Por Anna Ivanova
En los últimos años, los países de América Latina y el Caribe hicieron esfuerzos considerables para desarrollar sus sistemas financieros. Sin embargo, la región está rezagada con respecto a los demás mercados emergentes, sobre todo en cuanto al desarrollo del mercado financiero.
En nuestro nuevo estudio analizamos el estado actual del desarrollo financiero en América Latina, y cómo los efectos que una profundización del mismo podría tener en términos de crecimiento potencial y estabilidad. En el contexto actual, es probable que un mayor nivel de desarrollo conlleve beneficios para la región, siempre y cuando se establezca una supervisión regulatoria adecuada para prevenir excesos.
Medición del desarrollo financiero
El desarrollo financiero no es fácil de medir. Con el avance de la globalización, los indicadores tradicionales, tales como el ratio de crédito privado a PIB y la capitalización del mercado de acciones (el valor de las acciones en circulación a su precio actual como porcentaje del PIB) son demasiado acotadas para capturar el amplio espectro de actividades del sector financiero.
A fin de captar de mejor manera las distintas facetas del desarrollo financiero, utilizamos un nuevo índice integral y de base amplia desarrollado por el FMI, con algunas modificaciones. El índice contiene dos componentes principales: instituciones financieras y mercados financieros, y cada uno se desglosa en subcomponentes de acceso, profundidad y eficiencia.
¿Cuál es la situación actual de la región?
En líneas generales, los países de América Latina están rezagados con respecto a otros mercados emergentes en lo que se refiere al desarrollo financiero, aunque los resultados varían de acuerdo con el componente. América Latina muestra un mejor desempeño en términos de instituciones financieras que de mercados financieros. Se destaca, en particular, en el acceso a las instituciones financieras gracias a los sólidos esfuerzos realizados a través de políticas de inclusión que ampliaron las redes de bancos y cajeros automáticos. Aun así, la región está rezagada en la profundidad y la eficiencia de las instituciones financieras y en todos los componentes de mercado comparada con otras regiones de mercados emergentes. Además, el desarrollo financiero varía sustancialmente entre los distintos países. Chile y Brasil, seguidos de Perú, Colombia y México, encabezan la lista. Nicaragua, la República Dominicana y Paraguay tienen una baja calificación en el índice.
Brechas de desarrollo financiero por resolver
Las brechas de desarrollo financiero —calculadas como la desviación del índice de desarrollo financiero respecto de una predicción basada en fundamentos económicos, como el ingreso per cápita, el tamaño del sector público y la estabilidad macroeconómica— pueden ayudar a identificar posibles fuentes de desarrollo insuficiente o excesivo en países específicos de América Latina, en comparación con otros países con fundamentos económicos similares. Estas brechas sugieren que, en la mayoría de los países de esta región, la etapa actual de desarrollo financiero no está alineada con sus respectivos fundamentos macroeconómicos (gráfico 1).
Las brechas negativas más frecuentes son las de eficiencia y profundidad institucional, así como de acceso y eficiencia de mercados. Estas brechas pueden deberse a diversos factores; por ejemplo, es posible que los sistemas financieros que experimentaron crisis en el pasado reciente sigan en recuperación (como en el caso de la República Dominicana), o que se deban a distorsiones tales como la falta de marcos adecuados para obtener o recuperar el colateral (como en el caso de Perú). Las brechas positivas pueden deberse a posibles excesos o ineficiencias (como el uso por parte de Bolivia de tasas de interés reguladas y asignación de cuotas de crédito para algunos sectores o el rápido crecimiento del crédito en Honduras, estimulado por el consumo).
Posibles mejoras
Sin embargo, las brechas de desarrollo financiero no esclarecen cuál es el nivel óptimo de desarrollo financiero para el crecimiento y la estabilidad. A fin de explorar esta cuestión, analizamos las relaciones entre desarrollo financiero y crecimiento, y entre desarrollo financiero y estabilidad, y llegamos a la conclusión de que estas relaciones no son lineales. Dicho de otro modo, los beneficios del desarrollo financiero aumentan en las etapas iniciales del desarrollo, cuando los recursos se canalizan cada vez más hacia usos productivos. No obstante, existe un punto de inflexión más allá del cual los beneficios del crecimiento empiezan a decrecer. Del mismo modo, en las etapas iniciales, el desarrollo financiero puede ayudar a reducir la inestabilidad ―por ejemplo, mediante la provisión de servicios de seguros―, pero esos beneficios también comienzan a decaer pasado cierto punto.
Probablemente estos puntos de inflexión se deban a que los grandes sistemas financieros pueden desviar los recursos de las actividades productivas, mientras que el exceso de endeudamiento y del riesgo asumido por las instituciones financieras puede provocar un aumento de la inestabilidad y reducir el crecimiento a largo plazo. En efecto, la relación en forma de U invertida con el crecimiento está dada por la profundidad de las instituciones financieras, o un indicador del tamaño. Los beneficios del acceso y la eficiencia para el crecimiento, en cambio, nunca dejan de crecer, aunque podrían tener un costo en términos de estabilidad, ya que la menor rentabilidad de los bancos ofrecería incentivos para tomar riesgos.
Por último, un nivel excesivo de desarrollo del mercado en las etapas iniciales del desarrollo institucional podría tener efectos negativos en la estabilidad. Un motivo podría ser el aumento de la volatilidad de mercado, que predomina cuando las instituciones financieras no tienen la solidez suficiente para protegerse de choques. Para niveles similares de desarrollo, no obstante, las instituciones y los mercados se complementan en relación con el crecimiento y la estabilidad.
La mayoría de los países de América Latina y el Caribe aún no alcanzaron los niveles de desarrollo institucional y de mercado que producen los mayores beneficios para el crecimiento y la estabilidad (gráfico 2). Brasil y Chile son los que están más cerca de cosechar esos beneficios, mientras que la República Dominicana, Paraguay y Honduras son los que están más alejados.
Próximos pasos
Los países deberían analizar políticas que se adapten a sus propias circunstancias y que apunten a eliminar las distorsiones a corto plazo cuando es difícil cambiar los fundamentos macroeconómicos.
- En ese sentido, identificar y resolver las distorsiones potenciales detrás de las brechas negativas de desarrollo financiero debería ser una prioridad. Por ejemplo, las brechas negativas pueden reflejar defectos de los marcos institucionales y jurídicos que rigen los derechos de propiedad y el colateral, o ineficiencias de los tribunales y de los burós de crédito.
- También puede ser importante identificar y resolver los excesos o ineficiencias que pueda haber detrás de las brechas positivas. Si se identifican excesos, deben tomarse medidas para reforzar la supervisión y/o fortalecer los marcos de política macroprudencial.
A más largo plazo, a medida que los fundamentos macroeconómicos siguen evolucionando, los países de América Latina se beneficiarían con un mayor desarrollo financiero para el crecimiento y la estabilidad, siempre y cuando se establezca una supervisión regulatoria adecuada para prevenir excesos. No obstante, es probable que el proceso sea gradual e iterativo, con un crecimiento del ingreso que respalda el desarrollo financiero, y viceversa. En el proceso, se debe tener cuidado en no promover un excesivo desarrollo del mercado si las instituciones financieras están poco desarrolladas.
Este blog fue publicado por el Fondo Monetario Internacional.