Por Fabián Valencia
Una reforma reciente de los impuestos especiales, adoptada en la víspera de la cumbre de París sobre el cambio climático, hará de México un país más verde. La reforma fija impuestos especiales sobre la gasolina y el diésel que reflejan los verdaderos costos en términos ambientales y de salud pública que implica su uso.
Fijando los impuestos sobre el carbón en niveles óptimos, México podría contribuir notablemente a su meta de reducir las emisiones de carbono entre el mediano y el largo plazo.
El nivel de impuestos correcto
Los combustibles fósiles son un insumo importante en la producción industrial y en el consumo final, pero su uso tiene efectos nocivos en términos ambientales y de salud pública.
Estos efectos abarcan desde el valor del tiempo perdido en congestiones de tráfico a los costos relacionados con el cambio climático y la mortalidad humana prematura producto de enfermedades relacionadas con la contaminación. Muchos países fijan los precios de la energía en niveles que no reflejan esos costos o incluso los subsidian.
Nuestro documento reciente, que amplía el trabajo realizado en el FMI sobre impuestos energéticos, estima el nivel de impuestos óptimo (es decir, el nivel de impuestos que refleja esos daños) para los combustibles fósiles en México.
Contrastamos los niveles óptimos estimados y los que están vigentes para los combustibles fósiles más importantes (Gráfico 1). Al parecer, la reforma promulgada recientemente en relación con los impuestos especiales para la gasolina y el diésel fija dichos impuestos en niveles cercanos al óptimo. No obstante, los impuestos para el gas natural y el carbón siguen por debajo del nivel óptimo.
Eliminar los subsidios al combustible
La reforma sustituye un sistema creado hace dos décadas, según el cual se genera un subsidio implícito (o impuesto) cuando los precios internos regulados de la gasolina y el diésel difieren de los precios internacionales. Desde mediados de la década de 2000, cuando el precio internacional del petróleo aumentó de manera abrupta, este sistema resultó en un importante subsidio a la gasolina y al diésel, que se redujo gradualmente, a medida que los precios internos se aumentaron de manera sostenida. Esos ajustes, combinados con el colapso del precio del petróleo registrado a fines del año pasado, convirtieron el subsidio en un impuesto.
Si se hubiese mantenido este sistema de impuestos especiales variables, el cual está cerca de caducar, podría haberse regresado a los subsidios, si el precio internacional del petróleo se hubiese recuperado de manera abrupta. Eso ya no es posible.
Al fijar los impuestos especiales, la reforma eliminó permanentemente los subsidios al combustible. Con esta medida, los precios domésticos de la gasolina y el diésel oscilarán de forma más cercana a los precios internacionales. Inicialmente, fluctuarán dentro de una banda de precios predeterminada durante dos años, antes de su completa liberalización, en 2018.
Consecuencias económicas
México ha estado a la vanguardia, entre los mercados emergentes, respecto de la creación de un marco para asegurar la ejecución de políticas que protejan el medio ambiente. En 2012, aprobó una ley de cambio climático y creó el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, a cargo de medir las emisiones de carbono. Al año siguiente, México publicó una estrategia nacional para el cambio climático e introdujo un pequeño impuesto sobre el carbono para los combustibles fósiles. Más recientemente, a principios de 2015, México reiteró su compromiso con la reducción de las emisiones de carbono, antes de la cumbre de París sobre el cambio climático.
Nuestro estudio concluye que fijar los impuestos en el nivel óptimo estimado ayudaría a reducir las emisiones de carbono aproximadamente un 6% a largo plazo, lo que representaría una contribución sustancial a la promesa anunciada recientemente en México de reducir un 25% las emisiones de carbono antes de 2030.
Desde una perspectiva fiscal, la reforma reciente evitaría una disminución probable del ingreso fiscal de aproximadamente un 0.5% del PIB a mediano plazo a medida que se recupere el precio del petróleo, comparada con el sistema de impuestos especiales variables (Gráfico 2).
Tomar las decisiones correctas
En los últimos años, México tomó medidas importantes para proteger el medio ambiente. La reforma reciente de los impuestos especiales sobre la gasolina y el diésel demuestra el compromiso del país con un futuro más verde, y también ofrecerá beneficios fiscales, ya que contribuirá a estabilizar la recaudación tributaria no petrolera. Proteger a los más pobres, a través de programas dirigidos, como el programa Prospera, es más eficiente que protegerlos mediante subsidios al combustible. A futuro, también sería positivo acercar los impuestos de otros combustibles fósiles, como el carbón y el gas natural, a sus niveles óptimos.
Este blog fue publicado por el Fondo Monetario Internacional.