Como le pasó a muchos hoy, Marcela no sabe por qué subieron la tarifa de Transmilenio. Ella hace el desayuno y la comida en mi casa y cuida a mis hijos durante parte del día. Vive más allá del 20 de Julio, cerca del Parque Entrenubes. Su viaje en Transmilenio es a veces de dos horas por trayecto y prefiere salir de su casa a las 4am porque si sale más tarde dice que el viaje es insoportable. Ella fue una de las que me pidió esta mañana una explicación de la nueva tarifa de Transmilenio.

Les voy a hacer la vida fácil y concluyo de una vez: no supe cómo explicarle. Yo llevo trece años dedicado a pensar en transporte y tratar de resolver cosas de ese sector, y a pesar de que intenté explicarlo de varias formas no lo logré. La explicación real que le habría podido dar es la siguiente (inspiro profundo para tomar aire):

La tarifa de Transmilenio se define a partir de una tarifa técnica y una tarifa de usuario, la última es lo que usted paga pero la primera es la que está constituida por todos los costos que implica operar el sistema. Hay una fórmula en principio inviolable que determina que, cuando la tarifa técnica está por encima de la tarifa del usuario durante un tiempo determinado, es necesario subir la tarifa de usuario para solventar el déficit. El único que puede decir que no se va a subir la tarifa es el Sr Alcalde, en cuyo caso tiene que decidir de dónde va a sacar la plata para cubrir el déficit entre la tarifa técnica y la tarifa de usuario. Esto debe salir del presupuesto de la ciudad, y así nos guste o no va a tener que reducir el gasto en otro sector que también lo necesitaría – salud, educación u otro-. Una opción muy buena de resolver ese problema es generar un nuevo recaudo para cubrir ese déficit (de estacionamientos, de cobro por congestión) y hacer una destinación específica como la que se hace con la sobretasa de la gasolina para pagar las vías y la infraestructura de transporte masivo. Pero como el Concejo de la ciudad no ha aprobado ninguno de esos cobros las tres o cuatro veces que se les ha presentado (dicen que no porque no tenemos buen transporte público), las alcaldías desde tiempos de Samuel Moreno han tenido que sacar plata de otras partes para poder cubrir ese déficit. Hoy en día, el déficit es tan grande que es ya muy difícil mantener el subsidio y el Distrito ha decidido subir la tarifa de sistema de transporte público para dejar de incrementar el déficit. Y lo ha hecho más de una vez por la misma razón, y porque decide que no debe seguir sacando plata de otros sectores (ni ha podido generar nuevos cobros a los modos contaminantes) sino que el único remedio que ve es subir la tarifa. Súmele a eso, Marcela, que los contratos de operación de transmi de la primera fase se pudieron haber renovado en la época de Samuel Moreno, y nuevamente hubo una oportunidad en la época de Petro, pero no lo hicieron (Petro dejó los prepliegos publicados la última semana de su mandato pero llegaron más de cuatrocientas cartas de observaciones a una infinidad de cosas). La nueva licitación de Fase 1 de transmi permitiría redefinir la distribución de la tarifa entre operadores y distrito y, hasta cierto punto, reducir ese déficit del que tanto he hablado. Pero eso no es todo: agréguele, también, que la operación del SITP hace que la ciudad necesita encontrar una manera de cubrir costos de operación de muchas rutas que no llevan casi pasajeros (las «rutas malas») con el recaudo que se recoge en las rutas donde van repletos de pasajeros (las «rutas buenas»), y eso inevitablemente inclina la balanza hacia la necesidad de cubrir la tarifa con un subsidio (y sacar la plata de algún lado del presupuesto de la ciudad) o subir el valor de la tarifa. Ah, al final del 2015 el Distrito ya sabía que tenía que subir la tarifa de Transmi (eso es cuento viejo) pero decidieron no hacerlo todavía. ¿Me pasa la sal, porfa?

(Hay otra explicación de esto con grafiquitas y cosas de esas que hizo Diego Laserna aquí)

Lo que digo arriba es mi interpretación de las cosas según lo que sé, seguramente habrá precisiones y opiniones (fundamentadas en datos, en memes, noticias o en lo que dijo la persona en la que uds más confíen en Twitter). Pero no pude explicarle a Marcela nada de eso, mucho menos sin pedirle un par de horas de su tiempo, un tablero y varias sesiones de preguntas y respuestas. Ella es una ciudadana de a pie… o mejor: una ciudadana de a bus. Y los ciudadanos de a bus no son los que se quedan a preguntar si el recaudo de estacionamientos sería suficiente para cubrir ese déficit (no, ni de riesgos es suficiente, por si acaso) sino que quieren saber por qué no van a tener la misma plata para el arriendo y por qué van a pagar más por el mismo servicio (salir a las 4am porque más tarde es muy lleno). No quieren conocer la teoría del transporte público, el modelo de negocio del primer BRT «golestandar» del mundo ni cómo mejoraron el modelo financiero en los sistemas subsiguientes. Tampoco se preguntará si, a la postre, la sociedad está mejor con un subsidio sacado de presupuesto general para transporte en lugar de educación o salud. Ellos se preguntan por qué les están cobrando más por la misma cosa, y cómo es posible que una moto sea tan barata y Transmilenio tan caro.

Al final de cuentas, lo que sí es perfectamente claro es que hay una gran diferencia entre la forma como uno u otro alcalde toma decisiones de política pública y lo que esto significa para la ciudad. Bueno o malo, Bogotá ha visto por lo menos cinco maneras de tomar decisiones de política pública ante problemas fundamentales de la ciudad, y las consecuencias de esas decisiones. No va a ser mi tarea hacer el podio de alcaldes para decir cuál tomó una decisión mejor que otro. Ustedes ya están grandecitos para tomar esa decisión.

(antes de terminar, vean cómo me fue tratando de dar la misma explicación a una estudiante de quinto año de doctorado).

– esta es una respuesta larga a la pregunta puesta por Darío Hidalgo aquí.