Este blog fue publicado por el Fondo Monetario Internacional.

Por Troy Matheson

Antes de la recesión por la que está atravesando Brasil, el consumo privado fue el principal factor de crecimiento durante más de una década. En ese período, los consumidores brasileños se beneficiaron de políticas sólidas, una fase de desarrollo económico relativamente rápido y un entorno exterior favorable (sobre todo, tasas de interés mundiales en niveles bajos). Pero conforme pierden fuerza los factores que impulsaron el consumo, el país tiene que replantearse su modelo de crecimiento basado en el consumo y buscar otras fuentes de crecimiento.

¿Por qué el gasto de consumo fue tan fuerte?

Varios factores, entre ellos algunas políticas económicas y sociales que favorecieron aumentos de renta, propiciaron el fuerte crecimiento del consumo que experimentó Brasil en el período previo a la actual recesión.

Los mayores niveles de escolarización y alfabetización de la década de 1990 empezaron a dar frutos a comienzos de la década de 2000, a medida que los graduados se incorporaron al mercado laboral, elevando los niveles de productividad y renta. Al mismo tiempo, algunos programas sociales —en especial Bolsa Familia— y aumentos significativos del salario mínimo estimularon los ingresos y ampliaron la inclusión financiera a millones de brasileños en los tramos más bajos de renta, incrementando su capacidad de gasto y su acceso a servicios financieros. La práctica de indexación generalizada al salario mínimo, sobre todo en la red de protección social, ayudó a apuntalar los niveles de renta y el consumo. Entre 2002 y 2014, la drástica caída de las tasas de interés nominales y reales alimentaron un marcado aumento del crédito a los hogares, el cual prácticamente se duplicó como proporción del PIB (gráfico 1).

Más recientemente, las políticas adoptadas en respuesta a la crisis financiera mundial se centraron en estimular el ingreso y el gasto de los hogares con diversas medidas, como la adopción formal de una regla que garantizaba aumentos del salario mínimo superiores a los aumentos de la productividad, reducciones del impuesto sobre la renta, préstamos subsidiados para la adquisición de automóviles y otros bienes duraderos, así como una rápida expansión del crédito ofrecido por bancos públicos. Estos esfuerzos resultaron a la larga contraproducentes y contribuyeron a una de las peores recesiones en Brasil en décadas.

El descenso del gasto de consumo

Varias razones explican por qué el consumo privado ha disminuido drásticamente en la actual recesión y por qué tenderá a desacelerarse a corto plazo:

Hora de cambiar el modelo de crecimiento

En un estudio reciente se demostró que el crecimiento basado en el consumo en Brasil ha coincidido con un aumento de las brechas en infraestructura y una merma de la inversión. Los bajos niveles de inversión suelen estar vinculados a niveles más bajos de capital por trabajador y de ingreso per cápita (gráfico 2; panel derecho). También hay algunos indicios de que un mayor consumo está asociado a menores niveles de ingreso per cápita (gráfico 2, panel izquierdo). Esto lleva a pensar que Brasil podría alcanzar niveles más altos de ingreso en el futuro si consume menos e invierte más.

Fuentes alternativas de crecimiento

El crecimiento del consumo privado debe retornar a terreno positivo a medida que la economía se recupere, lo cual aparte de ser normal es conveniente. Pero no parece probable que el consumo vuelva a ser el principal motor del crecimiento. Para garantizar que el crecimiento sea vigoroso y equilibrado en el futuro, otras fuerzas deberán marcar la senda.

Las cuestiones fundamentales que deben abordarse son las siguientes: