En la mayoría de países partidarios de la división de
poderes, el congreso es sin lugar a dudas el gran cuerpo colegiado de un país,
que se constituye, en teoría, como la representación de los diferentes
intereses del pueblo, que en el caso colombiano, sería la representación de una
nación pluralista, multicultural y polifacética llevada a cabo por varios
grupos sociales que con diferentes instrumentos e intereses buscan aparecer y
hacerse notar en los medios posicionando ideas o proyectos, pero en la mayoría
de casos, se convierten en reclamos y suplicas vacías sin ningún sentido o como
se dice popularmente, rebeldía sin causa, como resultado de un país que en el
imaginario colectivo se cree que el gobierno es el único encargado de
solucionar los males sociales y por tanto, es el presidente directo responsable
de todo lo sucedido en el territorio nacional.
La rama legislativa o cuerpo bicameral no es una
institución moderna u otro mico impuesto por la Constitución de 1991, sino
antes por el contrario, se tiene referencia de ésta en la historia colombiana
desde 1811 cuando se suscribe el acta de la Federación de las provincias Unidas
de la Nueva Granada y posteriormente adoptada por la Constitución de
Cundinamarca de 1812.
Pasados los años, se convirtió en la institución por
excelencia, de corte bicameral, en donde
el senado es de corte nacional y la cámara de representantes es
territorial, elegidos los congresistas para un periodo de 4 años con
posibilidad de reelección.
En teoría se dice, que tiene tres funciones
esenciales: reformar la Constitución, hacer las leyes y ejercer control
político, pero en la práctica se reduce a manipulaciones, intereses y vínculos
oscuros, leyes en beneficio propio y cero control político por la cuestión de
devolver los favores al presidente.
Hoy por hoy no cabe mejor definición para el congreso,
que cuerpo colegiado de cosas, animales y unas cuantas personas que legislan ciertos
días a todo vapor como si estuviéramos en pleno estado de naturaleza donde no
hay leyes para regular socialmente a nacionales y extranjeros y en donde, por
otro lado, persisten los mayores salarios del país, ¿acaso lo merecen los «honorables»
congresistas?.
No es necesario que usted como colombiano asista a un
zoológico, porque algunos congresistas son excelentes representantes de micos,
ratas, gatos y leones porque saben cuando ser vivos, en que momento tomar
prestado el erario a escondidas, saben cuando sacar las garras y el momento
exacto para mostrar los dientes.
La reforma a la justicia es un traje hecho a la medida
de las ramas de poder que han sido tomadas por los sujetos menos indicados para
dirigir los hilos del país, todo ello, como consecuencia de éste pueblo
ignorante, indiferente y paquidérmico que parece resignarse al miedo,
frustración y perplejo moral.
Por otra parte, es necesario hacer mención a la
propuesta del presidente Santos hecha el año pasado según el cual solicitó al
congreso derogar leyes innecesarias ya que en
el país se han producido más de 20 mil leyes y más de 8 mil jurisprudencias de
las altas cortes lo que ha llevado a que los mismos juristas y hasta el
Gobierno reconozcan que se sufre de una «inflación normativa», que
comprende leyes obsoletas o absurdas, como regular la propiedad de las abejas,
determinar cómo se debe gobernar a «los salvajes que vayan reduciéndose a
la vida civilizada» y una por la cual «se prohíbe la
mendicidad», entre otras.
Pero para el congreso, parece que la idea le entró por un
oído y le salió por otro, porque es bien sabido que para la mayoría de ellos es
mas importante legislar para ciertos intereses en vez de reordenar el
ordenamiento jurídico facilitando la administración de justicia y evitando que
ciertos abogados hagan de la ley la principal trampa para evadir la justicia,
porque con tanta ley ni siquiera se sabe que es valido, vigente y eficaz.
En el próximo artículo, espere los principales puntos polémicos
de la reforma a la justicia, entre los que se destacan la extinta perdida de
investidura y doble instancia para congresistas, la facultad que se le otorga a
notarios y abogados, entre otros, para ejercer función jurisdiccional, el
periodo de los magistrados, la posibilidad de ser juzgados políticamente el
procurador y contralor, entre muchos otros aspectos que seguirán dando de que
hablar en el país.
¡Corte Constitucional interceda por el pueblo colombiano
y evite que esta vergüenza de reforma esté en el ordenamiento jurídico!
¿Tal como quedó la reforma a la justicia, es un
instrumento mas de impunidad, gabelas en exceso y unos cuantos favores devueltos
que van de aquí para allá?