Por Diálogo a fondo

Se prevé que la actividad económica en América Latina y el Caribe toque fondo en 2016 para después registrar una recuperación moderada el año siguiente. Si bien la floja demanda externa y el nivel persistentemente bajo de los precios de las materias primas continúan afectando las perspectivas regionales, una evolución favorable a nivel interno será fundamental de aquí en adelante para que mejoren los resultados de crecimiento en las economías que soportan tensiones.

Según las proyecciones más recientes del FMI para la región, se prevé que tras una contracción de 0,6% en 2016, el PIB se recupere y registre un crecimiento de 1,6% en 2017 (véase el cuadro). Los repetidos resultados decepcionantes en materia de crecimiento apuntan a un crecimiento potencial más bajo, lo cual destaca la necesidad de llevar a cabo reformas estructurales para estimular la capacidad productiva. Pero estas medidas tardarán algún tiempo en rendir fruto. Mientras tanto, se necesitan políticas para suavizar el ajuste. La flexibilidad cambiaria le ha reportado marcados beneficios a la región y, dadas las cambiantes tendencias mundiales, debería seguir siendo la primera línea de defensa ante los shocks adversos. Además, en vista de que muchos bancos centrales de la región han logrado volver a encaminar la inflación hacia los rangos fijados como meta y anclar las expectativas inflacionarias, y teniendo en cuenta la fuerte caída de las tasas neutrales en las principales economías avanzadas, muchos países de América Latina disponen de margen de maniobra para aplicar una política monetaria más acomodaticia, sobre todo si se materializaran los riesgos a la baja. Al mismo tiempo, los países deberían aprovechar el entorno financiero mundial más favorable para recomponer sus defensas fiscales, pero preservando los gastos de capital y las erogaciones sociales de importancia crítica.

Véanse más detalles en la edición más reciente de la actualización del informe Perspectivas económicas: Las Américas.