúl y caminar durante dos horas, visitar el museo que describe la historia de la transformación, y sí, por qué no, botar mi zapato al agua cuando trataba de dármelas del local metiendo las patas al río (lo rescaté, tranquilos).
(los locales, super cool, en su parche preferido)
Para que busquen en google, el Rio con nombre difícil de pronunciar se llama Cheonggyecheon (según los coreanos se pronuncia «chonguichon», nombre perfecto para un héroe de comedia mexicana). Cuando busquen se van a dar cuenta que hay muuuchos posts parecidos a este describiendo el cuento. Entonces yo me voy a concentrar en lo que me pareció interesante a mí: el nivel de detalle con que desarrollaron el proyecto. Es decir, la cantidad de estudios que hicieron, la cantidad de oposición que recibieron, la maravillosa historia de participación, inclusión, e integración de la sociedad formal e informal, es demasiado larga para explicar aquí (pero a quienes me gasten un almuerzo les presto durante un ratico los dos libros que me regalaron donde lo explican todo, y les proyecto el video en coreano donde está la historia – con subtítulos, tranqui, yo tampoco entiendo un carajo esos circulos y palitos). Los detalles de ingeniería, arquitectura y hasta regulaciones de desarrollo urbano que se hicieron como parte del proyecto también ocupa tomos enteros (en coreano, que ni pude leer entonces ni idea, pero se veían bonitos los dibujitos).
También me parece interesante ver que la razón por la que se hizo el proyecto fue, como sucede en pocos casos, porque un alcalde decidió que era más útil tumbar todo el montón de concreto (y reciclar todo, tuitico todo el acero que se sacó de la obra) que volver a construir una mole gigante de asfalto… y en las siguientes elecciones se volvió presidente de ese mismo país.
Después de la tarde entera que dediqué exclusivamente a aprender sobre este lugar y ver todos los diferentes aspectos de su desarrollo, quedé literalmente anonadado. Más que reconocer la complejidad y la necesidad de planificación de algo tan increíble, caí en cuenta que lo relevante de estas experiencias es:
– sí se puede, jijuemadre
– si uno va a joder por estudios, que tienen que ser para la implementación del proyecto y no para frenarlo (los que han intentado peatonalizar una calle de 100 metros en Bogotá sabrán a qué me refiero)
– si uno quiere diseñar un proyecto exitoso que después de 8 años siga siendo un éxito y produzca situaciones gana-gana, tiene que cranearse la cosa bien e integrar a todo el mundo, así le peleen. De nada sirve ser dictatorial.
Y sí, en este caso, más que en ningún otro, vale la pena mostrar la cosa con fotos y dejar de escribir. Aquí algunas:
(lugar recomendado para llevar a una chica en Seúl a darle besos… y uno con la esposa bien lejos)
(«por aquí creo que no llegamos a la 72,es por las siguientes piedrecillas» decía la niña en coreano… o eso creo que oí)
(vaya y siéntese debajo de un puente en Bogotá y me cuenta cómo le va…)
(biblioteca al aire libre – se permiten refrescos y pecueca verde)
(chica conquistada toma del brazo a su hombre)
Perdón, pero esta foto que viene sí la tengo que explicar: Justo antes de llegar al Museo, uno ve la escena que se muestra aquí abajo: fue, para mí, la parte más maravillosa de todo el recorrido. Después de caminar más de una hora y pensar tanto en esa maravilla de lugar, los arquitectos del proyecto me recordaron con esa estructura que dejaron ahí que eso, hacía muy poco, había sido una autopista elevada donde no había vida sino carros. Y me mostraban que todo, incluso una autopista de casi seis kilómetros de longitud, podía reformarse para mejorarse. Pero que ahí dejaban esto para que todos tuvieran memoria de lo que se había hecho ahí antes y, al lado, de lo que se habían perdido durante casi un siglo:
Y pues sí, para que me crean que fui, aquí reportando desde Seúl, su odiado bloguero:
Miren, estamos listos para que las ciudades de verdad cambien. Y estamos exactamente en el momento en que están pasando cosas buenas. De hecho, estamos empezando a ver la situación contraria al Big Yellow Taxi…o ya casito… Me explico: Big Yellow Taxi es una canción de Joni Mitchell de 1970 donde habla, esencialmente, de paseos millonarios en taxis y de desarrollo urbano insostenible, y tiene una frase maravillosa que dice algo así como «pavimentaron el paraíso y construyeron un parqueadero». Aquí Joni con su canción:
https://www.youtube.com/watch?v=xWwUJH70ubM
Para los que saben que la habían oído antes pero no se acuerdan por qué era otra versión, aquí va la de Counting Crows y Vanessa Carlton:
https://www.youtube.com/watch?v=tvtJPs8IDgU
(perdonarán el post tan esperanzador, pero esque como decía mi mamá cuando veía a mi hija de un año bailando: «NO HAY DERECHO LA BELLEZA»).
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