Tan solo en Bogotá ya hay 135 cámaras de vigilancia instaladas en las principales calles y carreteras, teniendo como objetivo responder a violaciones de tránsito e identificar a los infractores.

Las carreteras colombianas atraviesan su momento más complicado en la historia reciente, experimentando un inclemente aumento en la delincuencia armada, un mayor número de accidentes, y también siendo catalogadas como algunas de las más lentas del mundo según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Se trata de una situación que no deja a nadie indiferente, con miles de robos afectando a ciudadanos locales, turistas nacionales e internacionales, e incluso transportistas. De acuerdo a estos últimos, durante el mes de diciembre se presenció un aumento de casi el 25% en el riesgo (de robos y accidentes) al transportar mercancía.

Las carreteras colombianas

La Red Nacional de Carreteras es una de las redes transporte más importantes de Colombia, funcionando no solo como la vía de comunicación de buena parte de los colombianos, sino también como uno de los ejes principales de la economía, facilitando el transporte de mercancía a lo largo y ancho del territorio.

Las vías terciarias, esenciales para llevar carga desde hasta los distribuidores, minoristas e incluso el consumidor final, también tienen el objetivo de conectar a la población rural con los servicios provistos principalmente en las zonas urbanas, lo que incluye centros de salud, unidades educativas, entre otros.

Al igual que en el resto de la región, las autoridades colombianas están invirtiendo en el desarrollo de estrategias para reforzar la seguridad en las carreteras.

Las iniciativas pueden variar de acuerdo a la ciudad, sin embargo, todas tienen un objetivo común: optimizar el monitoreo de las carreteras y agilizar los tiempos de respuesta de las entidades pertinentes. Entre las estrategias más efectivas podemos encontrar:

Las cámaras de vigilancia son una de las herramientas más utilizadas por las autoridades para monitorear el tránsito, detectar irregularidades en las carreteras y llevar ante la justicia a quienes cometen infracciones. Solo en Bogotá existen 135 cámaras, cada una de estas con sistemas de lectura de matrículas para agilizar la identificación de los infractores.

Para el 2023, el número de cámaras de vigilancia en carreteras a nivel nacional ya superaba los 660, distribuidas en más de la mitad (18) de los departamentos colombianos.

Si bien los turistas y transportistas utilizan las carreteras de forma esporádica, son los habitantes de las principales zonas rurales quienes más dependen de la calidad de las vías. Es por eso que en los últimos años se han promovido iniciativas como Caminos Comunitarios de la Paz Total, diseñados para que las comunidades tengan el poder de auditar y determinar las principales necesidades de cada carretera, agilizando las obras para renovación y creación de nuevas vías.

Las autoridades también están fomentando a las empresas a realizar una investigación exhaustiva al momento de contratar personal para el transporte de mercancía ya que, en un gran porcentaje de los siniestros, el error humano es el principal responsable. 

Debido al incremento en el número de siniestros viales, el Ministerio de Transporte ha desarrollado más de un centenar de campañas de concientización diseñadas para educar a los conductores a seguir las reglas de tránsito y utilizar adecuadamente los sistemas de protección infantil. De acuerdo a la temporada, estas campañas también se enfocan en incrementar el número de agentes de seguridad en las principales vías del país.

Desde el 2021, el gobierno colombiano implementa una metodología propia para la auditoría e inspección de las carreteras nacionales, modificando la forma en la que este proceso se había llevado hasta entonces. Se trata de un instrumento en constante evolución que tiene como objetivo permitir que las autoridades y empresas puedan auditar con mayor precisión las modificaciones que necesita cada carretera.

Una situación fuera de control

Las iniciativas privadas y comunales son parte esencial de la recuperación de espacios públicos, sin embargo, para muchos se trata ya de una situación que está fuera de control, siendo prácticamente imposible ver cambios sin que antes se tomen medidas a gran escala.

El anteriormente mencionado mal estado de las carreteras, por ejemplo, disminuiría significativamente la efectividad de medidas como el monitoreo de vías. Si el proceso de reparación y modernización no viene acompañado de una inversión representativa por parte del Estado, llevada a cabo por entidades transparentes, la recuperación de las carreteras parece esquiva.

Algo similar ocurre con la delincuencia, un fenómeno que estaría creciendo a la par del incremento en el transporte de mercancía.

Mientras que reforzar los protocolos y medidas de seguridad puede ayudar a disminuir el riesgo, estos tendrán un efecto limitado si no se toman acciones para disminuir el número de delincuentes que utilizan estas carreteras para generar ingresos.