La propuesta suena a una idea de enguayabado, o de una persona víctima del síndrome de burnout. Pero en realidad es una propuesta que hago sin haber bebido y sin estar enfrentando un drama por no parar de trabajar. Les propongo que no trabajen porque hoy, en realidad, no existe sino cada cuatro años. Y porque hoy, 29 de febrero, es un Día Inventado.

Mi explicación original de la propuesta de no trabajar durante este Día Inventado (o «día de hacer lo que se le dé la gana») fue hecha el 29 de febrero de 2012 cuando decidí que no iba a trabajar ese día porque me parecía una estafa del calendario y del Papa Gregorio. Los detalles históricos los di hace cuatro años (clic aquí), pero lo que importa hoy es que caigan en cuenta que el año pasado ustedes trabajaron 365 días y no hay razón lógica para trabajar, por la misma plata, un día de más en este año de 366 días. O bueno, la propuesta realmente no es que no trabajen sino que, por lo menos, trabajen distinto.

Sus jefes estarán en desacuerdo. Seguramente van a decir «usted tiene un contrato, su contrato dice que trabaja 30 días al mes, entonces me debe un día y el próximo año me debe dos, más bien deje de ser tan sapo». Entonces sepan proponerlo, y sepan persuadir a esa persona que casi siempre es un tigre y que a veces es comprensiva y díganle «vea, jefecirris, ¿no le parece chévere que por lo menos tratemos de hacer cosas un poquito distinto? Mire que al final de cuentas este día fue un error astronómico». Y de pronto les van a prestar atención y puede que incluso salgan con una que otra buena idea.

La lógica del asunto es que uno está acostumbrado a trabajar de la misma manera todos los días. Llegamos a las ocho, hablamos con la gente de cualquier ridiculez hasta las 8:30, vemos Facebook hasta las 9, luego Twitter hasta las 9:30, y ahí empezamos a trabajar lentamente hasta las 10am cuando de pronto llega un mensaje de Whatsapp que se convierte en una discusión hasta las 10:15 – si es con un grupo, los emoticones seguirán apareciendo hasta las 10:30 cuando uno tiene hambre y sale a comer algo de medias nueves. El día transcurre en cuatro segmentos que tienen una estructura similar a la que acabo de describir, en los cuales el trabajador promedio invierte dos horas totales de trabajo durante las ocho horas legales en el mejor de los casos (no lo digo yo, hay estudios que se acercan a eso- vean aquí y aquí y aquí). En tiempos antes de Facebook y Whatsapp las cosas eran distintas en términos tecnológicos pero esencialmente las mismas en términos de productividad (se dañaba la cinta de la máquina de escribir, tocaba irse a hacer una vuelta que antes no se podía hacer por internet y uno perdía la mañana entera, etc etc).

Entonces mi propuesta es que hay que saber utilizar de manera distinta esas ocho horas, y tal vez este infeliz 29 de febrero sea una buena oportunidad para hacerlo. Algunas ideas para que comiencen a pensar:

– Trabajen todo el día desconectados totalmente de internet. Incluso traten de hacerlo sin computador. A ver, si Eric Clapton pudo hacer un concierto entero desconectado, ¿no podrán ustedes trabajar un día sin internet ni computador? Los reto.

– Cámbienle de puesto a otra persona. Si ustedes hacen todo el día gráficas en excel y la persona de al lado sistematiza cuentas de cobro, vean a ver si les cambian y cuántos desastres generan o si tal vez logran encontrar mejores formas de hacer lo mismo. O si ustedes son jefes y tienen subalternos, sean subalternos y pongan a alguien de jefe (el problema es a quién, o si se turnan durante el día, o qué… medio desastrosa la idea, pero de pronto uds pueden).

– Trabajen en un lugar no típico, que podría ir desde un cafecito en el barrio hasta irse al Parque la Florida, o incluso una biblioteca o una piscina. Qué se yo. Piensen dónde querrían trabajar todo el día (de pronto hasta podrían salir en bicicleta hacia el norte de Bogotá con un cuaderno y esfero en su maleta y tomar apuntes de sus pensamientos cada media hora hasta que, al mediodía cuando hayan llegado a Guasca o a Tunja, den media vuelta y repitan el ejercicio hasta volver a sus casas).

– Trabajen en un sitio donde necesiten voluntarios o donde ustedes sepan que se necesite ayuda. Martin Seligman dice en su libro de «Felicidad Auténtica» que una de las cosas que da mayor felicidad no es la plata ni la fama ni el poder sino ayudar a otros. Suena cursi y jipi pero así es. ¿Son capaces de hacerlo?

– No hagan nada. Quédense quietas. Miren al horizonte. Pero háganlo de verdad y con el firme propósito de aprender algo de eso. ¿De pronto los budistas tienen algo de razón y esa experiencia sea algo super bueno?

– Lean todo el día. No paren de leer ni se dejen interrumpir. Salgan de su casa con el libro más grueso que tengan y que sepan que nunca más tratarían de leerlo y lean lo que más puedan. De pronto si pasan de la página 200 se quedan enganchados, continúan en sus ratos libres y tal vez prefieran continuar la lectura a meterse a ver qué fotos de gatos pusieron hoy en Facebook. Sugiero Los Hermanos Karamazov que es más largo que el mismísimo putas pero increíble.

Ya con eso doy ideas. Lo bonito de todo esto es que la idea ahora se llama el Día Despacio y hay una página web donde explican lo que se puede hacer con ese día. Sus ideas, fotos, regaños, etc. son bienvenidos, tal vez en twitter con el hashtag #DiaDespacio si les parece chévere (y si no les parece incoherente).

No trabajen hoy… o háganlo como se les dé la gana. De pronto al final del día les aplauden tanto como lo hicieron a Eric Clapton cuando tocó Signe: