Desde la Constitución de 1991, se buscó involucrar diversos sectores de la población y se sentó un gran precedente en materia de derechos humanos buscando inclusión, el respeto por la diferencia y la importancia de las minorías en la sociedad.
Es claro que en un país como Colombia donde fácilmente
se puede generar debate y entablar una discusión porque siempre están presentes
dos polos opuestos, cada uno cogiendo para su lado, en donde se destacan sujetos
radicales, moderados y otros tantos que no saben donde acomodarse buscando el
mejor momento para adecuarse en la puja por un gran puesto.
Todo esto para decir, que Colombia se ha caracterizado
por manejar una doble moral; se genera repudio y presión social y de los medios
porque un jugador patea una lechuza, piden la renuncia del Bolillo Gómez de la
selección por golpear una mujer, piden a gritos que maten a Alfonso Cano, pero
la verdadera reflexión que debería generarse en cada colombiano es la manera
como cada uno se comporta socialmente, o acaso
se ha concebido algún tipo de rechazo generalizado contra los corruptos
que día tras día roban el erario que no solo es de unos tantos sino de todos,
claro está, si usted paga impuestos, pero, verdad que en éste país somos
expertos en evadirlos por no valorar de alguna forma lo público, que es de
todos y de nadie a la vez, o bueno, por lo menos eso es lo que dicen.
Es claro que la violencia es
repudiable desde cualquier punto de vista, pero acaso ese mismo rechazo y
presión generalizada pidiendo la renuncia del Bolillo Gómez se ha manifestado acaso, contra la justicia
politizada, los ladrones, extorsionistas, violadores, corruptos, malos
gobernantes, aquellas industrias,
empresas o sujetos que contaminan por doquier como si nada, medios de
comunicación manipulados o casos especiales y bastante particulares como por
ejemplo que la Feria de las flores la patrocine Pilsen (promoviendo el consumo
de licor a costa de generar ganancias), el colmo del cinismo y la patraña.
Y para acabar de ajustar, con el motivo del escándalo
de lo del Bolillo, Bavaria,
firma patrocinadora de la selección, dijo que éste debía salir por la mala
imagen que le daba a la selección y el país y que una persona con este tipo de
comportamientos, no puede ser Director Técnico de la Selección Colombia. ¿Cómo
irónico no, que una empresa que patrocina una selección de futbol, promueva por
doquier el consumo de licor y no genere ningún proyecto educativo para la sociedad, reconociendo las
buenas ganancias económicamente pero aportando poco al progreso y desarrollo
del país en procura de una sociedad proactiva y democráticamente activa?
Claro está que se viene gestando desde el congreso un
proyecto de ley que podría convertirse en el nuevo estatuto de
drogas y sustancias psicoactivas, el cual pretende «prohibir los anuncios, menciones y
promociones comerciales de alcohol en estadios, coliseos, salas de cine,
teatros, museos, bibliotecas y cualquier otro recinto con acceso al público, dedicado
a actividades culturales o deportivas».
Es el fiel reflejo de la
doble moral de un país, hipócrita ante sus costumbres, ignorante de sus
limitaciones y hábil a la hora de evadir la ley.
Un país que ha a costa de lo
que sea, repudia, critica y acribilla a todo aquel que no le genere ningún
sentimiento a fin, buscando ante todo la caída, sigamos como vamos y el show
mediático será el pan de cada día.