Algo positivo que ha dejado el desfalco de $70.243 millones de pesos que se presentó en el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTIC) y por el cual la Ex-ministra Karen Cecilia Abudinen Abuchaibe tuvo que renunciar, es que el contrato por $1.07 billones de pesos para llevar internet a las zonas rurales del país, se le reasignó a la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB). Una empresa que tiene la experiencia y la capacidad de realizar esta y muchas obras más.
Logro del que vale la pena destacar la gestión de la alcaldía de Gustavo Petro ya que, rescató a la ETB de la quiebra a la que la pretendían llevar sus antecesores -que, paradójicamente, son sus mismos sucesores- y la convirtió en una compañía competitiva. Desde entonces, Bogotá y otros municipios de Cundinamarca, cuentan con una infraestructura robusta que atrajo la llegada de gigantes tecnológicos como Mercado Libre, Linio, Google, Facebook, Twitter, Amazon, Samsung, Microsoft, Xiaomi, Huawei, Sony, IBM y LG.
En otras palabras, gracias a esta gestión, Bogotá se convirtió en una ciudad pionera a nivel tecnológico, particularmente en el sector de las telecomunicaciones. Algo que ocasionó la apertura de las mencionadas compañías y de otra índole. De esta manera, la capital del país atrajo una importante inversión extranjera teniendo como resultado mayor competitividad, mayor crecimiento económico y mayor generación de empleo.
Analicemos la importancia de la ETB:
En un mundo totalmente digitalizado en el que las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones juegan un rol importante en el desarrollo de cualquier país, las empresas como la ETB son de vital importancia pues de ellas depende tanto el sector público como el privado a partir de la calidad de los servicios ofrecidos, de su grado de innovación y de su capacidad operativa.
Con un 86% de acciones pertenecientes al Distrito Capital, un 2% a la Universidad Distrital y un 12% a propietarios particulares; la ETB se constituye como patrimonio de los bogotanos y por ende, de todos los colombianos. Pretender venderla está en contra los intereses de la ciudadanía, más si se busca arruinarla para enajenarla a bajo precio, algo que atenta contra el interés común y contra el progreso del país.
De hecho, vender cualquier empresa pública o de capital mixto que pertenezca a los sectores estratégicos de la economía, debería considerarse como un posible acto de corrupción. Además, la idea de enajenar la ETB no sólo es irresponsable pues carece de planeación estratégica, sino que es una acción que atenta contra la seguridad nacional ya que se trata nada más y nada menos que de las telecomunicaciones del país.
La intención de vender la ETB también denota falta de conocimiento del sector y del mundo actual, un mundo donde las TIC son el principal motor de desarrollo. Europa, Rusia, China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos (entre otros) conocen la importancia de tener control sobre los sectores estratégicos de la economía y son conscientes de que su futuro dependerá de preservarlos. Es por eso que en vez de arruinar a sus empresas, buscan fortalecerlas, internacionalizarlas y hacerlas más competitivas. Es falso que una empresa pública no pueda ser competitiva y es totalmente falso que por el hecho de ser privada lo sea. Pero aún es más falso que el sector público y el privado no puedan coexistir.
Y no es que lo privado sea malo, tampoco lo público, ambos sectores son necesarios para el buen funcionamiento de la economía. Eso lo saben las grandes potencias donde estudian algunos de nuestros alcaldes, los mismos que hacen lo contrario a lo que aprenden en sus supuestos doctorados. Es obvio que un país como Colombia necesita de inversión extranjera que aporte nuevas tecnologías, baje los precios y ofrezca un mejor servicio al cliente. También que pague impuestos, genere empleo y desarrollo. Sin embargo, esto no debe hacerse a costa de vender lo público, mucho menos arruinando a compañías que cuentan con un inmenso potencial de crecimiento.
Es extraño que después de los importantes avances tecnológicos y de los buenos resultados financieros que tuvo la ETB en la administración de Gustavo Petro, se haya pasado automáticamente a una situación de inviabilidad por el dudoso concepto de un funcionario que fue nombrado a dedo por Enrique Peñalosa y que parecía más un liquidador de oficio que el presidente de una compañía. Es por esto que el nombramiento de los directivos de las empresas donde se tenga capital público, debería ser mediante la aprobación de un comité que evalúe a profundidad que el candidato al cargo sea verdaderamente competente.
Por consiguiente, no se debería discutir si la ETB se vende o no, lo que se debería es buscar la manera de fortalecerla y de crear compañías similares a lo largo y ancho del territorio nacional. Nunca se debería vender un activo tan estratégico, no es algo inteligente, mucho menos si es para realizar obras que sólo satisfacen el capricho de la administración de turno como es el pavimentar los humedales y las reservas forestales, instalar bolardos y losas arenosas así como extender el precario y contaminante sistema Transmilenio en vez de construir el metro subterráneo, el tranvía eléctrico y el tren de cercanías que reclama la ciudadanía.
Lo peor es que se está desconociendo que la ETB hizo importantes inversiones en fibra óptica al llegar en su momento a más del 60% del área residencial de Bogotá, logrando así una cobertura que desearían muchos países del mundo. También se está ignorando que la ETB obtuvo las licencias para comercializar televisión por suscripción, que ganó la licitación para operar telefonía 4G y que actualmente trabaja en la implementación de servicios satelitales y de tecnología 5G. Por lo anterior, es difícil creer que una empresa que tiene tanto potencial de crecimiento no sólo a nivel de Bogotá y Cundinamarca sino en el resto del país e inclusive en el exterior, sea una compañía que se deba vender.
Con semejante inversión en infraestructura que realizó la ETB durante la administración de Petro, lo más correcto sería implementar una mejor labor comercial con planes de mercadeo competitivos que se enfoquen en explotar dicha inversión y hacerla rentable de modo que se llegue a nuevos segmentos y se logre fidelizar a los clientes actuales. También se deberían impulsar sus servicios mediante diversas campañas publicitarias y con estrategias de precio así como expandir la cobertura a nivel nacional e internacional. La ETB es de las pocas empresas que tienen un gran futuro pero, que infortunadamente, carece de líderes que sepan enfrentar sus desafíos.
El país cuenta con excelentes profesionales capaces de lograr que la ETB sea más innovadora, competitiva y rentable de manera que obtenga un alto crecimiento y una mayor participación en el mercado. En consecuencia, los directivos y demás colaboradores que no estén comprometidos en sacar adelante a esa importante compañía, los que dan malos resultados, los que se dedican a burocratizarla y los que sólo plantean la idea de enajenarla, deberían renunciar o ser destituidos inmediatamente pues están en contra de los intereses de Bogotá, de Cundinamarca y del resto de Colombia.