Por Maurice Obstfeld

Con el inicio de 2016 ha vuelto la turbulencia a los mercados financieros en medio de un resurgimiento de la preocupación acerca de los riesgos para el crecimiento económico mundial. Las fuerzas fundamentales subyacentes tras las proyecciones presentadas en la edición de octubre de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO) no se han disipado, y en algunos aspectos se han intensificado, lo que nos lleva a recortar nuestras expectativas de crecimiento de la economía mundial a mediano plazo.

A pesar del nivel moderado de la reducción que vemos en las perspectivas generales de crecimiento y de la promesa de una mejora en los años venideros, los riesgos a la baja para nuestro escenario central se han acrecentado. En nuestra opinión, la evolución reciente de los mercados financieros se explica principalmente por la atención prestada a estos riesgos.

Este año puede traer una sucesión de escollos, especialmente en los países emergentes y en desarrollo.

Las tres fuerzas que resaltamos en octubre siguen siendo fundamentales para la actual coyuntura internacional: la desaceleración del crecimiento de China y los crecientes riesgos para los mercados financieros en medio de su reequilibramiento macroeconómico que aleja la actividad de los sectores tradicionales de la industria y la construcción; la caída de los precios de las materias primas, particularmente el petróleo, y las tendencias asíncronas de las políticas monetarias, especialmente entre Estados Unidos y la mayoría de las demás economías avanzadas. Los efectos siguen su curso. Desde mediados de octubre, por ejemplo, el precio de los metales básicos ha descendido 15%, mientras que el del petróleo ha caído otro 40%.

Paradójicamente, si bien los inversores con aversión al riesgo han concentrado su atención en los potenciales impactos negativos de esas circunstancias, cada una de estas circunstancias tiene dos facetas y conlleva también un aspecto positivo, por lo cual los efectos adversos en el ritmo total de crecimiento mundial resultarían menos nefastos de lo que ahora parecen prever los mercados, especialmente en el más largo plazo. El reequilibramiento de China es esencial para su transición hacia un modelo de crecimiento más sostenible y resistente basado en el consumo; el abaratamiento de las materias primas beneficia a los consumidores y reduce los costos de producción, y el aumento de la tasa de interés en diciembre, adecuadamente comunicado por la Reserva Federal, refleja el desempeño relativamente sólido de la economía de Estados Unidos, que sigue siendo la más grande del mundo. Sin embargo, esos cambios también plantean sustanciales problemas de ajuste para muchos países, y son esos retos los que dominan las perspectivas a mediano plazo.

Perspectivas mundiales

¿Cuáles son las cifras concretas? Proyectamos que el crecimiento económico mundial de 3,1% en 2015 se acelerará a 3,4% en 2016 y a 3,6% en 2017. Las cifras para 2016 y 2017 son, en ambos casos, 0,2 puntos porcentuales inferiores a los niveles que esperábamos en octubre. Si bien las economías de mercados emergentes y en desarrollo explican más de dos tercios de esta revisión a la baja, prevemos que se acelerarán en forma moderada tanto en 2016 como en 2017, en comparación con el año pasado. Las economías avanzadas experimentarán una ligera aceleración en 2016 y en 2017, pero también a tasas de crecimiento levemente por debajo de las previstas en la última edición del informe WEO.

Como siempre ocurre, los promedios agregados ocultan una considerable diversidad entre los distintos países. La pequeña revisión a la baja hecha en nuestra proyección del crecimiento de las economías avanzadas responde a un grado de optimismo levemente menor acerca de Estados Unidos. Las perspectivas de crecimiento para la zona del euro, el Reino Unido y Japón continúan, en líneas generales, sin cambios.

Entre el grupo de las economías de mercados emergentes y en desarrollo, son de suma importancia los países aquejados por múltiples retos especialmente graves y que registraron un crecimiento muy negativo en 2015, como por ejemplo Brasil y Rusia (junto con sus vecinos de la CEI), cuya fuerte contracción sufrida este año debería desacelerarse en el próximo bienio. Sin embargo, aunque inferior al experimentado en los años anteriores, el crecimiento se presenta mejor en otras economías de América Latina y en las economías de mercados emergentes y en desarrollo de Europa. Las perspectivas de crecimiento en ciertas partes de Asia han disminuido un tanto como consecuencia de los efectos externos de contagio inesperadamente fuertes provocados por la transición de China hacia un nuevo modelo de crecimiento. En cambio, India, un gran importador neto de materias primas, continúa creciendo al ritmo más alto entre las grandes economías emergentes.

