Teólogo Fabián Salazar Guerrero. Director de la Fundación para el Diálogo y la cooperación Interreligiosa INTERFE.
Empecé mi artículo de esta semana pero no pude continuarlo, pues me sigue embargando el dolor por la acción terrorista de ayer en París, que se une a tantos otros atentados menos publicitados y hasta desconocidos en diferentes partes del mundo.
Me duele y me indigna que en nombre de Dios se sigan cometiendo tan terribles crímenes. ¿Cómo pueden estos hombres, en sus demenciales propósitos, argumentar que lo hacen para defender la Religión? Un Dios que es amor y misericordia no necesita que lo defiendan con armas, bombas u ocasionando terror. Ellos y todos los que actúan de esa manera, independiente de su denominación religiosa, son unos hipócritas que anteponen sus intereses, sus agendas y su delirio de grandeza a un verdadero rostro de perdón y acogida en Dios.
Me preocupa también, al ver los análisis de expertos, que afirman que la única forma de acabar con estos extremismos es continuar la guerra “cueste lo que cueste” y “caiga quien caiga”; esta alternativa es igual de terrible y sólo beneficia a los señores de la guerra; y como siempre los pequeños, los vulnerables y los inocentes pagan el precio de este juego perverso de escalar la violencia hasta la locura. Cada día se va polarizando la humanidad y la consecuencia será la autodestrucción.
Pienso y oro también por aquellos que injustamente serán condenados, discriminados y hasta perseguidos por causa de sus convicciones religiosas. No caigamos en la tentación de generalizar, por unos pocos dementes terroristas, a todo un grupo religioso; no dejemos solos, a su suerte a minorías de comunidades de fe, que son golpeadas y martirizadas. No seamos indiferentes ante la sangre derramada en las calles sea cual sea el país. No seamos cómplices del silencio con los desplazados que llegan a las fronteras de Europa. En cada asesinato morimos todos.
Somos tan ingenuos que pensamos que la violencia de extremismos religiosos no llegará a nuestras naciones, creemos que es un asunto lejano sólo visto por televisión, consideramos que es un problema de otros y siquiera nos preocupados en entender sus causas, nos deleitamos con morbo con la noticia del momento y luego la olvidamos. Pues que equivocados estamos, pues esa guerra llegará a nuestros hogares si somos indiferentes, si por lo menos no nos duele que en nombre de Dios se cometan tales atrocidades, si justificamos la guerra y la venganza y si permitimos que se acreciente el odio. Al final del fuego contra el fuego saldremos calcinados.
Hoy asistí a un evento cultural de niños y niñas de preescolar y me invadía el sentimiento de vergüenza ante ellos, por el mundo convulsionado y egoísta que les estamos dejando. Estos pequeños en su inocencia, estaban representando en una obra de teatro, a diferentes países del mundo unidos en hermandad, mientras nosotros nos debatimos en guerras absurdas de banderas, de poder, de ideologías y lo peor de dogmatismos religiosos.
Esta semana en un video blog, alguien me preguntaba con ironía “ si algo bueno tienen las religiones”; le argumenté en defensa de las comunidades de fe, que hacen mucho bien en sus proyecciones sociales y su formación en valores, pero me dejan desarmado frente a los opositores, cuando unos pocos grupos radicales mancillan el nombre de Dios y empuñan las armas contra otro ser humano, con estos viles actos opacan todo el bien que las religiones hacen y le dan razones a los escépticos y contradictores que siguen calificando a las confesiones de inútiles y retrógradas.
Me duelen todos los muertos de ayer, me duelen las familias que quedaron solas, me duelen las palabras de odio que promulgan los gobiernos llamando a más guerra, me duelen los heridos, me duelen los que incomprensiblemente se inmolaron y también sus familiares, me duelen a quienes sus esperanzas de encontrar una nueva tierra se ven frustados, y me duele sobre todo Dios quien debe llorar amargamente al ver a sus hijos en una cruenta lucha fraticida en su nombre.
Aunque hoy no tengo respuestas, quería en este blog compartir mi dolor, que de seguro es también el dolor y la indignación de muchos
Hoy llamo a una oración profunda y aun toma de conciencia profunda. Sólo el Amor puede vencer al odio y al terror.