Tal vez es nuestra frustración la que nos ha llevado a revisar la manera cómo tratamos con las cosas en la sociedad moderna. No parece que haya una proporcionalidad entre los muchos y asombrosos avances tecnológicos y la armonía y vitalidad de nuestras vidas. Reconozco la maravilla y utilidad de grandes adelantos en el campo de la medicina o de la ciencia, por ejemplo una cirugía de corazón a un bebe prematuro, o las nuevas tecnologías verdes. Somos una especie innovadora, sin duda, pero algo se perdió en el camino. En el área de la medicina, algunos nos preguntamos si una nueva pastilla es el camino hacia el bienestar. Esta insatisfacción con la medicina occidental ha despertado una tendencia por revisar la nutrición, darle un lugar protagónico para comprender una enfermedad.
En mi estudio de la nutrición, veo muchos testimonios de doctores que han pasado su práctica a la Medicina Funcional. Este tipo de medicina tiene como propósito ver al paciente como un sistema integral y diagnosticar desde la comprensión total de su organismo, dándole a la nutrición un rol central. Un ejemplo de este tipo de medicina es el popular médico americano Mark Hyman. Un médico que practica la Medicina Funcional mirará los síntomas, pero indagará hasta llegar a la razón subyacente por la cual la enfermedad se ha presentado. Este médico hará exámenes de sangre y examinará si hay deficiencias en nutrientes o si hay alergias, infecciones o intolerancias a comidas específicas. Una alergia a un alimento puede manifestarse como ansiedad o fatiga. El síndrome del intestino permeable puede manifestarse como depresión o irritabilidad. Un médico con esta mirada revisará los niveles de inflamación del paciente y aconsejará una ruta para nivelarlos. La presencia de inflamación en el cuerpo es un indicador de que estamos incurriendo en conductas nocivas que son acumulativas en nuestro organismo y tienen efectos a largo plazo.
Personalmente creo en el valor de este tipo de medicina, creo que estos médicos están enrutados por un buen camino. Ellos no fragmentan el cuerpo humano y tratan síntomas, sino por el contrario, lo contemplan en su totalidad como un sistema tan interconectado y complejo que muchas se sale de nuestra comprensión. En este tipo de medicina hay lugar para los interrogantes, no solamente para pretender que tenemos todas las respuestas. Es una medicina de paciencia y exploración que no pretende dar alivio rápido y fácil, sino de encontrar en que momento nuestra relación con nuestro cuerpo se quebró y asi retomar el buen camino.
También creo que el camino hacia la recuperación física puede tener que ver con la voluntad del paciente de atravesar ciertos umbrales en sus planos emocionales y espirituales. No creo que el humano sea en esencia un cuerpo, veo la forma física como un reflejo de realidades más profundas que no comprendemos del todo. Hay personas que sanan de enfermedades graves y otras que no, y muchas veces no comprendemos el porqué. Está en nuestras manos tomar decisiones que apoyen a nuestro cuerpo, y una de esas, aparte de la nutrición y el estilo de vida, es darle un espacio sagrado al interrogante, a lo que no comprendemos. Descansemos en el misterio, y tal vez la sanación viene por añadidura.
@camilasernah
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