Fabián Salazar Guerrero. Director de la Fundación para el diálogo y la cooperación interreligiosa. INTERFE

 

En estos días en que sentimos que el clima se vuelve extremo, que se hace evidente la sequía de los ríos y quebradas, los incendios forestales y que el agobiante calor nos sofoca, nos vemos obligados a pensar como sociedad en el cuidado del agua como un bien preciado y bendito.

Como hombres y mujeres de fe debemos aunarnos a las campañas que promueven la cultura del no derroche del líquido vital. Les presento el siguiente decálogo que en forma de compromiso he elaborado para la reflexión en este tema.

 

Nos COMPROMETEMOS en coherencia con nuestros propios principios religiosos y asumiendo nuestra responsabilidad ciudadana a:

RECONOCER que en ocasiones hemos sido indiferentes y hasta cómplices del desperdicio del agua, pero que ahora nos empeñaremos con todos nuestros recursos y voluntad a promover una cultura ecológicamente sostenible.

AGRADECER de manera pública por ser una nación tan bendecida con recursos hídricos y responder a este don con campañas de toma de conciencia sobre el valor del agua.

CUIDAR y dar testimonio en nuestros centros, en nuestros establecimientos sociales y en los mismos hogares de los creyentes que es posible cuidar el agua con el esfuerzo por asumir nuevas rutinas y aprender buenas prácticas de ahorro.

DIVULGAR en nuestros escenarios de incidencia, y de manera particular en nuestros espacios de culto, la urgencia de proteger las fuentes agua, la necesidad de prevenir su contaminación y el imperativo de liderar proyectos de desarrollo en armonía con la naturaleza.

AUNAR esfuerzos al interior de nuestras comunidades y con otras organizaciones para consolidar una cultura de responsabilidad con el medio ambiente con el fin de que sea una realidad de mayor impacto, de incidencia ciudadana y que se prolongue en el tiempo de manera permanente.

TRABAJAR sin descanso para llevar un mensaje entre la gente que les permita reconocer en el cuidado del agua es un acto de amor para con la humanidad, un servicio de esperanza para con las nueva generaciones y una manifestación de una fe fuerte y comprometida que transforma la historia.

SER CREATIVOS en nuevas formas pedagógicas que permitan formar a los miembros de nuestras comunidades, y de manera especial a los niños y jóvenes, como guardianes de los recursos, del cuidado del agua y la asimilación de hábitos saludables de vida.

APOYAR a las comunidades, las personas y las iniciativas que promuevan el cuidado de agua para que la sociedad pueda encontrar en nosotros de manera visible la coherencia entre nuestras creencias, discursos y prácticas puestas al servicio del bien común.

DENUNCIAR de manera oportuna y valiente  aquellas situaciones de desperdicio que agotan, contaminan y hacen mal uso de este bien de todos y ponen en riesgo la supervivencia del planeta.

BENDECIR el agua

 

Nota: Se requiere que trabajemos en red si queremos que la sociedad descubra que la espiritualidad tiene una dimensión de compromiso real con la vida.

 

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