En época de elecciones, se ha
vuelto muy común que sucesos o elementos como la guerra sucia, candidatos
apoyados por parapolíticos condenados, como en el caso de Juan Carlos Martínez
que dirige desde la cárcel gran parte de la política regional, además de
presentarse alianzas por doquier como en el caso de Bogotá entre la U y el
Verde con Peñalosa, en Bucaramanga y Santander para al alcaldía y gobernación,
respectivamente, entre el Polo y el Liberal o en casos mucho mas llamativos
como en Córdoba donde un candidato liberal es respaldado por el Polo, la ASI,
el partido Conservador y Cambio Radical, porque, a fin de cuentas, lo único que
importa es no perder el acceso al poder.


En el caso de Medellín, si bien
es claro que el Partido Liberal y el Verde son la llave maestra para llegar a
la alcaldía y la gobernación es más una alianza programática y entre sujetos
más que entre partidos, ya que en sus respectivas administraciones entre 2004 y
2007, tanto el gobernador Aníbal como el alcalde Fajardo fueron elegidos los
mejores del país respectivamente y demostraron que si es posible gobernar de
forma transparente y coherente con principios como la transparencia en el uso
de los recursos públicos y la participación ciudadana.

Empieza la carrera electoral
contrarreloj y los partidos alistan sus últimas estocadas finales en busca de
los principales puestos gubernamentales regionales, y lograr calar en los
ciudadanos propuestas convincentes y certeras y ante todo con grandes posibilidades
de ejecutarse.

El partido verde, podríamos decir
que tiene mucho por ganar y perder porque el futuro y la supervivencia en el
tiempo están en juego y por eso tendrá que empezar por ir asegurando a Bogotá y
Antioquia que serán fundamentales para encarnar esa gran ola verde del año
pasado y volver a recuperar la credibilidad que parece haberse perdido después
de la alianza con la U en Bogotá, la renuncia de Mockus y la inclusión del
partido en la coalición de Unidad Nacional que deja no mas al Polo en la
oposición, partido que está en riesgo de convertirse en un completo fracaso y
perder puestos importantes como los que cuenta actualmente en Nariño o al
alcaldía de Bogotá, como consecuencia del carrusel de la contratación de Samuel
Moreno.

Por los lados de la U, el asunto
tampoco va bien, y como bien lo dijo el senador Armando Benedetti, Uribe podría
estar en la oposición después del 30 de octubre porque perdería en su tierra
natal la alcaldía de Medellín y la gobernación de Antioquia y está en riesgo la
victoria de Peñalosa, es decir que las ultimas cartas que le quedan son la
gobernación de Caldas y la alcaldía de Bucaramanga.

Mientras que del partido Conservador
no hay mucho por decir porque en su mayoría se han dedicado a adherir a otras
campañas y no representan mayor fuerza electoral en las principales regiones
del país, sin ahondar en las regiones apartadas y pequeñas de Colombia.

Mientras que por los lados del
Partido Liberal le apuntan a una victoria en Medellín con Aníbal, como
principal carta para gobernar.

De Cambio Radical, se habla de la
segura victoria de Elsa Noguera en Barranquilla quien continuaría con las
políticas de Alejando Char, el alcalde estrella y mejor calificado del país.

Éste es el panorama de los
partidos políticos a escasos días de vivir una nueva jornada electoral que de
seguro será de nuevo caracterizada por el abstencionismo y por candidatos
elegidos de dudosa procedencia representando el continuismo del poder de
parapolíticos condenados y otros tantos elegidos por ayuda de grupos ilegales o
bandas delincuenciales.

Preparémonos para votar conforme
a un proyecto de gobierno real y eficaz y no sobre promesas utópicas que bien
sabemos que son difíciles de cumplir, vale más un buen gobernante honesto y
trabajador que un bulto de cemento o una lechona.

Después de octubre analizaremos
si Juan Carlos Martínez, el mencionado condenado por parapolítica, tenía la
razón al afirmar que es «mejor negocio la política que el narcotráfico».