Por Gerardo Peraza
Desde la finalización del último programa financiero respaldado por el FMI en 2011, Nicaragua ha preservado la estabilidad macroeconómica y un sólido crecimiento económico, lo cual ha ayudado a reducir la pobreza.
Con vistas al futuro, el país tiene que consolidar las políticas que le permitan salvaguardar estos logros y adaptarse a una coyuntura externa más incierta. En su reciente informe anual sobre la salud de la economía nicaragüense, el FMI recomienda políticas en diversos ámbitos para ayudar al país a lograr un crecimiento sólido, sostenido y equitativo.
En los últimos cuatro años, el crecimiento del PIB real de Nicaragua fue de 4,6% en promedio, uno de los mayores en la región (gráfico 1). La inflación ha permanecido en niveles bajos, gracias al ancla que proporciona el deslizamiento cambiario y, en parte, a la ayuda que supone el descenso de los precios del petróleo desde 2014. El gobierno ha mantenido un presupuesto en general prudente que ha ayudado a estabilizar la deuda pública como porcentaje del PIB (gráfico 2). Esta sólida evolución ha facilitado una marcada reducción en los índices de pobreza, de 42,5% en 2009 a 29,6% en 2014.
¿Qué más puede hacer Nicaragua de aquí en adelante para estimular el crecimiento de su economía? El informe del FMI recomienda medidas de política en cuatro ámbitos clave:
Apuntalar el andamiaje fiscal
Para seguir afianzando las cuentas fiscales de Nicaragua y encauzar la deuda en una trayectoria descendente, sería importante reducir el exceso de incentivos y exenciones tributarias —en particular en los impuestos a la renta y al valor agregado— y focalizar mejor los subsidios eléctricos. Los incentivos y las exenciones fiscales reducen la base imponible, haciendo necesaria la imposición de alícuotas más altas y más distorsivas sobre los segmentos de la economía que aún están gravados. Además, las alícuotas elevadas y la percepción de inequidad que generan los numerosos incentivos y exenciones fiscales que favorecen a los hogares de altos ingresos contribuyen a una elevada tasa de informalidad. Del mismo modo, el régimen tributario de las pequeñas y medianas empresas debería procurar reducir la informalidad y promover el crecimiento. Concretamente, las alícuotas no deben ser onerosas, y han de evitarse los aumentos marcados de las alícuotas efectivas a medida que aumenta el ingreso de una empresa, y el régimen de cumplimiento tributario debe mantenerse simple. También hay margen para reducir el costo de los subsidios y garantizar que sus beneficios alcancen a una mayor proporción de los hogares pobres. Y es igualmente importante que estos esfuerzos vayan acompañados de mejoras en la supervisión y la transparencia de las cuentas del sector público.
Afianzar la estabilidad del sector financiero
Los tres bancos nicaragüenses más grandes pertenecen a grupos financieros regionales (conglomerados), y representan alrededor del 80% de los activos del sector bancario interno. De ahí que es muy importante que los reguladores locales vigilen los riesgos potenciales “a nivel de grupo”, dadas las interconexiones con otros países de la región. Además, como aproximadamente 90% de los activos y pasivos de los bancos están denominados en dólares de EE.UU. (o indexados a esa moneda), la dolarización financiera merece especial atención. En particular, el rápido crecimiento del crédito, la persistente fortaleza del dólar y los potenciales aumentos de las tasas de interés en Estados Unidos podrían dificultar el pago de la deuda de algunos prestatarios, en especial si estos no generan ingresos en dólares. En este contexto, los reguladores bancarios tienen que revisar constantemente las herramientas macroprudenciales de las que disponen para mitigar los riesgos vinculados al alto grado de dolarización.
Mejorar la competitividad externa
La economía de Nicaragua sigue siendo vulnerable a los aumentos de los precios del petróleo y los descensos de los precios de las materias primas no petroleras. El país ya enfrenta un déficit en cuenta corriente externa alto, el cual es financiado con inversión extranjera directa y una creciente deuda privada. Para dar un impulso a la competitividad externa, Nicaragua tiene que mejorar la infraestructura pública; reforzar las redes logísticas que apoyan el comercio; invertir en capital humano, mejorando los resultados de la educación básica y los programas de capacitación destinados a subsanar las deficiencias en la calificación de la mano de obra; e incrementar la competencia a través de medidas que reduzcan las barreras para el ingreso de nuevas empresas al mercado. Si se implementan bien, estos esfuerzos ayudarán a reducir la informalidad y la pobreza.
Modernizar el marco estadístico
Las prácticas adecuadas de divulgación de datos son esenciales para la formulación e implementación de políticas económicas que promuevan el crecimiento y la estabilidad macroeconómica. Las mejoras en la divulgación de datos facilitarían las tareas de vigilancia y análisis por parte de los participantes del mercado, los medios de comunicación y el público en general. En el caso de Nicaragua, nos parece que sería beneficioso introducir regulaciones para facilitar la provisión de información estadística, establecer procedimientos para controlar la calidad de los mismos y fortalecer la comunicación con los usuarios.
Reiteramos nuestra disposición y nuestro compromiso de brindar asesoramiento en materia de políticas y asistencia técnica para seguir apoyando a las autoridades nicaragüenses en sus esfuerzos por preservar la estabilidad macroeconómica y el crecimiento sostenible y equitativo.
Este blog fue publicado por el Fondo Monetario Internacional.