Riesgos a la baja

Nuestro escenario enfrenta una serie de riesgos específicos a la baja, y como de costumbre, lo que suceda en una economía importante expuesta a dificultades puede extenderse a otras a través de los efectos sobre el comercio, los precios de los activos y de las materias primas y la confianza.

Uno de los riesgos a la baja es que la economía de China podría atravesar una mala racha que desacelere el crecimiento más de lo previsto, afectando directamente a sus socios comerciales y perturbando al mismo tiempo los mercados cambiarios y otros mercados financieros del mundo. Con respecto a China, hemos mantenido sin cambios nuestras estimaciones de crecimiento para 2016 y 2017 en vista de la vigorosa evolución de sus sectores de servicios y de la “nueva economía”, así como las medidas de política fiscal orientadas a impulsar la demanda. Pero la situación podría cambiar más adelante. La continuidad del fuerte crecimiento de China depende de que sus autoridades actúen de manera rápida y decisiva para resolver los desequilibrios aún pendientes y las consecuencias de otros anteriores. Asimismo, comunicar con claridad una estrategia global de políticas coherentes, entre otras las relativas al tipo de cambio del yuan, resulta crucial para la estabilidad tanto interna como de los mercados extranjeros.

La depreciación de las monedas ha servido como un útil mecanismo amortiguador para muchas economías de mercados emergentes y en desarrollo, pero en última instancia podría dejar al descubierto las debilidades de los balances de las empresas que tengan exposiciones en moneda extranjera. Los flujos de capital privado hacia los mercados emergentes y de frontera prácticamente se paralizaron en el tercer trimestre de 2015, siendo atribuible a China la mayor parte de esa caída. La aceleración y generalización de esa tendencia representa una amenaza potencial, a pesar del mayor margen de protección que ofrezcan las reservas internacionales. Otro indicador de tensión es el aumento general de los diferenciales de los bonos soberanos en América Latina y África, y un recrudecimiento de la aversión mundial al riesgo, cualquiera que sea la razón, podría endurecer aún más las condiciones financieras para las economías vulnerables.

Por último, lejos de disminuir, los riesgos políticos y geopolíticos se han intensificado en los últimos meses. Entre los más notorios, el éxodo de refugiados desde Siria e Iraq está imponiendo una enorme carga a los países vecinos y ha repercutido en Europa, provocando desavenencias políticas dentro de la Unión Europea y amenazando la vigencia del régimen actual para la libre movilidad laboral. Una rápida absorción de los refugiados en los mercados de trabajo permitiría en definitiva elevar el producto, pero inicialmente someterá los presupuestos públicos a exigencias inmediatas. Por difíciles que sean esos retos para los países receptores, no debemos perder de vista los problemas existentes en los países de origen en materia de seguridad, que dan lugar a desplazamientos tanto internos como externos. Estos acarrean enormes costos, sobre todo para los refugiados mismos.

Necesidad de tomar medidas

En las economías avanzadas, las tasas de crecimiento actualmente proyectadas son demasiado bajas como para reducir rápidamente el alto desempleo y demás legados de las últimas crisis, o para inducir un fuerte crecimiento del salario real. En las economías de mercados emergentes y en desarrollo, las tasas de crecimiento hoy previstas demoran sustancialmente la convergencia hacia niveles de ingreso más altos. Es preciso tomar medidas. Las recomendaciones de política deben ser específicas para cada país, pero a nivel general las prioridades son tres.

Primero, estimular la demanda agregada frente al debilitamiento de la actividad y, en algunos países, las persistentes presiones deflacionarias.

Segundo, respaldar la eficiencia económica y el crecimiento de la economía a largo plazo ante la evidencia de que durante la última década las tasas de crecimiento potencial han caído en todo el mundo. Un elemento importante en este caso es la reforma estructural, que será un tema importante abordado en la edición de abril de 2016 del informe WEO.

Finalmente, otra necesidad es la de fortalecer y ampliar aún más la red de protección internacional, reforzando la resiliencia mundial ante lo que pueda deparar el futuro.

Véanse también el video de Obstfeld y la infografía.

 

Este blog fue publicado por el Fondo Monetario Internacional.