Fabián Salazar Guerrero. Director Fundación para el diálogo y la cooperación interreligiosa. INTERFE

En estos días la solidaridad mundial posa sus ojos en la ayuda a la hermana República de Ecuador y en particular en las zonas costeras afectadas por el terremoto. Se mueven las sensibilidades y muchos, cada uno desde sus propios recursos, hacen donaciones y elevan oraciones. Los noticieros y periódicos dan primeras planas a la noticia; nos entristecemos por las víctimas, nos alegramos con los rescates y nos conmovemos con los testimonios.

Todo esto es muy importante y nos devuelve el sentir de humanidad, pero la verdadera ayuda comienza en el momento en el que pasa lo inmediato de la emergencia y comienza el proceso de reconstrucción personal, comunitaria, espiritual y estructural.

En 1999 tuve la oportunidad de servir como voluntario en la coordinación de cuatro alojamientos temporales resultantes de la atención al terremoto en Quindío (Colombia). Esta fue una verdadera escuela y hoy les comparto algunas de las enseñanzas y reflexiones que puedan ser de utilidad para situaciones similares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Favor compartir entre estas reflexiones entre quienes piensen les puede ser útiles.

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