Siendo un domingo 21 de agosto del año
2011, cuando la Jornada Mundial de la Juventud terminaba en Madrid, España, se
anunciaba con júbilo y alegría la elección de Rio de Janeiro como sede para la
Jornada Mundial de la Juventud en el año 2013, volviendo a realizarse en Latinoamérica
después de 26 años, ya que en 1987 tuvo sede en Buenos Aires, Argentina.
Preparación y un gran
movimiento de logística que empezó a desplegarse desde ese momento, y no solo
porque es un evento que convoca millones de personas de los 5 continentes, sino
porque en el 2007 ya el país había sido elegido oficialmente para ser sede del
mundial de futbol en 2014 y a la postre Rio de Janeiro sería elegida en 2009
para organizar los Juegos Olímpicos en 2016, tres eventos de impacto global a
nivel deportivo, religioso y cultural.
La Jornada Mundial de
la Juventud que se llevó a cabo del 23 de julio hasta el 28 de julio fue la
gran prueba de fuego para Rio de Janeiro de cara a lo que se viene, porque sirvió para
demostrar la capacidad del transporte público, el despliegue de fuerza pública
para generar seguridad y la organización y atención en lugares turísticos, como
el cerro corcovado donde se encuentra el Cristo Redentor, todo lo anterior que
dejó sensaciones negativas y muchas dudas por parte de los brasileños y los
extranjeros que fuimos testigos del desorden, la incapacidad de los medios de
transporte y la improvisación en el alojamiento de millones de peregrinos,
principalmente.
Por otro lado, la Jornada Mundial de la Juventud
sirvió para analizar y evidenciar el gran impacto que ha generado el papa
Francisco en todo el mundo posicionándose como la gran estrella del año, porque su lenguaje corporal marcado
por la humildad, la alegría, el amor y la franqueza al referirse a diferentes
problemáticas mundiales y al dirigirse a los ministros y a todos aquellos que
lo rodean desde el interior de la iglesia, ha generado grandes transformaciones
en el corazón de muchas personas, no solo católicas sino también de otras
religiones o incluso ateos. (Véase: Francisco: mensaje contundente al mundo: Justicia social )
La Jornada Mundial de
la Juventud que celebramos en Rio de Janeiro, Brasil fue la gran expresión de
unión, amor y reafirmación de la fe no solo por parte de
millones de jóvenes alrededor del mundo, sino también de niños, adultos y
personas de la tercera edad que continúan firmes y con la esperanza puesta en
un mejor porvenir.
Protagonistas…
es precisamente lo que el papa desea para todos los jóvenes, que seamos sujetos
activos de la sociedad y no balconeros, ser constructores de la iglesia y de la
historia porque somos precisamente la apertura del futuro….
Y también nos invita a
reflexionar el sumo pontífice, «¿ y vos como quien queres ser, como
Pilatos, que se lava las manos, se hace el distraído y mira para los lados, o
sos como el Cirineo que ayuda a Jesús a llevar el pesado Madero en su camino a
la muerte o como María que no tiene miedo de acompañar a Jesús con amor y
ternura?…. Jesús nos
pregunta a cada uno de nosotros: ¿me queres ayudar a cargar la cruz?
Tal vez para responder esta pregunta, debemos tener
presente que cada uno de nosotros somos el campo de la fe de Dios, y a partir
de este, el papa Francisco utilizó 3 imágenes del campo de la fe para entender
mejor el significado de discípulo – misionero, el campo como lugar
donde se siembra (una vida dedicada a dar frutos y no a ser cizaña) ,
el campo como lugar de entrenamiento (disciplina,
responsabilidad y fijación de metas para triunfar como los deportistas
exitosos; Jesús nos pide que juguemos en su equipo) y el campo como
obra de construcción (bases sólidas y firmes para construir un mundo
mejor como familia de hermanos que recorren el mismo camino). (Véase: Discurso del papa Francisco en la vigilia de la JMJ con los
jóvenes )
La invitación principal del papa Francisco a todos
los jóvenes asistentes a la Jornada Mundial en Brasil es precisamente «Id
y haced discípulos a todos los pueblos, Pero ¡cuidado! Jesús no ha
dicho: si quieren, si tienen tiempo, sino: «Vayan y hagan discípulos a
todos los pueblos». Compartir la experiencia de la fe, dar testimonio de la fe,
anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a toda la Iglesia,
también a ti; es un mandato que no nace de la voluntad de dominio o de
poder, sino de la fuerza del amor, del hecho que Jesús ha venido antes a
nosotros y nos ha dado, no algo de sí, sino todo él, ha dado su vida para
salvarnos y mostrarnos el amor y la misericordia de Dios. Jesús no
nos trata como a esclavos, sino como a hombres libres, amigos, hermanos; y
no sólo nos envía, sino que nos acompaña, está siempre a nuestro lado en esta
misión de amor».
Y nos pregunta el sumo pontífice: «¿Adónde
nos envía Jesús?, No hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos.
El evangelio no es para algunos sino para todos. No es sólo para los que nos
parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan
miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias
existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente. El Señor
busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su
amor».
Somos
enviados para anunciar la palabra de Dios y dar el testimonio del amor de
Cristo…. Asumamos el reto para poder de nuevo encontrarnos en la JMJ en
Cracovia, Polonia en el año 2016.
«¡Jesús
nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo!. Nos ofrece la posibilidad de
una vida fecunda y feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin, la vida
eterna. Estos son los entrenamientos para seguir a Jesús: la oración, los
sacramentos y la ayuda a los demás, el servicio a los demás.» Papa
Francisco