Cerrar Menú Blogs
Las opiniones de los blogueros son de su estricta responsabilidad y no representan la opinión de este portal.
Profile image

Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Seguir este blog

Fabián Salazar Guerrero. Director Fundación INTERFE y Coordinador de Proyección Social de la Facultad de Teología de la Universidad Santo Tomás, Bogotá.

En estos días en el país, diferentes temas parecen polarizar la opinión pública, sea los asuntos de paz, los manuales de convivencia escolar o las confrontaciones por cuestiones sociales de diferentes gremios. Y lo que comienza como una legítima divergencia de opiniones se convierte en ataques personales, en insultos y en una verdadera guerra de desprestigio en redes sociales.

El calibre de los mutuos apelativos utilizados y la vehemencia de la defensa de la propia causa parece no encontrar límite. No se salva la vida privada, la familia, las convicciones propias y hasta las creencias religiosas.  En un país que dice buscar la paz, se olvida que la violencia en la cotidianidad pone la mayor cuota de víctimas y esta comienza por la incapacidad de exponer nuestras diferencias sin atacar al otro.

Frente a esta situación, se hacen llamados a la tolerancia; pero esto no parece ser suficiente si no se desarman los corazones, si no se respeta al otro, y se descubre en él un prójimo. La tolerancia sin amor se ve empobrecida.

La tolerancia es una palabra que se escucha con frecuencia en los discursos sociales y políticos y en un sin número de oportunidades; aparece en conferencias y declaraciones con el ánimo de significar “respeto” por la diferencia. Es interesante que esta famosa palabra la podemos utilizar en diversos contextos: tolerancia a los medicamentos (Resistencia), tolerancia a los lácteos (Soportar), tolerancia a la diversidad (Toca reconocer) y hasta se habla de zonas de tolerancia (creo que esto no tengo que explicarlo).

En general parece que el término referenciado tiene una enorme carga semántica de resistencia y resignación. Aquí no se intenta desvirtuar la palabra tolerancia, sino a la actitud que en muchos escenarios enmascara y que pretende designar el acto de “permitirle” al otro ser diferente y de “aguantar” sus diferencias, “resignarse” al que el otro tenga una creencia y unas prácticas diferentes a las propias, pero sin atreverse a reconocerlas ni valorarlas. El límite es muy frágil y cuando un grupo se siente amenazado de inmediato se acaba la “tolerancia” y se puede pasar de las palabras a los hechos.

Lo que se limite a “soportar” sin aceptar, se ve sumido en el desconocimiento de la alteridad, a descubrir al otro como diferente con su propia verdad y sus propias experiencias. En muchas ocasiones la tolerancia es un muro de seguridad que me mantiene protegido en mi propio feudo; es una manifestación de “juntos pero no revueltos”, donde yo reconozco que usted existe, pero “usted allá y yo acá” convirtiendo al otro en un monstruo desalmado o ignorante.

En algunos escenarios la palabra tolerancia puede expresar la arrogancia de quién creyéndose magnánimo, y en particular cuando ostenta el poder (o por buscar un interés) decide dejar al otro ser diferente para ganar ante el público aplausos por su benemérito propósito, pero que en el fondo únicamente busca obtener reconocimientos y en ocasiones también votos. El peligro de estas dinámicas de tolerancia, es mirar al otro con cierta lástima: “él es buena gente pero que pena que crea esas tonterías”. Inmediatamente surge el sentimiento redentor y la compasión en la cual la tolerancia es el primer paso de acercamiento para lograr su “conversión a la verdad” y la “confesión de sus errores”.

El asunto parece no consistir en cambiar esta palabra por “otras de moda” sino en autoevaluar nuestros sentimientos, pensamientos y actos frente al otro como ser humano, que, aunque sus cosmovisiones, experiencias espirituales, prácticas rituales y principios morales sean diferentes, es honesto en la búsqueda de su verdad. Una sociedad que no reconoce sus propios limites en el respeto mutuo no está preparada para la paz y hasta por el color de una camiseta de futbol será motivo para la violencia.

Si somos coherentes con nuestros principios religiosos debemos aprender a defender nuestros derechos (y esto debemos hacerlo) pero sin recurrir a la violencia verbal (primer paso hacia la violencia física), sin llevar a nuestros opositores a las “hogueras públicas” y luego ufanarnos de nuestros triunfos (puntuales y no estructurales). El país y el mundo necesita más testimonios de Amor que “guerras santas”.

 

Dejo estas reflexiones en oración.

@teologosalazar

www.teologozar.com

(Visited 636 times, 1 visits today)
PERFIL
Profile image

El teólogo Fabián Salazar Guerrero, ha dedicado gran parte de su vida al estudio de diversas denominaciones religiosas, visitando varios países y compartiendo enseñanzas con líderes de diferentes tradiciones espirituales. Su labor como consultor, junto a su reconocida trayectoria como investigador y profesor Universitario de Teología, le ha permitido acompañar procesos de integración interconfesional y reconciliación. Actualmente dirige la fundación para el diálogo y la cooperación Intereligiosa INTERFE y se desempeña profesionalmente como consejero espiritual personal y empresarial.

Más posts de este Blog

  • Vida

    Espiritualidad, poesía y contrastes

    Luego de dedicar tantos años de mi vida a la búsqueda espiritual, entre caminos de luces y de sombras,(...)

  • Vida

    Todo comienza con un primer paso

    Fabián Salazar Guerrero PhD. Doctor en Teología. Asesor en Belleza Espiritual. La vida siempre es el regalo más grande(...)

  • Vida

    Espiritualidad en una sala de Aeropuerto

    Fabián Salazar Guerrero. PhD. Doctor en Teología. Asesor en Belleza Espiritual La sala de espera de un aeropuerto es(...)

  • Vida

    Bendecir es bien decir

    Fabián Salazar Guerrero PhD. Doctor en Teología. Asesor en Belleza Espiritual   El bendecir, el “bien decir”, es un(...)

Ver más

Lo más leído en Blogs

1

Dios nos habla por medio de nuestros sueños. Esta es una(...)

2

Quizás eres como yo, de esos que siente que marchar es(...)

3

La atención reciente en la crisis del sistema de salud colombiano,(...)

0 Comentarios
Ingresa aquí para que puedas comentar este post
Reglamento de comentarios

ETCE no se responsabiliza por el uso y tratamiento que los usuarios le den a la información publicada en este espacio de recomendaciones, pero aclara que busca ser la sombrilla de un espacio donde el equilibrio y la tolerancia sean el eje. En ese camino, disponemos de total libertad para eliminar los contenidos que:

  1. Promuevan mensajes tipo spam.
  2. El odio ante una persona o comunidad por su condición social, racial, sexual, religiosa o de situación de discapacidad.
  3. Muestren o impulsen comportamientos o lenguajes sexualmente explícitos, violentos o dañinos.
  4. Vulneren o atenten contra los derechos de los menores de edad.

Además, tenga en cuenta que:

  • - El usuario registrado solo podrá hacer un voto y veto por comentario.
Aceptar
¿Encontraste un error?

Para EL TIEMPO las observaciones sobre su contenido son importantes. Permítenos conocerlas para, si es el caso, tomar los correctivos necesarios, o darle trámite ante las instancias pertinentes dentro de EL TIEMPO Casa Editorial.


Debes escribir el comentario
¡Gracias! Tu comentario ha sido guardado
Tu calificación ha sido registrada
Tu participación ya fue registrada
Haz tu reporte
Cerrar
Debes escribir tu reporte
Tu reporte ha sido enviado con éxito
Debes ser usuario registrado para poder reportar este comentario. Cerrar