La Doctrina Social de la Iglesia, se ha constituido en
fundamento y base para el progreso y desarrollo de los pueblos desde un aspecto
religioso trascendental y teniendo como eje transversal a Jesucristo, quien
como él para enseñarnos a como llegar a ser, mas que un ser humano, un
cristiano, que logra vivir en comunidad y fiel a la alegría, que nos confirma
como hijos de un mismo pasado; sea cual sea la creencia o religión, nos
reafirma que todos como humanos, indistintamente del color, raza, sexo o
religión afrontamos los mismos retos y desafíos que desde un inicio la
naturaleza humana tenía designada para nosotros.
El
amor, grato y verdadero reflejo del designio que tenía Dios para nosotros,
porque a imagen y semejanza de él fuimos hechos, pero despreciamos y fuimos
arrogantes al despreciar el ideal de divinidad para la humanidad y construimos
de forma antropocéntrica utopías y proyectos inacabados, conforme a un ideal de
hombre superior y dueño, no solo de si mismo sino del mundo, pero, tal vez, ¿se
llega al límite cuando coartamos a otro sujeto para provecho y sometimiento
personal?
Es
justamente el AMOR el que identifica y ratifica la igualdad de la especie
humana, pueda ser que cada uno como ser humano no ame de igual forma a sus
padres, hermanos, amigos o pareja, pero de algo que si podemos estar completamente
seguros es que tanto usted como yo amamos algo, puede que no lo mismo pero es
eso justamente lo que nos complace y nos hace sentir felices de manera
autentica.
Bien
dice la Biblia en Primera a los Corintios en el Cap. 13 «El amor es paciente, es servicial; el
amor no es envidioso, no es orgulloso ni arrogante, no es grosero ni egoísta;
es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal ni
tiene rencor; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo
excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.»
Merece especial atención dentro del
compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, el capítulo referente a los
DD.HH. porque con estos derechos se dio la última lucha por la limitación del
poder político, comenzando por la declaración de los derechos personales
referidos en la Carta Magna de Enrique III (1215) pasando por el reconocimiento
de los derechos que constituyen la materia de los Bill of Rights (carta de
derechos o declaración de derechos) de los estados
americanos y por las declaraciones de los derechos del Hombre y del ciudadano
de la Revolución Francesa. Se trata de derechos que el poder político debe
respetar y proteger, cuyo reconocimiento da origen al Estado limitado, como es
el caso del Estado liberal.
Los Derechos
Humanos se han convertido en el epicentro del funcionamiento de organizaciones
internacionales, gobiernos, la Iglesia y la misma sociedad que vieron en ellos
una salida a problemáticas como la esclavitud, el secuestro, la violencia y costumbres
culturales de determinados pueblos étnicos que irrumpen hasta el día de hoy con
la vida, la dignidad y la integridad del ser humano, pero la realidad es
bastante disiente y se han convertido en
el complemento perfecto de los políticos en sus discursos, la mejor cátedra de
la Iglesia, la mejor excusa de las organizaciones internacionales y quizás, el
punto de encuentro entre culturas a través de la globalización.