Bolivia —uno de los países más pobres de América Latina— ha logrado reducir notablemente la desigualdad y la pobreza en los últimos 15 años, gracias a que el crecimiento económico sostenido y alimentado por el superciclo de las materias primas se combinó con políticas públicas focalizadas. Pero no todos los sectores de la economía se beneficiaron durante este proceso, y los avances de aquí en adelante se verán entorpecidos por el fin del auge de las materias primas.
Entre 2000 y 2014, el coeficiente de Gini de Bolivia (el indicador más común de la desigualdad del ingreso, que es igual a cero cuando todo el ingreso está distribuido equitativamente en un país, e igual a 1 cuando es acaparado por una sola persona) se redujo de 0,62 a 0,49, mientras que las tasas de pobreza moderada y extrema disminuyeron de 66% y 45% a 39% y 17%, respectivamente. Pese a estos extraordinarios resultados, los actuales niveles de desigualdad y pobreza en Bolivia rondan los promedios de América Latina y el Caribe.
En nuestro estudio reciente, Santiago Garriga y yo analizamos los factores detrás de estas reducciones, centrando la atención específicamente en el crecimiento económico sostenido, los términos de intercambio favorables, los programas de transferencias condicionadas y las remesas. Además, valiéndonos de datos microeconómicos, identificamos los sectores de la economía y los grupos de trabajadores que se vieron más afectados (positiva y negativamente).
El impacto del superciclo de las materias primas
Durante 2000-2014, el PIB real de Bolivia creció 80%, y 42% en términos de la paridad del poder adquisitivo per cápita real. Una buena parte de este crecimiento es atribuible al alto nivel de los precios internacionales de los principales productos de exportación del país, que aumentaron 800% en términos de USD nominales. Como resultado, Bolivia ahora depende más de las exportaciones que hace 15 años. En 2000, las exportaciones de Bolivia representaban apenas 18% del PIB, pero en 2012 alcanzaron un máximo de 47%, y estaban fuertemente concentradas en minerales e hidrocarburos (81% de las exportaciones totales en 2014).
Este abundante flujo de recursos externos se transfirió al resto de la economía a través de inversión pública (la proporción de inversión pública como porcentaje de la inversión total aumentó de 30% a 56% durante el mismo período) y transferencias sociales (que se situaron en aproximadamente 3% del PIB en 2013). Las remesas también fueron muy sustanciales hasta 2007 (casi 8% del PIB), pero su incidencia ha decaído en años más recientes (3½% del PIB en 2014). Además, el crecimiento económico se reflejó en salarios más altos, que se vieron reforzados gracias a políticas económicas explícitas encaminadas a reducir las brechas salariales entre trabajadores. Por ejemplo, el salario mínimo real aumentó 122% durante 2000–2015, en tanto que el ingreso laboral medio real aumentó 36% durante 2000–2013.
La clave está en el aumento de los salarios
Al analizar los datos sectoriales (usando datos de encuestas de hogares), observamos que las variaciones del ingreso laboral fueron las que más contribuyeron a la reducción de la desigualdad y la pobreza en Bolivia. El ingreso no laboral (que incluye arrendamientos, transferencias y remesas) cumplió una función más limitada, pero reviste importancia para ciertos grupos, principalmente los ancianos que se benefician de la mayor transferencia del gobierno: un programa de seguridad social no contributivo para todas las personas mayores de 60 años, denominado Renta Dignidad.
Los salarios más altos son la principal razón detrás de las mejoras en materia de desigualdad y pobreza, pero no todos los sectores están ahora en mejores condiciones que hace 15 años. Es cierto que han disminuido las brechas del ingreso laboral real entre los trabajadores calificados y los no calificados, con una consiguiente reducción de la prima por nivel de calificación o “skills premium” (el ingreso laboral real de los trabajadores calificados fue más bajo en 2013 que en 2001). Pero también se puede observar una potencial consecuencia no deseada basada en la condición laboral: la mayoría de los aumentos del ingreso laboral se registró en el sector informal, particularmente entre los trabajadores con educación no terciaria, en tanto que el ingreso laboral medio en el sector formal se redujo en términos reales.
Proteger los avances
Todos estos datos apuntan a que la reducción de la desigualdad y la pobreza en Bolivia obedeció a una coyuntura externa muy favorable, que fue aprovechada para mejorar el ingreso laboral y no laboral de los hogares, siendo la mejora del primero más importante que la del segundo. Una considerable proporción de estos nuevos recursos se destinó a empleos vulnerables concentrados en actividades informales y con pocos requisitos de calificación. A medida que se reviertan los avances derivados del auge de las materias primas, y que se contraiga la dotación de recursos fiscales, será esencial que las políticas laborales y sociales estén bien concebidas y se concentren en preservar y potenciar la reducción de la pobreza y la desigualdad lograda en los últimos 15 años.
Este blog fue publicado por el Fondo Monetario Internacional.