A pesar de todo lo que vean en las estúpidas propagandas de pavos y regalos y descuentos sobre la maravillosa época de diciembre y todas esas frases cursis que dicen «es la época del año para estar con los tuyos» y esas pendejadas, en realidad la navidad es una época donde todos salen a horas que les gustaría estar en su casa para comprar cosas que no les gustan para personas que no necesariamente les caen bien. Eso tiene que cambiar, y les voy a dar cuatro tips para que lo cambien en su caso. Y por favor no crean que les voy a vender una idea de la real cercanía con los suyos en conmemoración de Chucho. Para eso están las misas y las novenas. Yo voy a ser más práctico y explicarles cómo reducir su estrés de ir a comprar regalos con un poquito de asesoría en transporte sostenible.

Las políticas de transporte actuales, y la literatura gris que se ha escrito al respecto, promueve tres maneras de reducir los trancones, la contaminación y los accidentes en transporte: evitar (los viajes), cambiar (a modos más sostenibles) y mejorar (los vehículos). Esto lo llaman «el modelo ASI» (esa explicación es medio larga e inútil, entonces sigamos).

Estimadísimos lectores, el modelo ASI se puede aplicar a la compra de regalos y lo podemos usar como un buen ejemplo de mejorar el transporte. Les voy a pedir que imaginen que es un viernes por la noche, 20 de diciembre, y que van a salir a comprar los regalos que les hacen falta… sí, seamos sinceros, ese día todavía le van a faltar casi todos los regalos. Entonces apliquemos las 3 opciones del modelo ASI:

Mejorar: Use un mejor vehículo para ir a comprar sus regalos. Esto se refiere a conseguirse un carro eléctrico o híbrido o una de esas cosas para ir a comprar regalos (y pues hacer las demás vueltas). Muchos creen que esta es la solución al transporte. Pero… no. Mejor dicho piénselo: usted va, compra un carro eléctrico, y sale a comprar regalos ese mismo día. Y eso mismo hacen muchos otros… ¿y qué pasa ese día? El fenómeno ahora llamado «congestión limpia»: los mismos en las mismas, solo que no hay humo. Es decir, los mismos trancones para entrar a su centro comercial predilecto, las mismas filas interminables de carros tratando de entrar y salir de los sitios. Entonces pasemos a la siguiente opción.

Cambiar: Utilice otro modo de transporte para comprar sus regalos. Esto es, vaya en transporte público, bicicleta o caminar para el susodicho trámite. E imagínese que varias personas más lo hacen también. Esta opción es la que enfurece a muchos. «¿Cómo es posible? ¿Y cómo saco las bolsas de Louis Vuitton en la bicicleta? !Me las roban! Se rompen!» O sino «en bus a comprar regalos? Uy no, qué desastre». Para esas críticas siempre hay soluciones, pero lo importante es pensar, así sea por un momentico, en una ciudad con muchas muchas personas llegando a los sitios en bicicleta o busecito y comprar sus regalos. Solo imagíneselo un momentico… podría llegar a ser cómodo. Pero veamos la otra opción a continuación.

Evitar: Evite los viajes innecesarios (o innecesariamente largos) para ir a comprar sus regalos. Esto se puede referir a pedir todo por internet (suerte con eso), o a ir muuuy cerquita a comprar las cosas (si vive en Sindamanoy pues complicao)…. o pues comprar bonos de aituns y listo, se ahorran la selección y la vuelta, y ya.
Imagínense esa ciudad: todo el mundo sale de su casa, camina unas cuadras y encuentra un almacén chévere donde puede comprar algunos regalos, luego camina un ratico y encuentra otro, y así sucesivamente. Todo a pata pelá…. aja…. Esta opción es la más complicada, porque implica que haya lugares cercanos para ir a comprar regalos. Y eso a su vez implica que la ciudad esté diseñada para eso. Las razones por las que muchas ciudades (de América Latina, de Asia y hasta de África, y pues ni decir Estados Unidos) no tienen nada que ver con eso son medio largas de explicar, pero yo feliz de explicarlas en otro post. El caso es que puede que no sea la opción que podamos usar este 20 de diciembre pero sí en unos diciembres si tomamos las decisiones correctas de planificación (suerte con eso…).

«Pero…», dirá usted, estimado lector, «no decía el título que son CUATRO cosas?» Y sí, son cuatro cosas. La cuarta no es realmente parte del modelo ASI ni del transporte sostenible, sino del consumo sostenible. Y la voy a llamar, por ponerle un nombre, la ‘Lichiguez Selectiva’. Paso a explicar:

(Como todo gran término de la Historia, la Lichiguez Selectiva debería realmente llamarse «Elección Racional de Regalos Basada en el Afecto Real», pero pues atrae más la atención eso de Lichiguez Selectiva. Y ahora sí paso a explicar).

Para comprender la razón de ser de la Lichiguez Selectiva, hay que imaginarse que uno está este viernes 20 de diciembre en la noche en su casa y pensando en que le falta comprar todos los regalos….echado en un sofá… no, en un diván. Mientras uno está ahí en su diván predilecto, con una cobijita encima y tal vez hasta jugando «Pájaros Bravos» o «Dónde Está mi Agua» o cualquiera de esos, uno generalmente piensa «bueno, pero mañana es 21 y todavía tengo tiempo de ir a comprar regalos» y lo deja ahí para lidiar con esa actividad desesperante el siguiente día… y ese siguiente día es peor, entonces uno vuelve a pensar… y así hasta el 23 o 24… mejor dicho, todo mal.

Ahí es donde cae como anillo al dedo la Lichiguez Selectiva (LS) como cuarta opción de reducir el estrés por los regalos. Usando la LS como método, uno debe hacer lo siguiente:

– Hacer una lista de tooodas las personas a quien uno cree que le va a dar regalos
– Poner en una columna al lado por qué les quiere dar regalos a esas personas
– Poner, en una tercera columna, un número de 1 a 10 (o a 20, según la cantidad de gente a quienes les «debe» regalos) según el nivel de prioridad, afecto que le tiene a cada persona.

– Romper el papel, botarlo a la basura y quedarse en diván con su cobijita, y no comprar ningún regalo y punto. Y decirse a sí mismo «si no he comprado ese regalo hasta hoy, es porque realmente no lo quería comprar y porque, en realidad, esa persona no necesita un regalo más. Qué va.»

Voilá. 20 problemas menos, 20 regalos menos, una cobijita y una satisfacción con el planeta por no haber tenido que tomar decisiones de mejorar, cambiar o evitar, sino simplemente la decisión más importante de todas: no hay que comprar regalos y punto.