Teólogo Fabián Salazar Guerrero. Asesor Espiritual. Director de la Fundación INTERFE
La vida siempre es el regalo más grande y la más bella oportunidad para sentir la plenitud de la existencia humana y divina; pero el miedo, en muchas ocasiones, no permite disfrutar las posibilidades de amar, de sentir, de disfrutar y de descubrir nuevas oportunidades. Dar el primer paso hacia los propios sueños suele ser lo más difícil, pero una vez se tiene el valor de avanzar, el camino aparece por si mismo.
Algunas recomendaciones para dar ese primer paso:
Mirar alrededor y confesarse si se es feliz, si la vida tiene sentido, si aún hay algo por hacer, o si se siente una inconfesable frustración; y si la respuesta no complace entonces revisar que está pasando en la propia vida que no permite disfrutarla plenamente. Es un profundo ejercicio de honestidad y amor propio.
Aceptar que es posible el cambio. El salir de la inercia que produce la costumbre, la cómoda rutina, la tendencia a hacer lo mismo, el retroceder a donde nos sentimos seguros, el echar la culpa a los demás por la propia infelicidad, el resignarse con lamento puede llevarnos a una profunda sensación de vacío. Para afrontar estos sinsentidos se requiere agregar a nuestras vidas una dosis de riesgo, un saltar al vacío en la fe, una nueva oportunidad y un confiar en las propias capacidades. Nadie puede tomar decisiones por ti.
Recurrir a la propia red de apoyo afectivo. El intentar caminar puede llevar a la sensación de estar en soledad, pero en realidad contamos con una red de personas que nos quieren, que nos apoyan, que confían en lo que hacemos y que esperan lo mejor para nosotros. Y también es duro decirlo, pero si una persona no puede seguir nuestro paso hacia adelante, es posible que ya no deba estar con nosotros y que sea necesario buscar nuevos compañeros de camino.
Ligeros de equipaje. Es difícil avanzar cargando rencores, dolores, o rabias en el corazón, es hora de dejar atrás el peso del dolor y decidir optar por el perdón. El privilegio del perdón comienza por perdonarse a sí mismo, por el reconocerse, valorarse y el fortalecer la autoestima. Dejar las cadenas del pasado no sólo permitirá caminar sino también volar.
Cerrar los ciclos. El cerrar con amor cada etapa trae las semillas para la prosperidad de las nuevas oportunidades, los nuevos espacios, las personas que arriban y unas inéditas maneras de experimentar el mundo. Cerrar los ciclos es reconocer que las personas, las situaciones, los trabajos, los lugares cumplieron ya su misión de enseñarnos pero que no es necesario retenerlos, pues somos capaces de nuevos horizontes, de nuevas rutas, de renovadas emociones y sobre todo de darnos la oportunidad de empezar de nuevo para ser felices.
Mirar hacia adelante con confianza. Nunca es tarde para cumplir los sueños, para lograr las metas, para encontrar la persona adecuada, el trabajo que merecemos, la vida anhelada, los aprendizajes deseados, los espacios buscados y para que en nuestro rostro se dibuje una sonrisa profunda y una mirada llena de brillo por lograr las propias metas. Los sueños no tienen fecha de caducidad.
Avanzar pasa a paso con firmeza. Una vez iniciada la marcha el objetivo no es correr, sino mantener el ritmo de avance con firmeza, decisión y constancia; para esto es necesario felicitarse y celebrarse continuamente por los logros obtenidos. Muchos tienen miedo de avanzar por temor a perderlo todo o por miedo al dolor, al contrario, el avanzar otorga nuevas dichas y satisfacciones que merecen ser celebras a cada avance en la jornada que nos hemos trazado.
Un permanente agradecimiento. Agradecer por lo vivido y agradecer en confianza por el porvenir es clave para tener un camino lleno de prosperidad y salud. Es también indispensable no olvidar a quienes nos ayudaron a caminar y devolverles su bondad y cariño con generosidad. Agradecer aun antes de haber logrado la meta, es darle la energía para que se materialicen los deseos de nuestro corazón.
Cultivar nuestra vida Espiritual. Avanzar en el camino es tomar con generosidad la fe, esperanza y el amor de la fuente infinita que es Dios y ser cada día la mejor versión de nosotros mismo. Dios y sus ángeles se hacen compañeros de viaje para nunca dejarnos solos.
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