Si hace una década nos hubieran dicho que algún día todos los objetos que hay a nuestro alrededor estarían conectados por medio de una red de alta velocidad, sin duda alguna habríamos pensado que se trata de ciencia ficción. Lo cierto es que hoy es una realidad que evoluciona con gran rapidez gracias a la sinergia que existe entre las grandes compañías de tecnología, los gobiernos y los consumidores.
En el 2003 cuando esta tendencia se detectó, había aproximadamente 6,3 mil millones de personas y unos 500 millones de dispositivos conectados a Internet. En el año 2010 se pasó a 6,8 mil millones y 12,5 mil millones respectivamente. En el presente año, se calcula que la población es de 7,7 mil millones y hay unos 25 mil millones de dispositivos activos. Para el 2020, se espera que el planeta cuente con cerca de 8 mil millones de personas y que la cifra de dispositivos conectados a internet se duplique a 50 mil millones, aunque algunas firmas privadas estiman que incluso se llegará a los 200 mil millones.
También se estima que para el año 2020 se empezarán a comercializar masivamente los servicios de conexión 5G los cuales permiten una velocidad de transmisión de 7,5 gigabits por segundo (Gbps), 30 veces más rápida que las actuales redes 4G. Esto indica que de uno u otro modo, el sector TIC trabaja en sinergia para cubrir la demanda que aumentará año tras año y que traerá una serie de desafíos que deberán afrontar las organizaciones si quieren sobrevivir en el mercado.
De hecho, ya algunas compañías de tecnología como Google y Apple están invirtiendo grandes sumas en I+D con la idea de crear un automóvil 100% digital. También se están implementando sistemas de georreferenciación como Google Transit y Google Street View, los cuales funcionan en alianza con el sistema de trasporte público de ciudades como Bogotá D.C. Igualmente, compañías como Industrias Jala, CISCO, Intel y GE están trabajando en la fabricación de hardware y otras como IBM, Microsoft, Salesforce, Oracle, Qualcomm y Amazon desarrollan software con el ánimo de masificar lo que sin duda será uno de los negocios del siglo.
Sin embargo, no tendremos que esperar hasta el año 2020 para empezar a disfrutar del internet de las cosas. En estos momentos ya se pueden encontrar en el mercado distintas ofertas como son los hogares automatizados por medio de la domótica. Así, algunas empresas especializadas, generalmente mipymes; ofrecen sistemas de seguridad, calefacción, iluminación y la sincronización de electrodomésticos con programas que se pueden operar desde cualquier smartphone.
Pero la automatización no se restringe a lo que se conoce como hogares inteligentes, también se implementa poco a poco en oficinas, fábricas, hoteles, aeropuertos, entidades públicas, hospitales, centros educativos, complejos deportivos, parques, clubes y hasta en espacios públicos como los sistemas de transporte masivo.
Otro de los sectores donde ya podemos ver este tipo de avances es en el automotriz. Actualmente ya se pueden adquirir en el mercado carros semiautónomos o con componentes autónomos como los que observamos en los vehículos Volvo XC90 que mediante avanzados sensores; pueden conducirse y parquear solos al igual que detectar peatones, ciclistas y animales en la vía.
El internet de las cosas también está presente en las prendas de vestir que usamos mediante lo que se conoce como tecnología vestible o wearable technology. Mediante dicha tendencia, encontramos desde accesorios como relojes inteligentes o smartwatches como los que comercializa Apple, morrales con baterías solares con los que incluso se pueden recargar celulares como los que ofrece la marca Totto, hasta neveras que nos indican cuando la leche se acabó como las que comercializa Samsung.
El problema de esta industria como siempre ocurre con la tecnología, es el precio. Hasta que no exista una competencia suficiente que genere una rebaja en los precios al consumidor final, estos productos únicamente estarán al alcance de unos pocos y tal vez sólo será por medio de alianzas público-privadas que se creen estrategias para que estén al alcance de todas las personas.
Un ejemplo son los televisores 4K que aunque son más avanzados que los tradicionales y en la mayoría de casos soportan conexión a internet, sus altos costos de producción y más que eso, de comercialización, hacen que no estén al alcance de la mayoría de consumidores y que por tanto esta tecnología no se masifique. Esto mismo sucede con la fibra óptica y el internet de cuarta generación (4G) ya que aunque se han expandido sus redes, los precios de acceso no están al alcance de la mayoría de abonados y por tanto se sub-utilicen y en últimas, representen un detrimento del patrimonio público.
Es por esto que las compañías involucradas en el negocio del internet de las cosas deberán hacer esfuerzos por masificar esta tendencia mediante estrategias de precios bajos al consumidor final o de lo contrario, llegarán nuevos actores que sí lo hagan y las dejen por fuera del mercado. Sin embargo, no se debe hablar del internet de las cosas como algo futuro pues ya hace parte del diario vivir y sólo es cuestión de tiempo para que se masifique. En lo que hay que pensar ahora es en lo que vendrá después de esta tendencia.
Y lo que vendrá después, se deduce a partir de la híper-conexión mundial de alta velocidad donde existirán grandes velocidades que no superarán una fracción de segundo desde que se trasmite hasta que se recibe una información. Esto se aplicará al mercado de automóviles, aeronaves, medicina y todo lo que se pueda imaginar pues de hecho ya se utiliza sólo que de forma especializada. El acceso a internet toma gran relevancia pues de ello dependerán todos los negocios. Es por esto que el sector público y privado están haciendo esfuerzos para cubrir con fibra óptica, internet satelital y redes 4G todo el territorio colombiano al igual que se están adelantado estudios para adaptar la tecnología 5G.
No obstante, es importante reiterar que de nada sirve invertir en ampliar las redes si los consumidores no tienen acceso a los bienes y servicios por los altos precios. Tampoco tiene sentido si no se busca la forma para que las personas se apropien de las tecnologías de modo que interactúen y generen valor. Expandir redes a lo largo y ancho del país sin facilitarle el acceso a los consumidores, sólo genera un desperdicio de recursos que únicamente beneficiará a ciertos proveedores.
Por lo anterior, es importante que el Estado y las compañías creen estrategias de acceso basadas en precios bajos para permitir verdaderamente la inclusión digital. También es importante realizar estrategias para ofrecer acceso a la educación, salud y empleo al igual que para generar emprendimiento. De lo contrario, el país se estaría encaminando hacia un estancamiento pues las tecnologías cambian con gran rapidez y no tiene sentido que tardemos tanto en implementarlas por tener precios tan elevados.
El internet de las cosas representa una oportunidad de negocio no solo para las grandes compañías de tecnología sino para las mipymes que ofrezcan soluciones con innovación y creatividad. Muchos empleos futuros serán generados a partir de este mercado y es por ello que los interesados deberán familiarizarse desde ya con las distintas tecnologías y empezar no sólo a capacitarse en el sector sino generando iniciativas con propuestas amplias de valor.
Estamos a pocos años para que el internet de las cosas pase de ser un mercado especializado a uno masivo por lo que es necesario empezar a trabajar para que Colombia y el resto de América Latina se apropien de estos avances tecnológicos o de lo contrario, para el 2020 tendremos una región que aún vivirá en la 4G cuando el planeta entero estará una generación más adelante.
Artículo relacionado: Carrera móvil: 4G vs. 5G