Colombia es un país privilegiado en donde abundan grandes riquezas naturales, diversidad de flora y fauna y gran variedad de pisos térmicos en las distintas regiones del país, desde el Amazonas hasta el Caribe colombiano, comprendido por el archipiélago de San Andrés, Providencia y demás cayos e islotes.

La gran riqueza que desde tiempos coloniales fue objeto de explotación y saqueo, en medio de preferencias materiales sin importar la supervivencia de todos aquellos compatriotas que en algún momento de la historia hicieron parte de éste pueblo colombiano, que pasó de ser revolucionario a ser un montaje perfecto de marionetas para actuar de manera individualista y aislada solo cuando el perjuicio es directo y proporcional.

El Estado colombiano ha sido cómplice y, en algunas oportunidades, autor directo, de grandes derrotas históricas propinadas a un país en donde la ingenuidad, la inocencia y la subordinación pasaron a ser protagonistas en la era moderna, para darle paso a multinacionales y países extranjeros que ya no solo explotan parte del territorio, sino que alegan la soberanía del mismo, buscando sacar provecho de éste, que parece ser la virgen exclusiva y gratuita, en un mundo donde se agotan las riquezas del medio ambiente, pero donde paradójicamente abundan las armas, los computadores, los celulares, los condones y unos cuantos idiotas inútiles, llamados políticos, que manejan los hilos del planeta hacia el abismo.

Analizando los principales puntos del litigio Colombia – Nicaragua, es claro, que uno de los grandes culpables de esta derrota es el gobierno Pastrana, que en su momento, no debió aceptar la competencia de la Corte Internacional de Justicia de la Haya para que conociera del litigio, por cuanto el riesgo era bastante grande, porque el tratado Esguerra – Bárcenas, en ningún momento definió los limites marítimos entre ambos países ya que el famoso meridiano 82 no era un limite sino una simple referencia, al igual que los cayos Roncador, Quitasueño y Serranía, sobre los cuales no hubo pronunciamiento, porque en su momento eran objeto de litigio entre Colombia y Estados Unidos, y por eso, el gran error de los gobiernos colombianos ha sido pensar que tal tratado ya había definido el asunto y que por tanto sus derechos soberanos eran inobjetables.

Por otro lado, el presidente Juan Manuel Santos de seguro conllevará con toda la responsabilidad política, a pesar de estar al mando del proceso solo los últimos 2 años, al igual que la canciller que a pesar de mostrarse escéptica tiempo atrás, fue elocuente al afirmar que los fallos de la CIJ eran salomónicos, y fue justo lo que ocurrió, aunque en los planes de casi nadie estaba perder aproximadamente 40% del mar territorial que pasó a manos de Nicaragua.

Lo mas grave, es que el país estaba advertido desde hace décadas de lo que podía ocurrir y no se procedió en debida forma, y ¡OJO! porque también estamos advertidos de las multinacionales que vienen haciendo de las suyas en el país, pagando pocos impuestos y no cumpliendo con el deber de inversión social en las regiones.

Culmina de manera incompleta un nuevo capitulo jurídico y diplomático para el Estado colombiano, y de ahora en adelante el reto de acatar y buscar las formas posibles de hacer cumplir el fallo de la CIJ de común acuerdo con un gobierno bélico, violento y ultra izquierdista, como lo es el de Nicaragua, que de seguro empezará a ejercer, lo antes posible, actos de explotación sobre su nuevo territorio marítimo.

No es para nada conveniente y jurídico, no acatar el fallo y rechazar el mismo, como lo hizo parcialmente el presidente Juan Manuel Santos, ya que éste no tiene recurso alguno y solo cabe frente a él solicitar interpretación, y porque estaríamos expuestos a graves sanciones internacionales por parte de la ONU, y además, al aislamiento internacional de muchos países y a una guerra con Nicaragua, a la que de seguro embarcaría rápidamente el presidente Ortega y sus aliados.

Lamentable el panorama para los pescadores isleños porque no tendrán paso para ir a los cayos Quitasueño y Serrana para explotar los recursos en estos lugares y ejercer sus practicas de pesca, aunque en derecho internacional existe la figura del “paso inocente”, estipulado en la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, en su artículo 17, que consiste en que los barcos de todos los Estados pueden navegar por el mar territorial de otro, siempre que se trate de un paso rápido y sin detenciones. Se requiere además que el paso no sea perjudicial para la paz, el buen orden o la seguridad del Estado ribereño.

Finalmente, el fallo invita a reflexionar al Estado Colombiano, por cuanto debe buscar mecanismos eficaces de soberanía y de explotación en todas las latitudes del territorio nacional, porque a San Andrés siempre lo hemos observado como un simple destino turístico desconociendo todo aquello que lo rodea, tanto los cayos como el mar territorial.

Son muchas las regiones del país que han estado en el completo abandono y miseria, como el Amazonas, el Cauca, La Guajira, Los Llanos y por supuesto, la región del mar Caribe a la que le dimos la espalda por varios años, y ahora muchos colombianos con nacionalismos trasnochados y dolor de patria sienten tristeza por ésta gran perdida de mar, cuando ni siquiera sabían de la existencia de los cayos y de las grandes riquezas que existen allí.

 FORO DE OPINIÓN

¿QUÉ PIENSAN DEL FALLO DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA DE LA HAYA?, ¿QUÉ DEBE HACER EL GOBIERNO?

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