Mientras sigo a la espera del quincuagésimo segundo, con el corazón considerablemente tranquilo (teniendo en cuenta los sucesos recientes) y sin un individuo llevando las riendas de la emoción y la lágrima contenida, es decir, sin tener a quien dedicarle las canciones corta venas de Kany García o por quien cantar a grito herido Boom Clap de Charli XCX mientras conduzco el pequeño minimí por las calles de Bogotá, continuaré distrayéndome con una serie de desvaríos a la que he titulado «a mí me pasó», una recopilación de textos basados en los chismes y las experiencias de mis amigos y conocidos ya que mi vida por ahora es apacible y aburrida (gracias a Dios porque ya era hora de tener un respiro).

De todas las inútiles categorías que me invento para auto-clasificarme (porque está de moda auto-hacerse todo, hasta auto-suicidarse), una de las que más me gusta es la de amiga matapasiones, esa que está todo el tiempo poniendo el peor de los escenarios para cualquier situación, esperando que cuando suceda algo bueno sea una verdadera y mágica sorpresa digna de celebrar (como Colombia ganando Miss Universo), o si por el contrario algo sale mal, es quien dice con la mano en la cintura «te lo dije» y se lava las manos con total conchudez.

La amiga matapasiones siempre aboga por la tranquilidad de el/la susodicho/a insistiendo en que no se debe hacer ilusiones hasta tener algo concreto o defendiendo a quien-quiera-que-sea el/la involucrado/a y/o contraparte hasta que no se demuestre su culpabilidad o su inocencia. No le gusta asegurar si hay química o si las señales son correctas porque cuando se usa indiscriminadamente el refrán «cuando el río suena, piedras lleva» el amigo o la amiga en cuestión acaba montándose una película digna de alfombra roja y estatuilla dorada que al final, si no resulta ser lo que se espera, termina convirtiéndose en un clásico del cine de terror pero de clase B: con bajo presupuesto y un altísimo contenido de sangre y tripas regadas por doquier, simbólicamente hablando por supuesto, porque lo más gore que puede pasar es que se oiga el crujir de las entrañas y que alguien acabe deshidratado de tanto llorar o con el corazón hecho masita ante una enorme decepción.

Y aunque la amiga matapasiones trate de ser ecuánime, siempre acaba en el lado más pesimista buscando suavizar la caída y desbaratar cualquier nube antes de que se ponga negra, pesada y acabe convertida en un aguacero. Nunca usa afirmaciones cuando se refiere a las posibilidades y más bien prefiere conjugar todos los verbos con terminación en «ía»: podría, debería, tendría, sería, tal vez… aunque bueno, tal vez no cuenta como verbo. Entiende que las señales no pueden leerse a letra muerta como se lee la biblia y sí, exagera en su afán de proteger a la víctima en una atmosfera que considera oscura y letal hasta que no se demuestre lo contrario.

Si las evidencias son menos comprobables que los resultados de mis insípidas investigaciones sobre el comportamiento humano, si todo se basa en los comentarios de la gente que los rodea y si el interés se presume gracias a las dos o tres ocasiones en las que el personaje aquel ha preguntado por su amigo o amiga, la amiga matapasiones prende todas las alarmas y empieza a buscar comprobación. No puede aconsejar que no pongan el corazón en medio porque tiene rabo de paja, pero sí procura contradecir las evidencias con otras que usualmente retratan incómodas realidades cubiertas bajo el cálido manto de la libre interpretación.

Por supuesto, una amiga matapasiones no puede dejar de tener su propia antítesis: la amiga todoesposible, cuyos argumentos suelen ser similares a estos:

*  Es que él/ella se la pasa preguntando por ti. Eso tiene que significar algo…

*  Ahora que pasó por acá, me dio la impresión de que se quedó mirándote…

*  El otro día puso en Facebook que buscaba una persona especial, tal vez está hablando de ti…

*  Supe que está peleando con su pareja, es el momento para que aproveches…

*  Un amigo del cuñado de la tía del padrino del primo de mi novio dijo que lo vio pasar el otro día por tu casa y volteó a mirar, ¿será que iba a buscarte?

*  ¡Qué emoción!, te dio follow back en twitter, ¡esto tiene que ser una señal!

*  (O su variación) ¡Qué emoción!, aceptó tu solicitud de amistad en FB. Es cierto que tiene mil doscientos treinta y dos amigos, pero eso significa que ahí hay algo

Tener una ilusión no tiene nada de malo. Al contrario, es lo que todos esperamos y sobre todo que se convierta en algo tangible. Pero como consejo (y como víctima de esta trampa, porque lo he sido) les puedo decir que no todo lo que brilla es oro ni todo el que sonríe en el ascensor quiere con nosotros. Que alguien respire no es una señal de que está interesado en uno, ni un like en Facebook o un fav en Twitter. En estas cuestiones hay que caminar con pies de plomo y mantener el equilibro entre la matapasiones y la todoesposible¸ porque si algo es seguro, es que cualquiera de las dos siempre querrá lo mejor para nosotros, sin importar cómo, cuándo, dónde o con quién.

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Blog Personal: Desvariando para variar…