El Foro Económico Mundial 2023 se realizará del 16 al 20 de enero en la ciudad de Davos-Suiza y tiene como fin hacer frente a los desafíos comerciales en la actual coyuntura.
Según el más reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), un tercio de la economía mundial estará en recesión durante el 2023 debido a que las tres grandes economías del planeta se están desacelerando: China, la Unión Europea y los Estados Unidos.
Asimismo, de acuerdo al más reciente informe del Banco Mundial (BM), el crecimiento internacional se está desacelerando debido a la elevada inflación, al aumento de las tasas de interés, a la reducción de las inversiones y a la guerra de Ucrania.
En cuanto a China, el FMI considera que su crecimiento se ha frenado por problemas en sus cadenas de suministro. Sin embargo, se espera que después de mitad de año, esto se solucione. Adicionalmente, el informe estima que la guerra comercial entre el gigante asiático y los Estados Unidos, podría generar un decrecimiento mundial de más de un billón de dólares si no se llega a un entendimiento.
En cuanto a la Unión Europea, tanto el FMI como el BM, señalan a la guerra de Ucrania como el factor que ocasionó la crisis que experimenta el viejo continente, fenómeno que está generando una desindustrialización paulatina a partir del déficit energético. Razón por la cual, muchas compañías europeas se están trasladando a otros destinos del mundo.
En cuanto a Estados Unidos, el FMI considera que le irá mejor en comparación con el año inmediatamente anterior. No obstante, es claro que ese país también tiene un déficit energético a raíz del desabastecimiento por parte de Rusia, lo que elevó sus costos de producción y ocasionó la inflación más alta de los últimos 40 años. Razón por la cual, la Reserva Federal incrementa constantemente las tasas de interés.
No obstante, es importante entender que de mantenerse en el tiempo un precio del dólar tan alto, la economía estadounidense se verá afectada a mediano y largo plazo puesto que, sus productos serán más costosos. Circunstancia que hará que ese país sea menos competitivo, disminuya sus exportaciones y pierda mercados a nivel internacional.
De continuar esta dinámica, en un futuro cercano, Estados Unidos podría nuevamente pasar de defender el libre mercado y la competitividad, al proteccionismo a través de la imposición de barreras de entrada, la re-negociación de tratados comerciales y la imposición de sanciones unilaterales contra sus principales competidores. Algo que ya vimos en la administración de Donald Trump y que va en contra de la Organización Mundial del Comercio.
La realidad es que estamos en un mundo multipolar donde la hegemonía de las viejas potencias es cada vez menor y donde se evidencia el surgimiento de nuevos centros de poder. Eventualidad que no es mala per se y que se debe interpretar como una evolución normal de los mercados y de los negocios internacionales.
Por fortuna, en el 2023 no habrá recesión mundial y sólo una desaceleración que afectará a unos países más que otros. El BM estima que en el 2023, el crecimiento internacional será de 1.7% y de 2.7% en el 2024. En el 2023, se pronostica que el crecimiento de Estados Unidos caerá al 0,5%, que Unión Europea no registrará crecimiento y que China crecerá en un 4,3% comprobando una vez más su liderazgo.
Y aunque el BM afirma que el bajo nivel de crecimiento y de inversión empresarial ocasiona un retroceso en materia de educación, salud, vivienda e infraestructura; esto es debatible. Lo anterior, puesto que el alto crecimiento económico de un país no significa un mayor estándar de vida para su población ya que, todo depende del nivel de distribución de la riqueza que se tenga. Por ello, es importante que los gobiernos generen políticas de inversión social.
Un país puede presentar un alto crecimiento económico, pero de nada le sirve si sólo beneficia a un pequeño sector de la sociedad. Por el contrario, un país puede tener un bajo crecimiento económico e inclusive, un decrecimiento, pero si se cuenta con una distribución de la riqueza democrática y sólidas políticas públicas, la población elevará su estándar de vida.
De allí la importancia de que los países se esfuercen por tener un perfecto equilibrio entre lo público y lo privado. Cuando todo es público, se frena el emprendimiento y por tanto, la innovación y el progreso. Cuando todo es privado, se frena la inversión social y todo lo que dependa de ella en cuanto a educación, salud, vivienda y demás.
Es por ello que las economías avanzadas junto a los mercados emergentes y las economías en desarrollo, están procurando tener un equilibrio de modo que tanto el sector privado como el público, coexistan y se beneficien mutuamente. Un ejemplo serían las empresas de economía mixta, las alianzas público-privadas y los diferentes programas de responsabilidad social empresarial. También a través de la operación simultánea de empresas 100% privadas y 100% públicas.
Por lo anterior, es un error entrar en una discusión para determinar si todo debe ser privado o público ya que, los efectos nocivos del neoliberalismo están comprobados al igual que los efectos negativos de la estatificación de la totalidad de los factores de producción. En la actualidad, los países más prósperos son una mezcla de los dos sectores.
América Latina y el Caribe se encuentra en una encrucijada debido a su lamentable dependencia del mercado estadounidense como principal destino de exportación. Algo que puede generar divisas por el actual alto precio del dólar, pero que también eleva la deuda externa. Situación que no es nueva y que debería impulsar a la región a diversificar su economía para encontrar socios más confiables.
Asimismo, esta región tiene que superar la desigualdad económica que dejaron los regímenes del pasado que privatizaron la riqueza y democratizaron la pobreza. De hecho, no sólo en cuanto a las empresas públicas y recursos naturales se refiere ya que también impidieron que la población acceda al sistema de salud, de educación y de vivienda. Por ello, los nuevos gobiernos deben realizar inversión social y controlar los sectores estratégicos de la economía a la vez que impulsan la iniciativa privada.
En la actual coyuntura, el gran desafío de América Latina y el Caribe es unirse de manera que se establezca un gran mercado común, se expidan normas arancelarias comunes y exista un sistema de compensación común con miras a tener una moneda común. Todo lo anterior para que se tenga un mayor poder de negociación frente a las viejas potencias económicas que están en declive.
Es allí donde hay una gran oportunidad de crecimiento ya que América Latina y el Caribe cuenta con un importante potencial energético para producir energías fósiles como petróleo, gas y carbón. Asimismo, la región tiene un enorme potencial para producir energías limpias como la eólica y la solar junto a la que se produce a partir del hidrógeno.
Igualmente, América Latina y el Caribe cuenta con tierra fértil y agua potable y un enorme capital humano. Es por ello que la relación comercial con las viejas potencias debe cambiar para que se pase de exportar commodities e importar producto terminado, a producir directamente en la región de manera que haya un mayor grado de inversión extranjera que signifique transferencia tecnológica, valor agregado y desarrollo industrial.
Los países de América Latina y el Caribe no deben seguir jugando de forma individual, el mundo actual exige jugar en equipo de manera que se conforme un gran bloque comunitario. Debemos pasar de la Alianza del Pacífico y del Mercosur, a potencializar la Celac de manera que se protejan nuestros intereses.